Quijote II, capítulos 67 a 74

Libro que estamos comentando

Hola a todos y todas, llegamos al final de este libro tras 22 semanas de lectura y viaje. Espero que la experiencia os haya resultado al menos tan agradable como a mí. Pero antes de cerrar el libro vamos con los últimos ocho capítulos, de vuelta a la aldea (con algunas aventuras todavía) y de despedida.

 

El capítulo LXVII nos regala un sabroso diálogo entre don Quijote y Sancho con ganas ambos de seguir sus aventuras si no como caballero y escudero sí como pastores Quijotiz y Pancino, todavía recuerdo al primera vez que leí este capítulo cuánto me reí, es fantástico, y uno se pregunta si no hubiera aparecido la segunda parte de Avellaneda si Cervantes no se habría atrevido a escribir una tercera parte parodiando la novela pastoril (tan del gusto de la época) igual que hizo con los libros de caballerías. Ahí queda esa duda que os traslado por si queréis comentar (y soñar cómo habría sido ese festín de la palabra y el buen humor).

 

 

Los capítulos LXVIII-LXX comienzan con seiscientos cerdos arrollando a nuestros turbados amigos y de ahí a la casa de los duques (sí, otra vez los duques) donde se exprime la historia de Altisidora (muertita de amor por don Quijote) y, con la excusa, se aprieta un poco más los dones médico-pasivos (si se me permite la expresión) de Sancho Panza.. No creo que sea baladí que estos capítulos empiecen con don Quijote y Sancho arrollados por una gran piara de cerdos, pues de alguna manera es así como están cuando están en casa de los duques (metafóricamente, claro, pero igulamente arrollados por el empeño de estos duques que se pasan de listos hace páginas ya). No dejéis de leer con atención el sabroso diálogo entre don Quijote, Sancho y Altisidora y no dejéis de reír con la estrafalaria medicina que salvará a la imprudente joven.

 

 

En el capítulo LXXI don Quijote descubre el modo mediante el cual Sancho Panza va a rescatar a su amada Dulcinea motu proprio, azotando sus tiernas carnes (más o menos) de grado, ¿no os imagináis cómo es posible que Sancho acabe accediendo (insisto, más o menos) al propio daño para salvar a Dulcinea?

 

 

El capítulo LXXII es bien interesante, nos encontramos en él a Álvaro Tarfe, personaje principal del Quijote de Avellaneda que aparece también en este Quijote con el único objetivo de que Cervantes tenga un testigo que afirme que este Quijote y el otro no son el mismo, hasta tal punto tiene interés en ello que, prácticamente, se lo hace firmar ante notario. Leed con atención este curioso pasaje y, una vez más, fijaos en cuánto dolió a Cervantes la publicación del Quijote de Avellaneda (no será la última vez que se cite, a falta de dos capítulos para el final, caramba).

 

 

Los capítulos LXXIII y LXIV son los últimos del libro, la llegada de don Quijote y Sancho a su aldea y el fatal desenlace que, para quienes se hayan asomado aún a estas páginas, no desvelaré. Un final radical por su desenlace y también sorprendente por la aparición de Alonso Quijano el Bueno. Me encantará saber vuestra opinión sobre estas últimas páginas. 

 

Y claro, también me encantará saber qué os ha parecido la lectura del libro y qué tal ha resultado la experiencia de hacerlo a través de esta plataforma virtual.

Yo, por mi parte, quiero agradeceros el haberme acompañado en este viaje por un libro maravilloso y también quiero invitaros a que os animéis a completar el mes de julio con un nuevo viaje (en esta ocasión más corto) por las tierras de la Alcarria.

 

 

Saludos cordiales

Pep Bruno

 

 

Crédito de las imágenes: Maestricht-Leiter hizo este grabado de Don Quijote arrollado por cerdos (tomada de aquí). Pforzhemi Fink dibujó a este Sancho para salvar a Altisidora (imagen tomada de aquí). Don Quijote y Álvaro Tarfe (tomada de aquí). José López Tomás pintó estos últimos momentos del libro (tomada de aquí).