Los girasoles ciegos, III
Hola a todas y todos, continuamos con la sosegada lectura de esta obra maravillosa. En esta tercera semana leemos el tercero de los cuentos: "Tercera derrota: 1941 o El idioma de los muertos", que en mi edición son unas 40 páginas, de la p. 60 a la 101.
ESTA SEMANA
En estas páginas nos vamos a las cárceles donde quienes perdieron defendiendo la República esperaban sus sentencias de muerte. La historia gira alrededor de un enfermero, Juan Senra, quien, en mitad del juicio (por llamarlo de alguna manera) para ser condenado a muerte, hace una afirmación que puede cambiar el rumbo de sus días.
No quiero desvelar nada (y va a ser muy difícil hablar de ello sin destripar la historia), pero hay unos padres afligidos por la pérdida de un hijo que, de pronto, encuentran una ventana por la que ver los últimos días de este. Por otro lado el protagonista se encuentra agarrado a un relato, a un cuento, y esta parece ser la única opción para seguir a flote en los días.
Me fascina la historia de ese relato: ¿por qué alimenta el cuento, por qué lo recrece, por qué lo mantiene?, ¿por empatía con sus verdugos (¿de pronto comprende que también son humanos, son padres heridos?)?
Igualmente me fascina el desenlace de la historia (de esa historia y de la historia que leemos): ¿por qué hace lo que hace al final?, ¿tal vez porque para contar hay que estar vivo y él ya no lo está?
Mientras tanto en la cárcel van sucediendo cosas: nos encontramos con el Rorro, un viejo conocido de estas páginas, cuyo nudo último acabamos desanudando; conocemos también al joven de las liendres, Eugenio Paz, y su vida recién iniciada y, al mismo tiempo, acabándose; conocemos al comisario político; pero, sobre todo, vamos leyendo a trozos la carta de despedida que Juan va escribiendo a su hermano (y que este, seguramente, no recibirá o recibirá censurada).
De nuevo las palabras y la escritura (como decía en los comentarios al post de la pasada semana Olga) ocupando un lugar central en esta historia: palabras de despedida escritas, palabras que muestran ya el lenguaje de los muertos (porque Juan es un muerto en prórroga de días); pero por otro lado palabras contadas, ficciones, que muestran el lenguaje de los vivos (porque seguir fabulando es vivir).
En fin, como veis, una absoluta delicia. Una maravilla.
¿Qué os ha parecido a vosotras, a vosotros?
Pasad una feliz semana de lectura.
Saludos cordiales,
Pep Bruno