Hasta el capítulo "Amigos y forasteros"

Libro que estamos comentando

Queridas viajeras, queridos viajeros:

¿Cómo estáis?

Continuamos con nuestra estancia en El Valero, acompañando a Chris y Ana en sus aventuras, andanzas y anhelos. Esta semana comentamos cinco capítulos más: desde La construcción de la casa a Amigos y forasteros, incluido.

Bien. ¿Qué acontecimiento, en la vida de Ana y Chris, destacaríais? Si solamente pudierais elegir uno, estoy segura de que sería todo lo que rodeó a su hija Chloé: desde que supieron que Ana estaba embarazada, el embarazo, el nacimiento y el modo de relacionarse de la niña con los animales y los seres humanos cercanos a sus padres. Me conmovió esa alegría serena de los dos, con esas dudas sobre si serían capaces de ser padres, pues entendían la enorme responsabilidad. O cómo se anegó en amor Chris cuando la contempló, pese a su primera impresión:

“Vi una horrible cabeza morada con unas greñas húmedas pegadas a la coronilla. Contemplé al bebé dormido. Nadie podía querer a una cosa así… ¿o sí? Sentí que me ocurría algo… como si me recorriera una oleada de cálida emoción. Me eché a temblar. Me quedé petrificado, esclavizado. Todas las hormonas y jugos que hasta entonces no habían conseguido aparecer y llevar a cabo su cometido me sepultaron en un alud de amor”.

Además del amor hacia su esposa y su hija (tiernos y humorísticos los episodios en los que Chris cree tener a una pequeña superdotada y su niña le pone los pies en la tierra, lo mismo le pregunta por el aire o la génesis de los seres humanos que se interesa por saber cuál de sus Barbies le parece más guapa a su padre. Lo natural), la amistad, aunque a veces sea incomprensible, es uno de los pilares de Chris. Domingo, su vecino y amigo, es un fenómeno. Me asombra (como al propio Chris) que sea capaz de hacerlo todo tan bien, sólo con verlo hacer o verlo hacer muchas veces. En anteriores capítulos comprobamos cómo esquilaba ovejas tras estar atento a cómo lo hacía Chris, en estos, se revela como un albañil de casta y un cuidador de bebés excepcional. Domingo no tiene parangón. Tampoco tiene comparación las gentes variopintas que va presentando a Chris, en este caso, el tratante Moreno:

“Miré boquiabierto a aquel adulador, de pecho terso, que llevaba una camisa blanca y almidonada y varias joyas de oro reluciente.

-¿De modo que el Moreno es amigo tuyo? –le pregunté a Domingo; su aparente relación me tenía intrigado.

-Sí, antes trabajábamos juntos. SE quedó sin carnet de conducir, así que solía llevarlo en coche a visitar a los pastores, y me enseñó todos los trucos del oficio.

-Debió de serte de mucha ayuda conocer a un tratante de fiar.

-¿El Moreno de fiar? ¡Debes estar de broma! Antes me fiaría del mismísimo diablo”.

Chris ha adquirido sus propias ovejas, (ya comprobamos que Ana no está convencida y que, tras los envites a su huerto, no las ve con buenos ojos), y el Moreno le compra, finalmente, los corderos. Le engaña, como él sabía que haría (y Domingo también lo sabía…) ¡Qué personaje, Domingo! Y su familia. Y cuánto le aprecia Chris (cómo se duele de que él esté convencido de que no tendrá nunca hijos, pues nunca ganará lo suficiente para mantenerlos).

Además de la enfermedad, supuestamente mortal, de Expira, la madre de Domingo, y su mudanza temporal al piso, amén del embrollo de su huerto… (esta situación también es muy divertida), creo que son relevantes los otros personajes que nos presenta Chris: Janet y sus perros peligrosos (qué miedo); el matrimonio formado por Amanda y Malcom, en perpetua guerra con Rodrigo a cuenta de los estragos producidos por sus cabras, la propia relación del cabrero con la escultora holandesa Antonia… el capítulo Amigos y forasteros me ha parecido una delicia. Y la pequeña y simpática Chloé que sirve de pegamento, de vínculo emocional entre todos ellos…

Una cuestión interesante es la que plantea Chris al inicio de Amigos y forasteros, sobre los expatriados y su reticencia inicial a relacionarse en demasía con ellos, pues él lo que quiere es vivir con los alpujarreños:

“Por mucho que te esfuerces por evitarlo, cuando vives en un país que no es el tuyo, donde hay otros expatriados, acabas formando parte de lo que se conoce como la comunidad extranjera. Al principio me opuse con todas mis fuerzas a semejante idea, pero a medida que pasaban los años fui aceptando mi condición de forastero y me sentí más dispuesto a aperciar los lazos que, mediante el lenguaje, el humor y la experiencia compartida, me unían a mis compatriotas”.

A lo largo de este tramo de lectura, y del libro, la sequía aparece una y otra vez… y yo no puedo evitar pensar en cómo estarán Las Alpujarras, en cómo estará el campo cuando llegue el verano, porque, ya sabéis, estamos atravesando una sequía terrible.

Creo que es vuestro turno y os voy a dejar por aquí algunas preguntitas, por si os animáis: ¿sois poco dados al bricolaje, como Chris? (Confieso que me sorprende su arrojo). ¿Qué opináis de los personajes que hemos conocido en estos capítulos? ¿Alguna historia preferida, algún personaje favorito?

Os dejo algunos enlaces:

Contadme, contadnos... lo que gustéis. Vuestro turno. ¿Nos leemos?

(Todas las imágenes están extraídas de este post. La principal es de El País)