“Lo que no queremos mirar” y “Lo que no debería existir”

Libro que estamos comentando

Queridos viajeros, queridas viajeras:

Finalizamos esta semana el viaje a los Territorios Improbables de Pedro Torrijos, con los dos últimos capítulos: “Lo que no queremos mirar” y “Lo que no debería existir”.

Lo que no queremos mirar

El ser humano ha colonizado el planeta con cien prodigios, con mil ingenios asombrosos y con cien mil artefactos que sirven par entender el sentido de la maravilla. Pero también ha construido lugares que preferiríamos que no hubieran existido. Porque nos dan miedo. Porque nos enfurecen. Porque nos avergüenzan. Porque nos ponen delante de un espejo. Porque nos recuerdan que somos criaturas imperceptibles en el cosmos, apenas accidentes en el tiempo.

De este capítulo no sé bien qué territorio me ha impresionado, sorprendido o, incluso, atemorizado más. ¿El castillo de los horrores en Pensilvania? ¿Las ciudades Ovni de Taiwan? ¿La Casa Winchester de California?

Sin duda, lo que más me ha aterrorizado ha sido La isla de las muñecas en Ciudad de México. Me parece algo inaudito, terrorífico, excesivo. No me gustaría pisar esa isla, no. Por otro lado, creo que me quedo con Ponte City, en Sudáfrica, como el símbolo derrocado del apartheid. Me parece un icono muy potente... aunque Centralia, ese poblado que arde y arde y esas nueve personas, allí, atrapadas... O el barrio abandonado de Chipre, un lugar apocalíptico, que provoca sudores fríos.

¿Cuál es vuestro territorio más improbable?

Enlaces (la mayoría, vídeos de los lugares):

Lo que no debería existir

Quizá si buceamos hasta lo más profundo con los ojos muy abiertos, descubramos lugares cuya existencia desafía a la lógica de la realidad.

De estos lugares, me quedo con la cicatriz que es el Museo Judío de Berlín, y la reflexión que hace Torrijos sobre la vida y la obra de un arquitecto (extrapolable, creo, a los artistas):

“Sería muy aventurado afirmar que Daniel Libeskind solo atendió a circunstancias emocionales cuando planteó el edificio. (...) Pero sería aún más aventurado pensar que la vida de una persona no afecta decididamente a su obra. Que su experiencia y su comprensión del mundo no modelan y definen la respuesta que ofrece a ese mundo.”

Y, por supuesto, el Centro Pompidou, que en mis lejanos años de estudiante universitaria estudié con admiración no por el continente, no, sino por el contenido, que es lo que realza el continente. Este centro, innovador, pionero, era el espejo donde se miraban los centros culturales de nuestro país, no hace mucho tiempo (¿o sí?)

¿Qué lugar improbable elegís vosotros?

Enlaces (la mayoría, vídeos de los lugares):

¿Nos leemos?