TESTIGO DE UNO MISMO, y 4

Libro que estamos comentando

TESTIGO DE UNO MISMO, y 4

 

 

Buen día, personas lectoras de Benedetti, esta semana abordamos la última entrega de Testigo de uno mismo, que como sabéis abarca el último apartado del libro: Siembras y cosechas.

Como podréis comprobar, en él encontramos mayor libertad métrica y se percibe un cierre de todos los temas que le quedaban en el tintero.

 

A continuación paso a destacar algunos de estos temas.

 

Amor a la literatura y los libros

Me gusta el consuelo que deja traslucir de lo que supone el hecho de leer. En su poema “Lecturas” de la página 44 termina diciendo les damos gracias a los libros libres. Bastante más adelante, en su poema “Libro uno” (p. 172) nos dice que el libro pasa a ser la credencial de nuestra pulcra vida. Y como colofón, en su poema “Libro dos” (p. 183) podemos leer, oh maravilla: un libro es un hogar inesperado.

 

Por último, y referido a este tema, quiero comentaros las menciones a poetas que se han ido “colando” en el poemario de una u otra manera, o bien en el encabezamiento del poema o en la alusión al poeta en los versos. Una pista que nos proporciona sin duda sus preferencias poéticas, pues obviamente los mentados son aquellos autores que todavía le acompañan en sus lecturas. Aquí os los detallo.

El poema que abre la obra es una cita de Jaime Sabines, poeta mexicano reconocido como uno de los grandes en su país del s. XX; cita que nos volvemos a encontrar en el poema “Testigo de uno mismo”, en la página 122 y que da precisamente título al libro.

La frase no hay tiempo que perder, de Vicente Huidobro, otro gran poeta chileno, y que aparece en el poema de la página 36 titulado “Perder el tiempo”, y que ya os copié cuatro versos del poema Altazor donde aparece este verso.

También menciona al poeta peruano César Vallejo en el poema “Vanidades” (p. 51) y al que denomina César Vallejo el implacable.

A Pablo Neruda, poeta chileno que no necesita presentación, lo trae presente con un verso que encabeza el poema “Cansancio” de la página 47.

El poeta portugués Fernando Pessoa también está presente con una cita que abre el poema “Soneto de los párpados”, página 135.

Y por último menciona al poeta uruguayo contemporáneo suyo —muerto prematuramente a los 24 años— Humberto Megget, a quien le dedica el poema completo “Pensando en Megget” de la página 103.

En su honor, he trasteado por internet y os traigo esta pequeña muestra de su obra:

 

Cómo se ensancha este mundo 

cuando tú niña caminas. 

Tienes los ojos de troncos 

y tus dedos son bordados 

del agua de las colinas. 

 

Su compromiso social

No podemos separar a Benedetti de esta faceta suya poética y vital. Vivió mucho y duro, estuvo exiliado y siempre le acompañó un sentido de conciencia social. En nuestro poemario encontramos algunas muestras. Por ejemplo, en “Crímenes” (p. 41), “A un hombre humilde” (p. 78), “Soneto de la escoba” (p. 81).

También nos encontramos con una alusión directa a la tragedia de los desaparecidos de la dictadura en su poema “Ausencias” de la página 178.

 

A propósito de ello, en la editorial Alfaguara, Benedetti tiene publicado un libro singular que se titula Geografías, una obra que según se cuenta en el prólogo, fue escrita al completo en el exilio. El libro está concebido con una estructura amena y curiosa: cada capítulo temático incluye un cuento y está encabezado por un poema (independiente del cuento, pero a propósito del tema). En el capítulo que titula “Ciénagas” se encuentra el cuento “Firmó doscientas mil” y el poema “Desaparecidos” del que os copio —por su belleza en el tratamiento de este durísimo tema— sus dos últimas estrofas:

 

cuando empezaron a desaparecer

como el oasis en los espejismos

a desaparecer sin últimas palabras

tenían en sus manos los trocitos

de cosas que querían

 

están en algún sitio / nube o tumba

están en algún sitio / estoy seguro

allá en el sur del alma

es posible que hayan extraviado la brújula

y hoy vaguen preguntando preguntando

dónde carajo queda el buen amor

porque vienen del odio

 

 

A modo de despedida

Dice el poeta en “Máquina” (p. 187) que la vida es una máquina / para la que no hay respuestas / ni repuestos. Una manera de explicarse bastante humorada, por cierto.

Pero sin dudar, con lo que me quedo es todo lo que nos dice en “Posdata” (p. 124), un poema que nos lanza a la acción hasta el final: siempre nos queda algo por decir, algo por soñar, algo por borrar, siempre algo por buscar.

 

Por último, de propina, os copio su poema “Esa batalla” recogido en la Antología poética de Alianza editorial (la edición que yo tengo es del año 1999), en el que se refleja lo que es la vida situada continuamente entre dos polos, y que él tan bien supo captar:

 

¿Cómo compaginar

la aniquiladora

idea de la muerte

con este incontenible

afán de vida?

 

¿cómo acoplar el horror

ante la nada que vendrá

con la invasora alegría

del amor provisional

y verdadero?

 

¿cómo desactivar la lápida

con el sembradío?

¿la guadaña

con el clavel?

 

¿será que el hombre es eso?

¿esa batalla?