1 LA POESÍA DE LOS ÁRBOLES

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1 LA POESÍA DE LOS ÁRBOLES

 

Buen día de abril, queridas personas ATRAPAVERSOS:

Comenzamos la lectura de la antología de árboles en este tiempo primaveral, justo cuando empiezan las flores y las hojas a revivir, una ocasión inmejorable.

El poemario consta de 75 poemas, de modo haremos la distribución en las cuatro semanas del mes del siguiente modo:

 

  • Esta semana, lunes 3 de abril, leeremos hasta el poema 19 “Bosque” de Ángel González de la página 62.
  • Semana del 10 de abril leeremos hasta el poema 38 “Blanquiazul” del Pura del Prado de la página 102.
  • Semana del 17 de abril, leeremos hasta el poema 57 “Tarde de otoño” de Matsuo Basho de la página 150.
  • Última semana del 24 de abril leeremos hasta el final del poemario con el poema “El tiempo de las plantaciones” de Julia Otxoa de la página 190.

 

Como vais a poder comprobar, en las páginas restantes del libro se encuentran las Notas a los poemas (páginas 193-214), en los que Joaquín Araújo, el autor de la selección, hace un pequeño comentario sobre cada poema y/o su poeta. Os recomiendo que lo leáis justo después (o antes, como gustéis) del poema en cuestión.

 

La poesía es una manera de estar y ser en el mundo. La poesía es el mundo y se manifiesta de múltiples maneras, incluso, como dice un poema de Eugenio Montejo, sin “siquiera palabras”. Son los poetas quienes se las ponen. Toda poesía nace del asombro ante la propia existencia y la del universo que nos abraza. Podríamos decir que es una respuesta a todas las preguntas, y que según la manera de mirar, la personalidad y circunstancias de cada poeta, se transforma en una voz particular única que alimenta a los demás. Porque la obra de cada poeta abre a distintas formas de pensamiento, a otras estéticas y estados emocionales que de resultas nos enriquecen al resto.

Esta reflexión, aplicada a una obra como la que vamos a leer, se demuestra ampliamente, pues aunque el tema —los árboles— sea el mismo, ¡con cuánta diversidad de percepciones nos vamos a encontrar en cada uno de los poemas! Su lectura será como mirar las múltiples imágenes de un caleidoscopio, en el qua cada poema se producirá una afinación de nuestra propia sensibilidad respecto a la naturaleza y los seres arbóreos.

 

Respecto a estos diferentes ángulos de escritura que nos vamos a encontrar, veremos que en numerosos poemas la chispa surge a propósito de un árbol en concreto o un paraje que impresiona en el presente al poeta, o bien que formó parte de su experiencia en otro tiempo, pero que de algún modo continúa viviendo en su interior. Esta experiencia “arbórea” en algunos de los poemas da un salto y se dirige hacia alguna reflexión existencial, pues el árbol en estos casos simboliza para el poeta algo más que su sola contemplación. De modo que el árbol trasciende lo que es y pasa a significar algo novedoso a través de la percepción poética. Podrá significar el paso del tiempo, la contemplación de la belleza, la sabiduría, el amor... Ya vais a poder comprobarlo, pues no solo cada poeta es un mundo, como os digo a veces, sino que en esta antología cada poema asimismo es un mundo. De modo que la inmersión en este poemario no nos dejará indiferentes, su atmósfera creo que nos hará más sensibles a la existencia de los árboles como compañeros de vida.

 

Por último, y no menos importante, esta “inmersión” en los colores y los sentimientos hacia los árboles se va a ver acrecentada con la sensibilidad de Leticia Ruifernández, su ilustradora. Como vais a ver, el libro está planteado de un modo contemplativo: cada poema tiene su imagen, no solo son las palabras. Y esta imagen produce una sensación muy abierta debido al tratamiento de las formas y el color, tan evanescentes de las acuarelas. Parece una ensoñación, fragmentos de una presencia mágica.

 

De todos los poemas de esta semana, destaco  “Árboles” de Federico García Lorca (página 44) porque es un poema que me acompaña —me lo aprendí de memoria en su momento, de tanto como me gustaba— desde hace años. El poeta les pregunta a los árboles si han sido “flechas caídas del azul” y, si ha sido así, “qué terribles guerreros os lanzaron”. Me parece una imagen muy potente: gigantes-guerreros lanzando a los árboles desde “el azul” a la tierra.

Ahora os pido que traigáis a vuestra mente la imagen del baobab, tan especial; pues bien, en África se piensa que este árbol está cabeza abajo (la copa enterrada y las raíces al aire) debido a que en su porte las ramas semejan raíces. Pues fijaos qué belleza en la coincidencia de la imagen (no creo que Lorca conociera esta historia, pero ¿quién lo puede saber?), pues los africanos piensan que estos árboles baobab en origen fueron lanzados por los dioses a la tierra. Maravilloso.

El poema termina con el poeta preguntándose si las raíces reconocerán su “corazón en tierra”.  Como si su corazón fuera su ser, su cuerpo todo, y cuando muriese esta fuera la preocupación del poeta: ¿me reconoceréis?, ¿seréis amables conmigo que tanto os admiro y que pienso que tenéis una música que viene de los ojos de Dios, de la pasión perfecta?

 

Aquí me detengo por hoy, justo donde comienza vuestra lectura.

Os deseo un viaje lleno de descubrimientos, como diría Cavafis, y que los árboles tomen una recia presencia en vuestra vida y os acompañen.

 

¡Salud y Poesía!

Estrella Ortiz