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Corazón tan blanco II

Libro que estamos comentando: 
Corazón tan blanco

Hola a todas y todos, continuamos con esta apasionante lectura que, por los comentarios de la pasada semana, os está resultando bien enganchosa, qué bien. Esta semana os propongo la lectura de los capítulos 5 al 9 (es decir, pp. 79 a 158 en mi edición). Recordad que en el libro los capítulos no están numerados (yo los voy numerando a lápiz para facilitar esta información).
Vayamos al lío.
 
ESTA SEMANA
El brevísimo capítulo 5 hace referencia la título del libro, a la cita de Macbeth, "Corazón tan blanco", y los problemas que plantea su traducción, su interpretación. Tal como os respondía en algunos comentarios de la pasada semana cada vez me resulta más evidente la traducción como una metáfora que atraviesa toda la novela y que reflexiona sobre la imposibilidad/complejidad de traducirnos, de contar o, mejor, de contarnos, de explicar lo que sentimos o somos, y la soledad a la que esta situación nos arrastra. No sé si finalmente será tan relevante en la novela, pero desde luego en estas páginas así lo parece. 
El capítulo seis nos lleva al día de boda de Luisa y el narrador protagonista, no sin antes empezar a sentir la presencia (densa, diría) de Ranz, el padre en el día a día de los recién casados. Aunque lo fascinante es lo que sucede durante la boda, esa conversación el día de su boda, breve, escueta, llena de rodeos que desembocan en una única frase y que, para nosotros, nosotras, que hemos leído el primer capítulo, tiene más resonancias que para el protagonista del libro, ¿no os parece? Resonancias que se multiplicarán en el siguiente capítulo, ya veréis.
En este sexto capítulo hay unas cuantas reflexiones, en fin, como en todo el libro, de estas que van acompañando a la historia sin entorpecerla, sino que más bien la amplían y llevan hasta sus últimos vericuetos, reflexiones sobre el matrimonio (que, en puridad, ya van salpicando el libro desde hace unos capítulos), algunas tan poderosas, tan enjundiosas, que son casi una manera de recolocarnos a la hora de mirar/pensar/entender el matriminio, ¿no os parece? Esta habilidad de Marías me parece deslumbrante.
El capítulo siete es magnífico. Conocemos con más detalle a Ranz, cuál es su trabajo y cómo ha conseguido hacer una pequeña fortuna (y una selecta colección de arte), pero sobre todo vivimos un momentos fascinante, se trata el del guarda Mateu y Sofonisba con Ranz de testigo. No quiero contaros nada para no destripar la historia (que os va a encantar, ya veréis), pero sí os doy un detalle: ese mechero que anticipa el abismo, fijaos, vuelve a aparecer muy pronto.
En este mismo capítulo, en el siete, conocemos a los Custardoy. Y esto nos sirve de enlace para el siguiente capítulo, el ocho, donde Custardoy hijo (el joven) protagoniza un momento en el que casi arde todo, o tal vez sin el casi: un momento en el que el corazón tan blanco se ennegrece un poco, y ese ennegrecimiento viene anticipado por otro mechero y sus fogonazos en la barra de un bar. Qué arquitectura hermosa tiene este libro, caramba.
Sí, en el capítulo ocho Custardoy abre una puerta que ya no va a poder cerrarse, como veremos en el siguiente capítulo, en el nueve, donde Luisa y el protagonista hablan de ello (y recogen también algunos momentos ya vividos en el libro, como la situación de La Habana), todo tan serio, todo tan relevante, todo tan importante... mientras en la televisión Jerry Lewis hace sus irresistibles gags de humor.
 
Espero no haber destripado nada y sí haber despertado las ganas de seguir leyendo y disfrutando de este libro magnífico.
Os leo en los comentarios.
Pasad una buena semana, 
Pep Bruno