Relatos KM: En la bahía y Psicología
Hola a todas y todos, aquí llegan de nuevo las recomendaciones de lectura de esta semana. En estos días leemos dos relatos bien interesantes: En la bahía y Psicología.
Vamos a ello.
En la bahía
Como veréis en este relato aparecen los mismos personajes que conocimos en el cuento anterior (Linda, Beryl, Stanley...), lo cual, en mi opinión, facilita la llegada al cuento (es un lugar que ya nos resulta familiar, son unos personajes a los que ya conocemos). Pero por otro lado, si os fijáis, no tiene nada que ver con el otro cuento. Aunque bien es verdad que ahonda en cuestiones que ya aparecieron antes (porque los personajes siguen teniendo los mismos anhelos y deseos) las situaciones son distintas (empezando porque están en la bahía, es decir, de vacaciones) pero igualmente brillantes.
¿No os causa asombro la manera maravillosa como escribe esta autora? Es impresionante cómo te lleva al lugar donde todo transcurre y cómo te muestra tantas cosas (y de tanta hondura) con un estilo tan pulcro, tan delicado y, sobre todo, nada pretencioso. Cuando menos te lo esperas estás atrapado por esa prosa exquisita.
Si os fijáis el cuento transcurre a lo largo de un día: comienza con el amanecer y el lento despertar y acaba al anochecer. En seguida nos encontramos con distintos momentos vividos por algunos de estos personajes y que transcurren de manera temporal: Stanley se levanta y se da un baño y luego desayuna y se va a trabajar; en el desayuno coincide con Beryl, y luego con las niñas y con la abuela... y así se va desplegando toda la historia (la suma de historias). Y mientras todo esto sucede, como quien no quiere la cosa, van apareciendo, como gotas de rocío apenas perceptibles, en los diálogos o en cualquier momento del texto, detalles relevantes --de la trama, de los personajes...--, sí, como rocío apenas a la vista pero que te va calando por completo según avanzas en la lectura. Por ejemplo este brevísimo diálogo: "¿Ocurre algo, di? [pregunta Stanley a Beryl] (...) --Nada --dijo en voz baja [Beryl] (...)--. ¿Qué va a ocurrir?". Y de nuevo nos encontramos con esa sensación de insuficiencia de la vida, de deseo por algo que no llega, de la joven Beryl.
Tiene momentos memorables (muchos), yo sólo os comento alguno que me ha dejado fascinado. Por ejemplo cuando Stanley acaba de marcharse y en la casa se quedan las mujeres y entonces la narradora dice "Caramba, qué alivio, qué diferencia estar con el hombre fuera de casa. Hasta las voces les cambiaron al llamarse unas a otras; las voces eran cálidas y cariñosas, como si compartieran un secreto." (p. 117) ¿Qué opináis de esto que comenta?, ¿es que Stanley es un hombre opresor?, ¿os parece por lo que hemos leído hasta ahora?, ¿o es más bien una referencia a otra cosa, a la sociedad patriarcal en la que transcurre esta historia (y en la que, aun cuando los hombres no sean "opresores" sí la simbolizan. Por lo tanto es una referencia simbólica)? Desde luego es un párrafo bien jugoso y nos da una idea de la fuerza de esta autora y de la hondura de estas historias. Me interesa saber vuestras opiniones.
Igualmente podemos hablar del momento en el que Linda se queda sola con el niño (hay un bebé que no estaba en el cuento anterior) y hay unas reflexiones que, sospecho, también serían bien controvertidas en aquella época: "Era muy fácil decir que las mujeres estaban para traer niños al mundo. No era cierto. En lo que a ella tocaba, podía demostrar que no era así. Tener niños la había roto, le había robado las fuerzas, le desapareció el valor. Y lo que lo hacía doblemente insoportable era que..., que no quería a sus hijos. De nada servía disimular." (p. 128)
La vida (de todas sus protagonistas. Y sobre todo esa inconformidad con la vida, esa insuficiencia de lo que los días ofrecen) y la muerte (sólo basta hacer referencia al pasaje entre Kezia y la abuela) encuentran lugar en esta historia, se cuelan por sus rendijas, entre sus palabras y sus frases. Es maravilloso.
Y por si aún quedaba alguna duda sobre la carga de profundidad que subyace en este cuento delicioso, la autora nos invita a acompañar a Alice, la criada, en su tarde libre hasta la casa de la señora Stubbs, quien se nos aparece como una mujer que hace lo que le parece y que, directamente dice frases como "¡Lo mejor es la libertad!" (p. 136). Una libertad que incluso puede dar miedo o agotar (porque hasta la propia Alice tiene ganas de volver a su casa, a su rutina, a su trabajo).
Para terminar, dos momentos memorables más: el ratito de juego de los niños (con las cartas y los animales), qué salto a la infancia infinita. Y el pasaje del penúltimo capítulo con Beryl confundiendo deseo y realidad, es brutal, brutal.
Tengo muchas ganas de leer vuestros comentarios sobre este relato que, en mi opinión, es absolutamente deslumbrante.
Psicología
Pienso que en este relato la autora intenta jugar con dos planos: lo que sucede y lo que los personajes desean que suceda. Quizás hoy quede algo anticuado (porque las convenciones sociales no son tan estrictas, supongo) pero resulta un ejercicio bien interesante.
¿Qué os parece?
Os leo en los comentarios.
Feliz semana de lectura,
Pep Bruno