Cuentos, III
Hola a todas y todos, entramos ya en la penúltima semana de lectura (de este libro y del año), y lo hacemos adentrándonos ya en el gran Chéjov cuentista, en los cuentos donde la acción y la evolución de la historia sucede en planos más profundos y que percibimos con detalles sutiles, amarrados a lo cotidiano. Para estos días os propongo la lectura de casi 90 páginas, al menos en mi edición (pp. 151-239).
ESTA SEMANA
Tras "El estudiante", el primero de los cuentos de esta semana, dejamos atrás los cuentos brevísimos y nos metemos de lleno en cuentos más largos. Pero fijaos cómo en esta historia breve nos encontramos con elementos que van a aparecer en otros cuentos de esta tacada: el personaje que narra, la vinculación al pasado, la esperanza (o desesperanza) con respecto al futuro.
Es "Casa con buhardilla" el primero de estos cuentos largos, de hecho no es que sea muy largo pero uno termina de pasear por sus páginas con la sensación de haber leído casi una novela: tanto se cuenta, tanto detalle se vive, tanto sucede... Todo esto al mismo tiempo parece una pequeña historia que se podría contar en apenas unas líneas (eso sí, despojadas de todo el espesor y la hondura de lo vivido). Nos encontramos con personajes ya muy perfilados, casi como arquetipos, de hecho casi hablando de ellos nos podemos hacer una idea de la historia: las Volcháninov: Lidia o Lida (cabeza de familia, mujer rica, trabajadora y comprometida con su tierra y sus gentes, con el zemstvo), Zhenia o Misius (la joven enamoradiza), Belokúrov (el joven hacendado "condenado por el destino a una permanente ociosidad" p. 156) y el narrador y protagonista, el pintor de paisajes. Por otro lado en este cuento también nos encontramos ya con diálogos poderosos (como el que mantienen Lida y el pintor) y con situaciones llenas de pequeños detalles que van avanzando la historia. Una historia que tiene un hermoso cierre, ¿no os parece?
En "Un hombre en una funda", "Las grosellas" y "Del amor" nos encontramos con tres historias contadas por los mismos personajes, una trama algo más clásica que funciona perfectamente. Son Iván Ivánich y Burkin, y más tarde (en el tercer cuento) Aliojin, quienes están contando y escuchando estas historias, puesto que "se veía por la vetana un cielo gris y unos árboles húmedos por la lluvia. Con ese tiempo no había adónde ir y no quedaba otro remedio que contar y escuchar." (p. 208).
El protagonista de "Un hombre en una funda", Bélikov, es un ser solitario, casi asocial, cuya muerte produce alivo entre sus conocidos. La historia es magnífica y se articula alrededor de este personaje tan atractivo (y repulsivo al mismo tiempo). La metáfora de la funda puede resultar demasiado explícita, pero funciona perfectamente, ¿no os parece?
Iván es quien narra la segunda historia, la de su hermano. Tal vez no resulte especialmente sorprendente 150 años después, pero el propio Chéjov nos da una pista de la novedad de esta historia: "escuchar la historia de un pobre funcionario que comía grosellas era aburrido. Por alguna razón, se deseaba hablar y contar historias de gente elegante, de mujeres." (p. 205)
En cualquier caso estas dos historias nos hablan de personas que no suman al progreso social y hacen contrapeso a la historia de "Casa con buhardilla", ¿no creéis?, puesto que allí hay alguien intentando algo (mientras otros filosofan, o se retiran del mundo, o ponen trabas a cualquier cambio).
Por último en "Del amor" y en "Iónych" se nos habla del amor perdido y de la vida perdida por no haber amado, parecen casi dos cuentos espejo en los que suceden cosas similares pero, en realidad, contrarias. En "Del amor" hay una historia de amor en la que la falta de valor hace que quede en nada, mientras que en "Iónych" hay un hombre que se enamoró y no fue correspondido y el desamor le hizo, de alguna manera, perder la vida.
En fin, una lectura muy jugosa la de estos días. Ya me diréis qué os parece.
Saludos cordiales,
Pep Bruno