Quijote II, capítulos 33 al 39
Hola a todos y todas, seguimos esta semana disfrutando del agasajo de los duques en esta segunda parte del Quijote, la posada va aún para unos cuantos capítulos más, pero no avancemos nada y vayamos con las recomendaciones de esta semana.
El capítulo XXXIII es más importante de lo que pueda parecer, en él Sancho habla con la duquesa y esta conversación será fundamental para lo que ocurrirá más adelante. Sancho no lo sabe pero se va a arrepentir de esta charla hasta prácticamente la última página del libro. Tendremos de nuevo la oportunidad de saber qué piensa realmente Sancho de su señor y de las aventuras que les van saliendo al paso, pero sobre todo veremos una vez más al ingenioso Sancho (que supo resolver las dos veces en las que tuvo que encontrarse con Dulcinea), al inocente Sancho (crédulo hasta el límite de creer su propia invención) y al Sancho que toca con la yema de los dedos el gobierno de una ínsula.
En los capítulos XXXIV y XXXV sabemos por fin cómo se puede desencantar la encantada Dulcinea del Toboso. No deja de ser justicia poética que el mismo que la encantó tenga en su mano (y en su nalga) el poder de desencantarla. Además de ser bien divertidos estos dos capítulos (no dejéis de atender a la reacción de Sancho y de don Quijote) hay dos cosas que me gustaría comentaros. Por un lado este libro está muy bien escrito (no hace falta ser un lince a estas alturas de lectura para rendirse ante la evidencia), sí, pero también está muy bien armado, muy bien estructurado y, sus historias, están muy bien resueltas. Fijaos en este hilo narrativo que arranca desde la primera parte (con la no visita de Sancho a Dulcinea), continúa en los primeros capítulos de la segunda, nada más salir (con la nueva visita), prosigue más adelante en la cueva de Montesinos y ahora, de manera inesperada, vuelve a aparecer (para regocijo de duques y lectores, alegría de don Quijote y susto de Sancho): el hilo entrevera lo real (Aldonza Lorenzo) y lo ficticio (Dulcinea), la verdad (de Don Quijote) y la mentira (de Sancho) y ahora todo se reúne en un artificio poderoso y totalmente verosímil donde todos los personajes actúan como son, como deben, y siguen haciendo funcionar a la perfección el engranaje de la trama. Es sencillamente maravilloso.
Por otro lado otro asunto importante que merece la pena rescatar en estos capítulos es la realidad transformada, ahora lo real parece enloquecido y es en esta locura donde don Quijote parece muy cuerdo. ¿Quién está más fuera de lugar aquí: los duques y su empeño (del que vamos a seguir teniendo más ejemplos según avance la lectura) o don Quijote y sus principios?, ¿no os tienta imaginar que Cervantes hacía de esta manera una crítica a una realidad enrarecida, cada vez más despegada de los ideales que él defendía y vivía?, ¿cuál es el papel (simbólico) de los duques en esta situación? Pensad en el contexto histórico, en los años en los que escribió el primer Quijote y los años en los que escribió el segundo. ¿Qué opináis?
Los capítulos XXXVI al XXXIX dan comienzo a la aventura de la Dueña Dolorida o la Duquesa Trifaldi y su desaforada compañía de particulares dueñas. No llegamos a resolver esta historia porque se nos escapa la lectura de esta semana, pero en la próxima semana daremos buena cuenta de ella. Igualmente no dejéis de disfrutar de los sabrosos apuntes de Sancho, de los diálogos entre los duques y don Quijote, y, sobre todo, de las extraordinarias aventuras que se le presentan a nuestro caballero en este mundo algo loco.
Feliz semana de lecturas
Pep bruno