Los Pazos de Ulloa: 22, 23, 24 y 25

Libro que estamos comentando

Hola a todas y todos, vamos allá con la penúltima semana de lectura de este libro. (Sí, la próxima semana terminamos, así que si os apetece leer "Cien años de soledad" ya podéis ir apuntándoos). Pero dejémonos de preámbulos y vayamos al lío.

 

Capítulo XXII

Dejamos la pasada semana al curita Julián entre cazadores y con ganas de llevárselo para que probara su tino con la escopeta. Este capítulo tiene el pasaje con Chonito, el perro cazador (ay, con un cruel desenlace para Julián) y una página apenas en la que la narradora nos habla de la caza de la liebre y del poder del deseo. 

En cuanto a Julián, en fin, qué contaros que no vayáis sospechando antes de leer: no es ese el territorio en el que el cura mejor se desenvuelve (y eso la autora bien lo aprovecha, como podréis ver). Pero el pasaje de los amoríos entre liebres bien podría andar anticipando o advirtiendo de algo que (ya) está pasando o que puede ocurrir más adelante. En fin, el deseo es lo que pone a los humanos en movimiento, incluso a los curas. ¿O no?

 

Capítulo XXIII

Oh, este capítulo es bien interesante. Nucha por fin descubre que no sólo es hijo de Sabel, sino que también lo es de su marido. No quiero contaros mucho porque ocurren varias cosas interesantes: fijaos en cómo sucede todo, cómo reacciona ella, cómo reacciona Julián, cómo termina el capítulo. Y sobre todo daos cuenta de que Nucha sólo cuenta con don Julián (como bien sabemos desde hace rato) y si don Julián falla, es mucho el fallo que hay, eh.

Y no perdáis de vista esto porque después de algo tan emocionante doña Emilia deja las cosas así, como quien dice las espadas en alto (como don Quijote y el vizcaíno), y comienza un nuevo hilo argumentativo que también se va a imbricar en el nudo de la acción, pero eso ocurre en los próximos dos capítulos.

No dejéis de comentar qué os parece lo que aquí ocurre y la suma de sucesos, charlas, decisiones...

 

Capítulo XXIV

Este capítulo es largo y parece que en sus inicios se aleja de lo que ocurre en los Pazos, pero para nada, comienza como a otra cosa pero acaba, oh, cómo acaba.

La cosa es que la política entra en los Pazos y el que se hace llamar Marqués, don Pedro, marido de Nucha, acaba por ser candidato para las elecciones. Esto altera la vida en el reposado lugar que antes eran los Pazos y afecta para mal y para bien al día a día. Y digo para bien porque con esto de las visitas y los politiqueos don Julián consigue que se reteje la capilla y se vaya arreglando y limpiando todo y allí pasa las horas con Nucha y parece que algo de alegría entra por las ventanas de la capillita, y cuando todo parece estar tomando un cariz alegre, ay, algo sucede, un pequeño detalle, nimio acaso, un malentendido, que quizás sólo nosotros seremos capaces de comprender la dimensión que puede tomar. Nosotros y Primitivo (al que casi habíais olvidado, eh).

Y no digo más. Sólo que os espero en los comentarios porque aquí va a haber tela para cortar un rato.

 

Capítulo XXV

En este capítulo veremos que Primitivo no ha perdido el tiempo en los Pazos. En cuanto empieza a hablarse de dinero resulta inevitable recordar a Madame Bovary y la espiral en la que se fue enredando, por eso, ya avisados, que don Pedro tenga que recurrir a un préstamo y que todo su apoyo se fundamente en Primitivo... no parece buena cosa. Pero es que además en este capítulo podemos escuchar la conversación del opositor político y descubrir que quizás no está tan claro todo el asunto. Y reafirmar que sí, que Primitivo no ha perdido el tiempo en los Pazos y tiene un fondo, una doblez, que ya sospechábamos pero que ahora, en verdad, resulta temible.

Lo siento, hoy no estoy muy locuaz con las lecturas, pero es que anda todo muy emocionante.

 

Feliz semana de lecturas

Pep Bruno