Última parte: el asesino es .....

Libro que estamos comentando

La apertura de la caja en forma de corazón despeja (aparentemente) la incógnita que nos ha acompañado durante toda la novela. ¿Quién es el causante de la muerte los tres jóvenes en el desfiladero de Bletterbach?. Warner confirma, como muchos sospechabais, que guardaba un secreto que faltaba por desvelar. Es ahora, cuando Salinger le pide explicaciones sobre las fotos de los cuerpos descuartizados (los zombies rotos) y la muñeca con huellas de sangre, cuando no tiene más remedio que contarle lo que pasó ese fatídico 15 de septiembre. D`Andrea encaja perfectamente las piezas del puzzle que hasta ahora ha ido construyendo; si le hubiese contado a Salinger desde el principio lo que se encontraron Günther, Max, Hannes y él mismo en la escena del crimen, nos hubiera privado de la principal razón de ser de la novela a la vez que se habría incriminado en el asesinato del que consideraron en ese momento como el principal culpable, Grünwald, el científico desequilibrado al que Evi había desprestigiado ante la comunidad científica. La escusa que ofrece Werner para justificar semejante delito es una peculiar interpretación de la justicia del linchamiento, la llamada justicia de los Padres, muy acorde con la sensación de que las montañas alpinas, antes de la llegada del turismo, era una sociedad aislada y que se regía por sus propias normas. La justicia de Dios, la justicia de los hombres y la justicia de los Padres, con ese panorama todo es posible. La confesión de Werner provoca enseguida dos inesperadas consecuencias. La actitud de Max al guardar en su casa documentos de la investigación oficial se puede perfectamente interpretar como una forma añadida de ocultar ciertos aspectos del crimen, en este caso la responsabilidad de los cuatro en el asesinato de Grünwald. Y además Werner desvela una auténtica bomba, Annelise no es en realidad su hija, sino que sus padres fueron Evi y Kurt. Este giro, más propio de un melodrama o de un folletín decimonónico, despeja cualquier duda de que LA SUSTANCIA DEL MAL sea en realidad una novela negra, como la publicidad nos ha querido vender. Hace ya bastantes páginas que percibimos que la investigación del crimen del Bletterbach no es el principal objetivo de los personajes, que el silencio de la comunidad de Siebenhoch oculta muchas más miserias que las que una investigación científica y policial pueden desvelar. Novela negra, no. Más bien una novela de intriga. En esta última parte, las ya habituales páginas de relleno están ocupadas por el particular «viaje al centro de la tierra» de Salinger. El autor insiste en intentar acongojarnos con la posible existencia del Jaekelopterus rhenaniae en los remotos túneles y lagos subterráneos del Bletterbach. Lo único que consigue es aburrirnos y que Salinger coja una pulmonía que le deje otra vez en manos de los cuidados de su mujer y su hija. Sin embargo, todo lo que los lectores considerábamos resuelto de caso se viene al traste por el oficio de escritor y guionista de Salinger. Su costumbre de escribir para futuros documentales había dejado su huella en forma de archivo de ordenador, archivo que se había propuesto muchas veces borrar, pero que inopinadamente cae en manos de su mujer, lo lee y conoce el secreto de su parentesco con los jóvenes asesinados. La escena final, otra vez en una noche tormentosa en la garganta del Bletterbach, reúne a los principales protagonistas del acontecimiento de 1985 y les enfrenta, con el recuerdo de los fantasmas de los allí muertos, a la verdad que ninguno, tras tantos años de dolor y sentimiento de culpa, fue capaz de ver: que el verdadero asesino fue ..... Pero eso no lo puedo decir aquí, eso lo tenéis que descubrir en el libro, o revelarlo en los comentarios.