Ventanas: Desde capitulo 9 hasta capítulo 12.
Ventanas fue Finalista del XVIII Premio Anaya de Literatura Juvenil, XIII Premio El Templo de las Mil Puertas a la mejor novela nacional independiente y elegida uno de los mejores libros del año por El País. La tinta se asoma a los diferentes tipos de «ventanas», contenidos en la propia novela, para que su creadora, Paloma González Rubio, nos oriente en el viaje al interior del sinsentido de la guerra y sus víctimas.
Los diecisiete capítulos, que conforman la novela, reciben nombres –como «Tragaluz», «Mirillas», «Gatera», «Vidriera», «Respiradero», «Claraboya», «Troneras», entre otros−, que son los espacios de paso de los personajes, pero que también representan, simbólicamente, lugares inhóspitos, crueles, opresores…, convirtiéndose así en «los otros» protagonistas de la obra, en ocasiones, incluso, más que los personajes «de carne y hueso».
Esta tercera semana de lectura compartida leeremos los siguientes cuatro capítulos:
9. Escaparate
10. Claraboya
11. Óculos
12. Ventanas ciegas
Alicia, la muñeca, les habla, les aconseja, Martina la lleva con ella a todas partes. Bruno y Silvina deciden que Pablo y Martina vayan a comprar algo para comer mientras ellos arreglan la puerta de casa, destrozada por los hombres armados, y se encargan de Mateo, que no para de llorar y tiene la frente ardiendo. Pablo deja a Martina en la tienda mientras él se acerca al colegio para ver si les pueden ayudar, pero allí también le ignoran. Martina confía el poco dinero que tienen a una mujer que le presta ayuda y se vuelve a casa con un puñado de caramelos y una botella de leche; la mujer le ha robado el resto de la comida. Bruno decide volver a la imprenta, a ver si consigue algo más de dinero, pero lo único que encuentra es a un Gabriel asustado, que le habla de otros «invisibles» como ellos, que en algún momento le encontrarán y le ofrecerán ayuda; Bruno no entiende nada y se vuelve confuso y cabizbajo a casa. La única esperanza que les queda es ir a comisaría con el bebé. Silvina sabe que en el agujero que hay detrás del aparador, que da entrada al despacho del abuelo, está escondido el joyero de su madre. Coge lo poco que queda y le da a su hermano unos pendientes para que pueda pagar el tranvía. Se preparan para ir a comisaría. Mateo cada vez se encuentra peor, tiene mucha fiebre y respira con dificultad.
Otros temas que Ventanas trata en sus diferentes capítulos
El miedo y las relaciones humanas
El miedo está presente en toda la novela y en todos los personajes. Para algunos es un revulsivo para solventar algún problema y para otros, la mayoría, es el paraguas con el que cubren la cobardía y la miserabilidad, comportamientos humanos utilizados como herramientas por gobiernos totalitarios. Bajo la represión y la amenaza consiguen romper la convivencia, corromper las relaciones humanas, imponiendo el miedo de la manera más perversa y cruel hasta el punto de conseguir, incluso, que unos niños que han dejado solos y desamparados se conviertan en seres invisibles y que nadie les preste ayuda.
La vergüenza y la culpa
Son también el miedo, la desesperación, la sed de venganza, la culpa y la vergüenza, sobre todo la vergüenza, las herramientas que utilizan las organizaciones armadas para reclutar a los niños y niñas y convertirlos en soldados, actuando como alimañas, haciéndolos invisibles; en parte, gracias a que el resto de la sociedad prefiere mirar hacia otro lado. Pablo se siente culpable por no haberse enfrentado a los soldados cuando detuvieron a su madre y a su tía. A Bruno, la impotencia y la culpa le envenenan la sangre, provocan en él una ira inmanejable que acaba llevándole a tomar decisiones erróneas.
Falta de libertades
Nadie puede tener nada que esconder, todo debe quedar bajo el control del nuevo gobierno, están prohibidas las cerraduras, los cerrojos, las cortinas en las ventanas, exigen una ausencia absoluta de intimidad, solo se puede ser libre encerrado en un lugar sin ventanas. Consiguen una sumisión total de la población. Pervierten hasta el lenguaje, llamando «contienda» a lo que es una «guerra», y esparcen una violencia gratuita que consiguen que se extienda como una plaga por toda la población.
PERSONAJES
Bruno
Es el hijo menor de Julia, tiene trece años. Está marcado por la desaparición de Alicia tras el bombardeo que destruyó el edificio en el que vivía, hace dos años; nunca encontraron su cuerpo, pero él sabe que está ahí, bajo los escombros, y ese es su pequeño refugio. Allí pasa las tardes, en la escombrera, un lugar prohibido, peligroso e inhóspito que él conoce bien, no tiene miedo. El fantasma de Alicia protege a Bruno, pero su muerte también le hace tener sentimientos encontrados, que le llevarán a tomar malas decisiones. Tras la detención de sus padres siente rabia, impotencia, culpa, ira… Es un menor asumiendo, de manera injusta, una situación de indefensión a la que un niño jamás debería enfrentarse. El desamparo es tal, que le hace temblar. No comprende nada de lo que está ocurriendo. Necesita que regrese un adulto y que sea otro quien tome las decisiones. Pero eso no ocurre y Bruno, al final, siente que ha fallado a su familia, tiene miedo y los ha abandonado, siente vergüenza por no haber sabido cuidar de ellos. En ese momento, ya está lo suficientemente desesperado como para convertirse en un niño soldado.
Silvina
Es la hermana mayor de Bruno, tiene catorce años. Tras la detención de sus padres, lleva una pesada carga que todos le han echado encima, por ser mujer y la mayor, y esta situación la supera. No sabe hacerse cargo de un bebé, no quiere, reclama ayuda a su hermano y a sus primos, pero no le queda otra opción que aceptar la responsabilidad de cuidar a Mateo y a la incontrolable Martina. Desea con todas sus fuerzas que vuelva algún adulto para que la libere de la carga que lleva sobre sus hombros. Tras pasar dos días en la comisaría, conseguirá encontrar a Mateo y llevarlo de vuelta con su familia. Silvina regresará a casa y no saldrá nunca más, convertida en una muñeca rota.
Pablo, Martina y Mateo
Pablo siente verdadera admiración por su primo, cuatro años mayor que él. No puede evitar sentirse culpable por no haber impedido la detención de su madre y de su tía, se siente un crío por no haberse enfrentado a los hombres armados. Está sobrepasado, incapaz de digerir la violencia que ha presenciado. Martina es menuda para sus seis años, es una niña indomable, rebelde, impredecible… Se refugia en sus disfraces, sus caramelos y su nueva muñeca para evadirse, de manera inconsciente, del desamparo, para no darse cuenta de la gravedad de la situación. Mateo es el bebé de pocos meses de Eva. Los hermanos volverán con su madre, pero nunca superarán el día de la tragedia.
Los padres: José e Ignacio Burgo, Eva y Julia Son los padres de Silvina y Bruno y de Pablo, Martina y Mateo. Ellos, al acabar la guerra, encuentran trabajo en una imprenta; son periodistas, pero no pueden ejercer su profesión. Ellas tienen un taller de costura en la casa que tienen que compartir las dos familias, y se dedican, entre otras cosas, a coser las enseñas con el escudo del nuevo gobierno que todos deben llevar en sus ropas como símbolo de apoyo al nuevo régimen. Todos pertenecen al bando perdedor, son perseguidos y detenidos. Alicia La amiga de Bruno, una niña que muere en el bombardeo que destruyó el edificio en el que vivía. Una muñeca vestida como ella, con el mismo lazo azul celeste que llevaba el día en que murió, es lo único que queda de ella, pero suficiente para que Bruno sienta que está con él. Martina se apodera de la muñeca y se comunica con ella, recibiendo consejos y ánimo. Daniel, Luz y Tomás Daniel es amigo de Bruno; Luz, la madre, trabaja como costurera con Julia y Eva; Tomás, el padre, es relojero y se pasa todas las horas del día metido en su taller. La relación entre Daniel y Bruno se ve afectada a raíz de la detención de los padres de Bruno y la reacción de Tomás, distante y cobarde por miedo a que los relacionen con la familia Burgo. Bruno sabe que Daniel no tiene la culpa, pero no puede evitar reprocharle que no esté a su lado. Juan Terreiro Es el vecino de rellano de las familias Burgo. Es un hombre bien situado, que todos los días sale de su casa bien vestido para ir a trabajar. Julia desconfía de él, guarda las distancias, sabe que no es un hombre de fiar. Sin embargo, Eva es amable con su familia, les dan trabajo y Bárbara, la hija de Terreiro, es amiga de Martina. Ignora a los niños, pero Bruno percibe algo en él: como si un lobo estuviera oliendo una presa, que en este caso serían ellos, y su olfato hubiera detectado que están heridos de muerte. Su trabajo en la comisaría y su actitud cuando descubre allí a los niños hace sospechar a Bruno que ha sido él quien los ha delatado o quien ha organizado el arresto.
Gabriel
Un hombre enjuto, arrugado y cansado. Trabaja en la carpintería que está enfrente de la imprenta donde trabajan José e Ignacio. Es una de las dos únicas personas que «ven» a los niños, que los mira, los pregunta y los intenta ayudar con lo poco que tiene. Se compadece ante la situación que están viviendo, se alarma al pensar en una solución y se escandaliza por la barbarie. Es la persona que advierte a Bruno sobre el resto de invisibles, sobre que son ellos los únicos que le podrán «ayudar», nadie más le va a echar una mano, aunque tendrá que pagar un alto precio por ello; Gabriel piensa más en la supervivencia de Bruno, la prioriza ante el alto coste que tendrá.
Emilia Villalobos
Una joven prostituta que decide ayudar a los niños ocupándose de Mateo, que está enfermo y necesita urgentemente que le vea un médico. Ella no tiene mucho que perder y reivindica atención en la comisaría. Finalmente, se la llevan a prisión, y con ella se va Mateo; así será más fácil que lo vea un médico. Ninguno de los niños se fía de ella, visto el comportamiento del resto de adultos, pero Emilia cumple su palabra y Silvina trae de vuelta a Mateo.
«Estar perdido no significa no saber dónde se está. La mayor parte de las veces uno se pierde en los lugares más familiares. Basta un cambio de ánimo, la falta de luz, la ausencia de sonidos familiares y los lugares que se frecuentan se vuelven irreconocibles». ¿Cómo pueden convertirse los lugares cotidianos en espacios amenazantes?
Feliz Semana de lecturas
Saludos
Alejandro López