2ª parte. Hasta el capítulo XVII.
Libro que estamos comentando
Esta segunda parte confirma la sospecha de que el sesgo aventurero de las versiones cinematográficas de LAS CUATRO PLUMAS no surgen, por lo leído hasta ahora, de la novela de A.E.W. Mason. Lo que en la película son batallas, asedios y cabalgadas bajo el sol del desierto, aquí se convierte en una reivindicación de las virtudes del ejército británico, tanto como institucion como por sus valores individuales.
Harry Feversham continúa como una sombra cumpliendo en la frontera entre Egipto y Sudán con la promesa que se hizo de rehabilitar su honor, consiguiendo que sus tres antiguos amigos y camaradas, Trench, Castleton y Willoughby, recuperen las plumas que entregaron, acusándole de cobrdía.
De él se habla de forma misteriosa, tanto para adivinar su paradero como para situarlo en remotos lugares, como los pozos de Obak, las ciudades de Berber y Suakin, cumpliendo con valerosas acciones, como entrar en la destruida Suakin en busca de las cartas de Gordon o encontrarse, disfrazado de músico griego, con Durrance en los alrededores de la base del ejército británico en el alto Nilo, Uhadi Halfa.
Estas míticas ciudades, Uhadi Halfa, Berber o Suakin jugaron un importante papel en las guerras coloniales del Imperio Británico en Egipto y Sudán, siempre intntando mantener el control sobre el Canal de Suez. Esta parte, sin embargo, está protagonizada por la relación tortuosa (por los vaivenes de la gurra y por la desaparición de Harry) y reservada entre Ethna y el teniente coronel Durrance.
¡Cuántas palabras sobreentendidas, cuántos sentimientoc ocultados, cuánta pasión contenida! Ethna mantiene el recuerdo de Harry Feversham a pesar de que hayan pasado muchos años sin noticias suyas y que desconozca sus planes de marchar a Egipto para ayudar a su amigos y recuperar su honor. Ahora resuenan huecas y un poco incomprensibles sus palabras y la pluma propia que añadió a las tres que le hicieron llegar su amigos en el fatídico baile en su mansión familiar del norte de Irlanda.
¿Cuantas veces le pregunta Durrance por la razones por las que rompió su compromiso con Harry? Ni su pretendiente ni yo mismo logramos todavía entenderlas, aunque ella diga que son claras y que ya las ha contado previamente. Ethna vuelve a ser vaga e imprecisa en su explicaciones.
Esa escena del baile, cuando Harry recibe la caja con las tres plumas, yo la interpreto como un estado de decepción de Ethna hacia Harry, no en vano ambos pertenecen a familia muy tradicionales. La pluma que ella también le entrega tiene el mismo valor eque el que le hacen llegar sus antiguos amigos. "Ethna jamás había conseguido desterrar el temor de que por ella se habían hechado a peder la vida de un hombre" expresa el narrador, transmitiendo en esta frase los sentimientos de Ethna. Y esta frase se repite en boca de la protagonista para justificar también el rechazo a las pretenciones de Durrance. Una escena clave como esa sigue creando un estado de secretos imaginados y sugeridos con medias plabras. Todo por no herir, por no expresar los sentimientos, tal como reza el tópico sobre la moral de la sociedad victoriana.
El cambio de actitud de Ethna hacia Durrance tampoco tiene demasiadas explicaciones. Si rechaza a Durrance y le pide que la olvide, sigue también recibiendo con gusto sus cartas desde el Sudán. La relación epistolar continúa hasta que en una de esas cartas le comunica que acepta su proposición de matrimonio, sin saber que Durrance acaba de sufrir una insolación en el desierto que le ha hecho perder la vista de forma definitiva. ¿Se casará Etha con un ciego, a pesar de sus prevenciones ante un enlace tan lleno de dificultades? Los dos las tienen, pero cuando Durrance vuelve a visitar a Ethna en la casa de su vecina, la señora Adair, para hacer los preparativos de la boda, los escollos parecen superados.
Hasta que a la casa que la señora Adair tiene en el estuario de Salcombe se presenta el capitán Willoughby, recién llegado de Egipto, anunciando noticias de Harry Feversham y mostrandoles la pluma que envió a Harry en la casa de Ethna en Ramelton .