3- Réquiem de Anna Ajmátova
3- Réquiem de Anna Ajmátova
Esta semana del lunes 18 de noviembre leeremos los fragmentos 7, 8, 9.
En esta parte del poema nos encontramos con unos de los versos más bellos y más dolorosos de Ajmátova, (o al menos a mí me lo parecen), reconozco que prefiero la traducción de Jesús García Gabaldón a la de José Manuel Prieto que tenéis abajo del todo.
7
LA SENTENCIA
Y cayó la palabra de piedra
Sobre mi pecho todavía vivo.
No importa. Estaba preparada.
De alguna manera me las apañaré.
Hoy tengo que hacer muchas cosas:
Hay que matar la memoria,
Hay que petrificar el alma,
Hay que aprender de nuevo a vivir....
Hoy quería contaros más cosas sobre Anna Ajmátova, tras una gran discusión con su marido decide viajar sola a París y allí pasó pasó la mayor parte de su tiempo con su amigo Amedeo Modigliani, por lo que se originó su peculiar leyenda amorosa con el pintor, pero según ella Modigliani estaba enamorado de otras cosas...
Os pongo un fragmento en el que ella lo describe:
«Amedeo Modigliani»
[…] En esa época, Modigliani estaba loco por
Egipto. Me llevó al Louvre a ver las salas
dedicadas a Egipto y me aseguraba que todo lo
demás (tout le reste), no merecía atención alguna.
Dibujó mi cabeza adornada cual las reinas egipcias
y las bailarinas, y parecía estar completamente
enamorado del gran arte egipcio. Es evidente que
Egipto fue su última gran pasión. Poco después se
volvió tan original que ya, desde entonces, no se
desea recordar nada al mirar sus lienzos. Ahora a
ese periodo de Modigliani lo llaman Période
nègre… […].
Y según ella misma contó A. Modigliani llegó a realizar entonces hasta dieciséis dibujos,muchos de los cuales se perdieron en Tsárskoie Seló durante los primeros años de la Revolución, cuando unos soldados del Ejército Rojo los usaron para liar sus cigarrillos.
Aquí algunas de las pinturas que Modigliani le hizo a Anna Ajmátova:
https://images.app.goo.gl/uDRheSsKNRZthESGA
https://images.app.goo.gl/5422gWk7tnzexf4m7
https://images.app.goo.gl/aK8hfgGWzC95fSSt7
https://images.app.goo.gl/xRDAUsumUmoyVVBPA
Tras ese viaje ella regresa a Rusia y se integró en el ambiente artístico que regía su marido, especialmente en las lecturas de la revista Apollón y el llamado «Gremio de poetas» el órgano del recién nacido acmeísmo, que se había desligado de los simbolistas y que organizaba reuniones, publicaciones poéticas propias y poemarios individuales. Y publica su primer libro El atardecer que alcanzó un inesperado éxito, Es entonces cuando decide cambiarse el apellido porque su padre consideraba que ser poeta deshonraba el apellido y aquí nos explica quién era su abuela de quien toma el apellido:
El kan Ajmat, mi antepasado, fue
asesinado en su tienda una noche por un
mercenario ruso y con su muerte, según sostiene
Karamzín, en Rusia terminó el yugo mongol. (...)
Ajmat había sido, como se sabe, de la estirpe de
los descendientes de Gengis Kan.
Una de las princesas Ajmátova —Praskovia
Egórovna— se casó en el siglo XVIII con un tal
Motovílov, terrateniente rico y noble de
Simbirsk. Este Egor Motovílov fue mi
bisabuelo. Su hija Anna Egórovna, mi abuela,
murió cuando mi mamá tenía 9 años, y a mí en
su honor me dieron su nombre. De una diadema
que le pertenecía hicieron varias sortijas con
diamantes y una con una esmeralda; su dedal
no me entraba, y eso que tenía dedos finos*
AJMÁTOVA, Anna, «Prosa poética»; traducción de Liudmila Róschina; art. cit., p.127.
Tras esa publicación pasó a ser una de las figuras más representativas del recién nacido acmeísmo, que se caracterizaba por defender, en contraste con el simbolismo, la precisión y la concisión en la poesía, la claridad de imágenes y un intenso anhelo por desarrollar una cultura mundial. M. Kuzmín en el prólogo del citado libro de nuestra autora resaltaba la gran capacidad de Ajmátova por encontrar la palabra exacta.
[…] Anna Ajmátova posee la capacidad de
comprender y amar las cosas exactamente por sus
asociaciones incomprensibles con los minutos
sufridos. Con frecuencia menciona exacta y
detalladamente un objeto cualquiera abandonado y
olvidado (un guante en una mesa, una nube en el
cielo como la piel de una ardilla, una luz amarilla
de velas en el dormitorio, el sombrero de tres picos
en el parque de Tsárskoie Seló), que parece no
tener relación alguna con todo el poema; pero,
justamente por esa mención, la picadura es más
perceptible y sentimos más dulce el veneno […].
Es madre, su marido y ella deciden convivir, pero vivir vidas separadas en todos los aspectos.
Publica su segundo libro El Rosario con poemas como este:
«Tu amor a ti no te requiero…»
Tu amor a ti no te requiero.
En lugar seguro lo tengo.
Confía en mí: a tu amada
no escribo celosas cartas.
Acepta este consejo sensato:
deja que ella lea mis versos
deja que guarde mis retratos.
¡Actúa cual un novio benévolo!
Porque para esas memas es indispensable
ser conscientes de su absoluto éxito,
más que la amistad y las pláticas brillantes
o evocar los primeros días tan tiernos…
Y cuando a esta nimia felicidad
sobrevivas con tu maravillosa amiga
y, de repente, ya el alma saciada,
con aborrecimiento todo lo vivas...
No vengas a mi noche solemne.
No te conozco ni sé quién eres…
Además, ¿cómo te podría ayudar
si de felicidad yo no sé curar?
1914
Me salto parte de su interesante historia resumo que se divorcia de N. Gumiliov, el hijo de ambos se queda a vivir con la abuela paterna, y Anna se casa con Shileiko un crítico posesivo y celoso que por un tiempo le impide escribir.
Le llega la noticia de la muerte de su hermano, muere el poeta A. Blok; y su ex marido es acusado de traición por los bolcheviques, Gorki no consiguió que la orden de liberación de Gumiliov llegara a tiempo y fue fusilado.
Anna publica en 1921 Anno Domini MCMXXI.
Muere su segundo marido y se casa con N. Punin, llega el terror con el ascenso de Stalin, esto ya os lo conté la semana pasada y comienza la persecución a su hijo.
Y llega Réquiem que nos da las pautas suficientes para entender no solo su tormento personal sino también aquel gran tormento general del que fue testigo Ajmátova. En aquel entonces se encontraba a diario en las interminables colas frente a la citada cárcel de la calle Shpalernaia, donde actualmente se ha erigido una escultura de la poeta.
Las penurias de su hijo condenado a prisión, a muerte, milagrosamente salvado por el azar y sufriendo una larga condena provoca el alejamiento madre-hijo.
A continuación, os dejo la versión de José Manuel Prieto González de esta tercera entrega para que podáis compararlas.
7
Y cayó la palabra de piedra
sobre mi pecho, aún con vida.
No es nada, siempre supe que así sería,
sabré enfrentarlo de la mejor manera.
Son muchas las cosas que aún debo hacer:
acabar de matar la memoria,
procurar que mi alma se vuelva de piedra,
y aprender de nuevo a vivir.
Y si no… El cálido susurro del verano
semeja una fiesta bajo mi ventana.
Hace tiempo ya lo había presentido:
este diáfano día y esta casa vacía.
Verano de 1939
8 A la muerte
Ya sé que vendrás, ¿por qué mejor no ahora?
Espero tu llegada mientras llora mi alma.
Apagué la luz y abrí de par en par la puerta
para que pudieras entrar, tú, tan simple y tan extraña.
Asume para esto el aspecto que quieras,
irrumpe como un proyectil envenenado,
o golpea silenciosa, como un bandido experto,
o mátame con el veneno del delirante tifus.
O llega con ese cuento, que tú misma inventaste
y que ya todos conocemos hasta la náusea —
en ese que descubro la gorra azul del gendarme
y detrás al conserje, pálido de muerte.
Hoy ya me da igual. Sobre el Yenisei se arremolina
la niebla. Fulgura imponente la estrella polar.
Y el más cruel de los espantos nubla
el brillo azul de los ojos que amo.
Casa de la Fontanka, 19 de agosto de 1939.
9
Ya el ala de la locura
ha cubierto la mitad de mi alma,
me da a beber su vino de fuego,
y me llama a su valle tan negro.
Comprendí entonces que ella
había conseguido la victoria,
que debía escucharla como quien
presta oídos a un delirio ajeno.
Y que no me dejaría
llevarme nada conmigo
por más que le pidiera,
o la cansara con mis ruegos:
ni el espanto en los ojos de mi hijo:
su sufrimiento vuelto piedra;
ni el día en que estalló la tormenta,
ni nuestra corta entrevista en la prisión.
Ni el amable frescor de sus manos,
ni la sombra temblorosa de los tilos,
ni aquel distante y levísimo rumor
de las palabras, el último consuelo.
Casa de la Fontanka, 4 de mayo de 1940
Hasta el próximo 25 de noviembre.
Paula Carbonell