Ventanas: Desde capitulo 5 hasta capítulo 8.
Ventanas coloca la mirada en el punto de vista de los vencidos, de los inocentes que acusan las consecuencias de la Guerra Civil —un conflicto sin nombres en la novela, que podría ser el de nuestra geografía, o cualquier otro—. También habla de la insolidaridad de los vecinos, del miedo a que te relacionen con la familia de un detenido y de una ciudad en la que cinco niños quedan en los márgenes de una sociedad que contempla impasible su desgracia.
La narración de Paloma González Rubio destaca por la certeza con la que logra transmitir el desamparo de sus personajes, una narración que asiste atónita a su desvalimiento, que quisiera rasgar las palabras para tender una mano a la familia de Bruno. Ese es el lugar en el que te sitúa como lector, y se vale de una ambientación lúgubre y opresiva para transmitir su desdicha. Es directa, dura, pero también es una narradora llena de sensibilidad y respeto; hay algo de magia en la forma que tiene de acompañar a sus personajes.
El virtuosismo de Ventanas reside también en su estructura: cada capítulo está encabezado por el nombre de una ventana distinta. Tragaluz. Mirilla. Vidriera. Óculo. Aspillera. Su historia nos recuerda que las ventanas se crearon para dejar pasar la luz, pero hubo una época, no tan lejana, en la que permanecieron desnudas para mostrar las vidas ejemplares de las personas. Todo a la vista, nada que ocultar ni de lo que avergonzarse.
Esta segunda semana de lectura compartida, leeremos los siguientes cuatro capítulos.
5. Gatera, 6. Lumbrera, 7. Vidriera y 8. Respiradero
Luz no está en casa y Tomás, el padre, no quiere abrirle la puerta, le da una bolsa con algo de comida a través de la gatera y le pide que se marche, porque los está poniendo en peligro. Bruno corre de vuelta a casa, pero cuando llega, el portal está cerrado y la portera no le quiere abrir. Cuando alguien se pasa del horario no puede regresar hasta el amanecer. Bruno decide pasar la noche en la escombrera y allí, con miedo, sed y mucho frío, se esconde en un lugar desde el que las patrullas nocturnas, que se dedican a buscar indigentes y miembros de la Resistencia, no puedan verle. Sueña que Alicia sale de los escombros, vestida igual que el día del bombardeo, se reconfortan mutuamente, pero al amanecer no queda rastro de ella.
Mientras tanto, Silvina se hace cargo de sus primos, preocupada por su hermano y con una carga de responsabilidad que la sobrepasa. Durante la noche no puede dormir, escucha ruidos extraños: alguien ha entrado en la casa, revuelve en el cuarto de sus tíos y sale corriendo al oír un golpe fuerte que viene del despacho del abuelo, clausurado por la policía hace ya tiempo. Bruno encuentra una muñeca vestida igual que Alicia en el lugar donde ha pasado la noche, es ella, no tiene duda. Al regresar a casa, se cruza con una vecina que lleva un collar similar al de su tía, y Silvina le confirma que han entrado a robar.
Los niños están furiosos, desamparados, y deciden pedir ayuda por el respiradero de la cocina, aunque nadie atiende a sus gritos de auxilio.
Espacio y tiempo
Cabe destacar el papel del espacio y el tiempo como elementos narrativos de la novela. En ningún momento se menciona en qué ciudad o país residen los personajes, ni la época en la que viven; recurso deliberado y, por otro lado, típico de la distopía, enfocado a hacerla universal, a llamar la atención sobre el hecho de que lo que se narra puede suceder en cualquier país o época, que el terror, la injusticia, la indefensión no son patrimonio exclusivo de un país o cultura, sino un recurso universal vinculado al autoritarismo.
TEMAS
Educación para la paz
Este libro es, ante todo, una crítica a la utilización de la infancia en los conflictos armados, al desamparo que sufren, a la violencia sexual ejercida sobre ellos, al reclutamiento de los niños y niñas soldado… Porque el cumplimiento y la protección de los derechos de la infancia debe ser algo prioritario para cualquier sociedad y en cualquier situación.
La familia
Entre los hermanos y los primos se ocultan detalles escabrosos o dolorosos, como actos piadosos para evitar más sufrimiento. Bruno evita desmoronarse, dar rienda suelta a su impotencia y a su miedo, llorar, gritar… tiene que seguir siendo el chico fuerte, el héroe, frente a su primo. Solo entre Silvina y Bruno se permiten cierto desahogo, lloran y se consuelan, liberan un poco la angustia que les impide casi respirar. Tanto Bruno como Silvina ansían liberarse de la responsabilidad que les ha tocado, pero su solidaridad está por encima y, por ejemplo, cuando Bruno va a buscar a Luz en busca de ayuda, piensa que lo que realmente le gustaría es que no le dejase volver a su casa y no tener que pasar la noche haciéndose cargo del resto, pero le preocupa que Silvina no pueda ocuparse de todo.
Por paradójico que pueda parecer, en la novela es más terrible lo que no se narra o lo que solo se insinúa. ¿Por qué creéis que eso es así?
Feliz semana de lecturas
Saludos
Alejandro López