Hasta el cap. 5 de la Primera Parte, incluido
Era agradable despertarse en Florencia, abrir los ojos en una habitación luminosa y casi vacía, con un suelo de baldosines rojos que parecían limpios aunque no lo estuvieran; con un techo pintado en el que grifos de color rosa y cupidos azules retozaban en un bosque de violines y fagotes amarillos. También era agradable abrir por completo las ventanas, pellizcarse los dedos con cierres desconocidos, asomarse para recibir la luz del sol, descubrir enfrente hermosas colinas, árboles e iglesias de mármol y, debajo y mucho más cerca, el Arno, que gorgoteaba contra el muro de contención de la calle.
(De Diego Delso, CC BY-SA 4.0)
Queridas viajeras, queridos viajeros:
Abrimos las ventanas de par en par a una historia de amor con altibajos, incomprensión y dudas, a una novela que nos cuenta qué sucede cuando el viaje nos lleva a conocer a otras personas con otros modos de vida, otros pensamientos, otra manera de conducirse en el día a día. Cuando un viaje puede mostrar a una joven qué es lo que quiere y qué no.
Lucy Honeychurch viaja a Florencia acompañada de su prima Charlotte Bartlett, una suerte de carabina agradecida, pues es pobre y si puede viajar es por la caridad de la madre de Lucy. Charlotte es la encargada de velar por el buen nombre y la reputación de Lucy, una chiquilla acomodada, ingenua y llena de prevenciones heredadas de su rígida familia inglesa. En la pensión Bertolini, conoce, entre otros, a los Emerson, un padre y un hijo peculiares, que no creen en ninguna religión y sí en hacer el bien al otro, por verdadero amor a las personas. También se comienzan a relacionar con la señora Lavish, una novelista que está documentándose para crear una historia italiana contemporánea, tras la desgracia de perder su anterior novela (esta vez, de corte histórico) en un derrumbe. Y con dos hermanas de cierta edad que parecen parlanchinas y buenas, amén del reverendo Arthur Beeve, al que conocen y que se trasladará, próximamente, a la rectoría de Summer Street, donde vive Lucy con su familia (su madre y su hermano), en su casa, Windy Corner.
En estos primeros cinco capítulos apenas comenzamos a conocer a Lucy (apasionada por el piano), a George (un chico sensible), a su padre (un hombre extravagante, original, franco, ajeno a las convenciones sociales), a la muy inteligente y llena de prejuicios clasistas señora Lavish. Estamos en el comienzo de las aventuras de la joven Lucy, que siempre piensa bien de todo el mundo, que se afea a sí misma su comportamiento para con su prima Charlotte (la pariente pobre)... que se deja salvar por George de una reyerta en plena calle de Florencia, una ciudad tan hermosa, llena de arte y de luz, de vida y muerte.
-¡Un olor! Un auténtico olor florentino! Todas las ciudades, permítame que se lo explique, tienen su propio olor.
-¿Es un olor agradable?-preguntó Lucy, que había heredado de su madre la repugnancia por la suciedad.
-No se viene a Italia en busca de cosas agradables-.fue la réplica, se viene a por vida.
Algunos enlaces:
- El magnífico programa Un libro una hora, dedicó un episodio a la novela: Una habitación con vistas: una historia de amor e igualdad Os recomiendo que no lo escuchéis hasta después de terminar la lectura (contiene muchos spóiler)
- Las primeras guías de viaje modernas
- Santa Croce
- Catedral de Florencia y el baptisterio
- Luca Della Robbia, la escultura del quattrocento
- Piazza della Signoria
Luego el encanto pernicioso de Italia empezó a enseñorearse de ella y, en lugar de adquirir información, empezó a sentirse feliz.
¿Habéis visto la película? ¿Habéis estado en Florencia? ¿Qué os está pareciendo la novela?
Contadme, contadnos, lo que gustéis.
¿Nos leemos?