La cabaña del tío Tom, II

Libro que estamos comentando
Retrato de Harriet Beecher Stowe, la autora de La cabaña del tío Tom

Hola a todas y todos, seguimos en esta segunda semana atrapados en la lectura de La cabaña del tío Tom, un libro que a algunas y algunos de vosotros os ha sorprendido por ser tan conocido como poco leído y, al mismo tiempo, por resultar tan enganchoso, qué bien.

Para estos días, y como es habitual, os propongo leer los capítulos del VI al IX, ambos incluidos, es decir, poco más de sesenta páginas. Ya sabéis que como en las dos primeras semanas puede seguir enganchándose gente vamos un poquillo más despacio para que no queden rezagados.

Pero vamos al lío.

 

ESTA SEMANA

En estas páginas escaparemos con Eliza en su huida para que no le arrebaten a su hijo. Conoceremos más de su vida (de otros hijos que tuvo y murieron) y, en general, de la penosa vida del esclavo, incluso siendo un esclavo en una propiedad "buena" con los esclavos y siendo de las esclavas "privilegiadas", por ser de confianza de la señora (como es el caso de Eliza).

Este viaje de huida nos muestra también a otros personajes que no tienen inconveniente en echar una mano, incluso en el caso de los Bird, donde la contradicción entre el decir y el hacer del senador puede parecer forzada (por exigencias de la voluntad de la autora y de la intención de la novela) y, sin embargo, y sorprendentemente, resulta verosímil, ¿no os parece?

Hay pasajes divertidos (como la búsqueda de Haley en compañía de dos esclavos muy astutos; o toda la demora en la casa de los Shelby), también pasajes asombrosos (como el cruce del río) y, por supuesto, también hay momentos en los que aparece lo más oscuro del género humano (como la aparición de Loker y sus compañeros).

En cualquier caso la historia se queda en todo lo alto (con la incertidumbre de cómo se irá desanudando la trama) y dan muchas ganas de seguir leyendo.

 

Habéis comentado la poca hondura psicológica de los personajes, y estoy bastante de acuerdo con ello, pero, sin embargo, creo que eso no hace que la novela pierda, porque acaso sea la propia novela (con sus digresiones, sus reflexiones sobre mercadear con seres que tienen alma, con sus discusiones argumentales entre personajes) la que aporta ese espesor y esa hondura al texto, ¿qué pensáis sobre esto?

Espero que paséis una estupenda semana de lectura.

Saludos cordiales, 

Pep Bruno