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2ª parte. Hasta el capítulo 11

Libro que estamos comentando: 
Un lugar desconocido
Desde mi punto de vista occidental y desde la perspectiva que nos da los cambios que se han producido en la sociedad del siglo XXI, la reacción de Asai al conocer los detalles de la muerte de su mujer me parecen éticamente reprobables. Su primera reacción al visitar la calle en cuesta y la tienda de cosméticos de la señora Takahashi fue presuponer que Eiko acudía a ese barrio en busca de una relación extramatrimonial. Y todo porque arriba, en la colina, estaban los hoteles Tachibana, Midori y Mori que se dedicaban a facilitar este tipo de relaciones. 
 
Que acuda a preguntar a las trabajadoras de esos establecimientos si reconocían la foto de su mujer nos da un poco de vergüenza ajena y nos predispone en contra del protagonista. Él mismo se avergüenza de ello al ser consciente de que va a ser imposible mantener el secreto de sus investigaciones si la imagen de Eiko pasa de mano en mano, a pesar de la discreción y la profesionalidad que supone a las empleadas de los hoteles. La vergüenza le hace encubrir su nombre verdadero, aunque más parece que sea por ocultar su deshonra a su familia y compañeros de trabajo que por mantener la dignidad de su mujer.
 
Asai y las empleadas arman una teoría sobre "las mujeres poco virtuosas que acuden a estos establecimientos". "Las que han sido tentadas por el diablo" suelen ser las mujeres discretas, las que  no tratan a diario a hombres son las que se dejan seducir fácilmente por otros hombres, y eso es lo que piensa que le ha sucedido a Eiko. Asai utiliza la artimaña de presentarse como un marido al que su mujer ha abandonado junto con sus hijos porque piensa que las mujeres que trabajan en esos establecimientos, cuando dejan de lado sus deberes de confidencialidad, "se inclinan a compadecerse de los hombres víctimas de una esposa adúltera".
 
Más allá de satisfacer su curiosidad malsana y de mostrarse sorprendido por la posibilidad de que Eiko no fuese una mujer tan "dócil" como pensaba, Asai no hace un examen de conciencia sobre la evolución de su matrimonio desde el día en el que Eiko dio la confirmación a la casamentera. No se responsabiliza de su falta de atención afectiva hacia su mujer, sabe que ella se quedaba mucho tiempo sola durante sus frecuentes viajes de trabajo, achaca su falta de deseo al carácter retraído de Eiko y rebusca entre las actividades que ella realizaba en su tiempo libre las pruebas que puedan confirmar sus sospechas, sin embargo, da la impresión de que era una perfecta desconocida para su marido, y él no había hecho mucho para que la relación fuese inmejorable. Por lo que hemos leído hasta ahora, su obsesión principal es desarrollar su trabajo de la mejor forma posible y promocionar en él hasta el límite de su capacidad.
 
Con métodos de aficionado, pero con la confianza que la sociedad japonesa ofrece a los que acaban de perder a un ser querido, Tsuneo Asai va recomponiendo los detalles de los últimos momentos de la vida de su mujer. Con el doctor Ohana, el médico que acudió a la tienda y certificó la muerte de su esposa, ajusta la fecha del fallecimiento, una empleada asegura que se había cruzado hace unos días con Eiko al principio de la calle (lo que hacía suponer que conocía el barrio y que su fallecimiento en esa calle no fue casual) y Cosméticos Takahashi permanece extrañamente cerrado sin que Asai pueda recoger más detalles de lo que había pasado durante la pasada primavera en la colina del barrio de Yoyogi.
 
Cinco meses después, una pequeña pista le ofrece la posibilidad de rebuscar en los detalles que casi había olvidado: media hora antes de la hora del fallecimiento de Eiko, se había producido en Tokio un terremoto de magnitud 3, lo suficiente para que la población, acostumbrada a estos fenómenos, fuese consciente de su importancia. ¿Había alguna relación entre los dos hechos? Además, el 7 de marzo fue un día muy frío. ¿Qué hacía ese día Eiko tan lejos de su casa?
 
Más detalles, una compañera de las clases de haiku le acerca un libro con algunos poemas de Eiko. Al parecer, tenía habilidad para esa práctica. La temática de los haikus sorprende a Asai; hacen referencia a un amuleto tradicional y a un farolillo de una región lejana. ¿Cómo llegaron esa referencias a los poemas de su mujer? Indudablemente, Asai desconocía muchas cosas de las actividades de su mujer fuera de la convivencia de la pareja.
 
La mayor sorpresa sucede cuando vuelve a pasar por la tranquila calle que Asai ha recorrido varias veces en Yoyogi. La tienda y la casa colindante han desaparecido y, en un tiempo récord, se ha levantado en su solar un nuevo establecimiento hotelero que copia la exitosa fórmula de los del alto de la colina. En no más de cinco meses se ha construido el hotel Chiyo.
 
Hay varias cuestiones que me gustaría comentar:
 
- ¿Hay una crítica del autor a la falsa moral de la sociedad japonesa que promueve la docilidad de las esposas mientras convierte en negocios boyantes los hoteles de citas?
 
- Ya sabemos que la fidelidad de los trabajadores japoneses a sus empresas y que intentan que esa vinculación dure toda sus vida. ¿Critica el autor los peligros de la jerarquización y el estancamiento de la administración pública?
 
- ¿Por qué la dueña de la tienda de cosméticos no llama a una ambulancia mientras espera que el doctor de la clínica vecina llegue? Eiko está casi media hora  esperando ser atendida por el infarto.
 
- A pesar de su actitud machista, ¿no tiene una justificación razonable el protagonista para sospechar que su mujer acude a uno de los hoteles? Sabemos que iba por el barrio habitualmente, ¿dónde iba a ir por esas calles sin que su marido lo supiera?, ¿a la tienda de cosméticos? Tal vez sus sospechas no fuesen desencaminadas.