1ª parte. Hasta el capítulo 11
Libro que estamos comentando
La evolución de la liturgia en la Iglesia católica y su intento por acercarse a los fieles, que hasta entonces habían estado alejados, casi como simples espectadores, de lo que ocurría en el presbiterio, había disminuido la importancia y la pureza de algo tan elegante y bello como los cantos que se utilizaban en los oficios religiosos.
En el prólogo de esta novela, Louise Penny se refiere a dom Prosper como la persona que "se impuso como misión devolver a la vida los cantos gregorianos originales". Dom es la contracción del latín, Dominus, "señor" o "maestro", que se utiliza tradicionalmente como un prefijo honorífico de un nombre propio o apellido en el ámbito de las órdenes religiosas de los benedictinos, los cisterciense y los cartujos en los países francófonos. El más famoso es posible que sea el que da nombre a la etiquet del champán francés Dom Perignon.
Parece que dom Prosper hace referencia a dom Prosper Gueranger (1805-1875), un insigne sacerdote que, con su impulso y dedicación, ayudó a reformar muchos aspectos de la vida benedictina y, especialmente, recuperar los cantos que descansaban en el olvido en los cantorales de monasterios y catedrales. Hay más información sobre su figura en la web de la Abadía de Solesmes, en la que colaboró en su restauración. https://www.solesmes.eu/abbe/dom-prosper-gueranger
La autora dedica las páginas de su extenso prólogo a explicar los detalles sobre el método para descifrar el verdadero sonido del canto gregoriano, tal cual como se cantaba por los monjes en la Edad Media. Esta explicación, que puede parecer excesivamente erudita, facilita la comprensión de muchos detalles que después aparecen en la novela relacionados con el canto gregoriano, "el bello misterio", por el impacto espiritual que provoca en quienes lo escuchan.
UN BELLO MISTERIO se inicia con la imagen del abad de Saint-Gilbert-Entre-les-Loups, una abadía ficticia situada en un paisaje remoto de los bosques de Quebec, angustiado por una sensación no muy precisa de maldad y agitación ante las hileras formadas por los veinticuatro monjes que viven en le monasterio.
Como no podía ser de otra forma, la autora no precisa la orden a la que pertenece la abadía, pero el hecho de utilizar el prefijo "dom", el silencio en la vida diaria de los monjes y que existan en esa institución conjuntamente la figura del abad y el prior, nos hace suponer que haya encontrado, sin nombrarla, la inspiración en los cistercienses, los benedictinos o los cartujos.
En el jardin privado del abad, dom Philippe, se ha encontrado el cadaver de un monje, el hermano Mathieu, el prior y reconocido maestro de canto del monasterio. Hasta allí llega un equipo de homicidios de la Sûreté de Quebec, dirigido por el inspector jefe Armand Gamache, con el inspector Beauvoir y el capitán Charbonneau, dispuesto a resolver el misterio de un evidente asesinato cometido en el interior del monasterio, en una situación que, de principio, recuerda a los casos de "misterio de cuarto cerrado", en los que es preciso resolver el enigma de cómo pudo entrar y salir el asesino del lugar del crimen.
Enseguida empatizamos con las personalidades de los policías, construidas con unas caracteristicas muy humanas y reflexivas. Están dotados con un equilibrio muy marcado por el conocimiento de su profesión, la intuición que les ha hecho ganar la experiencia de muchos años y la observación del alma y condición humana.
Desde el inicio, UN BELLO MISTERIO, en comparación con otras novelas que hemos leído últimamente, más violentas y sanguinarias, respira una paz y un ritmo relajado muy acorde con el ambiente monástico en el que ocurre la acción. Es posible que esa tranquilidad acabe cuando surgan, como suponemos, todas las tensiones que se concentran en una cerrada comunidad monástica.