Septiembre y octubre

Libro que estamos comentando
Charmiane Clift con su familia en Hidra

“El sol, enorme y de un carmesí esponjoso, se desinflaba lentamente sobre las montañas de la Arcadia y el aire entero se teñía de rubor con aquel último derroche extravagante de luz. El mar se vestía de salmón y las montañas de rosa, y  todas las islitas adquirían sus tonos vespertinos de violeta, rosa y oro. Pasó un caique rosado, cargado de cabras de color rosa parduzco. Grada tras grada, hilera tras hilera, las casas blancas se tiñeron también de rosay los cristales de mil ventanas refulgieron, repentinamente dorados.”

Queridas viajeras, queridos viajeros:

Esta semana finaliza nuestra estancia en Hidra... y lo hacemos a lo grande, como una superproducción hollywodense. Septiembre es el mes del desembarco americano, de la construcción, del derribo, de repintar casas y caiques, del ¡cámara... acción! Y el espejismo de los dólares estadounidenses. Ah. Y dos barcos cochambrosos con agua, fondeando entre los caiques, en el pequeño puerto griego.

Este desembarco en toda regla de la troupe de cineastas, técnicos, actores y actrices, mecenas, modelos, los influencers de la época... tal vez fuese un presagio de lo que vendría poco después en los años sesenta, con la comunidad artística y hippie buscando un modo de vida “auténtico”.

Cuando la calima y el calor abrasador los apaga de golpe el intenso chaparrón (precedido del seísmo) es como si el agua, la tierra, en definitiva, la propia isla sacudiese de su piel a esos hombres y mujeres ruidosos y extemporáneos y quedase todo lo demás. La vida: las frutas que llegan a puerto, las mesas de los cafés, las barricas de vino por abrir, las flores tapizando las montañas, los amigos que regresan y los conocidos que se marchan, el aire límpido y el mar, el circo de montañas, el sol radiante. El aquí y el ahora.

“Atrapadas en cristal, las casas blancas resplandecían, con una grada tras otra cerniéndose en torno al anfiteatro de rocas lavadas por la lluvia y acantilados escarpados y relucientes. Por encima de las casas, las montañas se veían salpicadas del color achicoria de la hierba nueva y de flores de azafrán.”

Santa Catalina, la isla conocida como la pequeña Grecia, a tres horas de Los Ángeles

Leonard Cohen, luces de bohemia en Hidra

Leonard Cohen, en Hidra. Cultura Conectada

¿Conversamos?