2ª parte. Hasta el capítulo 8.
Los colmillos y la casa de socorro de Hester son los motores que concentran el progreso de la acción en "Mareas inciertas". En realidad, son la escusa para que sucedan las dos líneas argumentales paralelas que, por ahora, no parece que vayan a cruzarse.
Los colmillos de marfil robados en el Maude Idris desencadenan la esperada trama policial, como en todas las novelas de la saga de William Monk. La casa de socorro de Portpool Lane es el espacio sobre el que giran los personajes relacionados con Hester Monk. Los Monk, de esta forma, son los principales protagonistas de la novela y mantienen una situación similar, con el mismo status, la misma sensación de autoridad y la misma responsabilidad, cada uno en su ámbito de actuación.
El resto, las descripciones de la ribera del Támesis, los muelles, las calles peligrosas y resbaladizas por las que deambula Monk, o la casa de Margaret Ballinger y el concierto en la casa de Lady Craven, son los elementos que sirven para describir una buena parte de la sociedad londinense en la época victoriana.
Con muchos elementos de la crónica social o la prensa rosa, el abogado Oliver Rathbone pasa a recoger a Margaret para acudir al concierto que se celebra en la casa de una aristócrata y a la que acuden muchas señoras acostumbradas a financiar causas filantrópicas. Además de acudir a un acto cultural, Margaret aprovecha para pedir dinero para la casa de socorro para prostitutas. Describir esta escena implica tener en cuenta un montón de detalles, y no es el menor contrastar las actitudes de ambos. Los dos parecen estar muy a gusto y disfrutar de la compañía del otro, pero las intenciones amorosas están solamente esbozadas. Es la madre de Margaret la que provoca una mueca de diversión cuando intenta "vender" a su hija, ya madura y con la edad para formar una familia, a un posible pretendiente con el bolsillo bien cubierto. En un todo agradable y distendido, esta escena cumple con los tópicos de la novela romántica.
Monk, mientras tanto, madruga para recorrer los muelles del Támesis y encontrar alguna pista sobre el robo y el asesinato en el buque de Louvian. Encontrar algo que le sirva parece más difícil que encontrar una aguja en un pajar. Lo que sí se lleva es una puñalada bastante inexplicable de un extraño y de la que se recupera de forma milagrosa.
Él reconoce que el río no es su ambiente preferido ni en el que se desenvuelve con más comodidad. Aun así, progresa en su investigación con más fortuna que averiguación ortodoxa. Algunas informaciones sobre el empeño de Louvain por recuperar lo más rápido posible los colmillos de elefante son bastante lógicas y suelen circular libremente por los mentideros que rodean el río. Las dificultades económicas de Louvain para conseguir el dinero para comprar el barco, un clipper, que le garantice estar en el punto más alto del comercio de la metrópoli con su imperio en el extremo oriente también sería lógico que recorrieran todas las orillas del Támesis.
Lo que ya no me parece tan lógico, y de hecho no acabo de entenderlo del todo después de haberlo leído varias veces, son las razones por las que Monk concluye que el barquero Gould es el responsable del robo de los marfiles y del asesinato de Hodges. ¡Qué casualidad! Monk habla con dos o tres personas en el río y resulta que una de ellas es la responsable.