Grandes esperanzas, VII-XIII

Libro que estamos comentando

Hola a todas y todos, continuamos con la lectura de Grandes esperanzas (llega la nota con algo de retraso, pido disculpas pero estos días no me daba la vida para todo). Vamos al lío.

Esta semana vamos a leer los capítulos VII-XIII, unas 70 páginas. Quería haber leído algo más pero me pasa como la anterior semana, estos capítulos cierran una etapa muy concreta de la vida del protagonista y merece la pena, creo, ir avanzando con el protagonista en sus aventuras y desventuras.

 

CAPÍTULOS VII-XIII

Empezamos con un capítulo en el que se nos muestra, una vez más, la buena relación entre Joe y Pip, todo el pasaje de la carta y la conversación es emocionante y diviertida. Pero el capítulo se quiebra con la llegada del resto de personajes y una inesperada noticia va a suponer un nuevo giro en la trama. El momento cuenta (y se cuenta) con algunas imágenes tan hermosas como esta: "entramos todos en la cocina arrastrando con nosotros tal cantidad de aire frío que el fuego pareció quedarse desprovisto de calor." (p. 128).

Y es así como la acción se traslada, fundamentalmente, a la ciudad, en algunos momentos en casa de Pumblechook, pero, en su mayoría, a la casona de la señorita Havishan, donde conoceremos a Estella y a otros personajes. La historia de Havishan no se nos cuenta pero hay tal profusión de pistas que resulta (casi en exceso) evidente, si no por completo, sí en sus elementos básicos. En general todo lo que ocurre en ese lugar parece sacado de la realidad, llevado a otro plano, un plano en el que el tiempo está detenido: una casa oscura (donde no se sabe si es de día o de noche, ni qué día de la semana es), una fábrica parada... y todo ello con unos personajes duros, al menos en apariencia. 

Hay algunos momentos inesperados, como la pelea con el joven en el jardín (acaso una metáfora de cómo es la gente de esa casa) y otros hilarantes, como la conversación de Joe con la señorita Havishan a través de Pip (es surrealista). También los personajes van mostrando de qué están hechos (la hermana de Pip, el sr. Pumblechook, Joe, el propio Pip...), ah, y un personaje que me resulta algo antipático: Estella, ¿qué os parece a vosotras, a vosotros?

De nuevo hay imágenes muy interesantes acompañando a la historia, como esta: "había un marasmo de barriles vacíos, que mantenían cierto amargo recuerdo de días mejores, pero demasiado agrio para poderlo aceptar como muestra de la cerveza que ya no existía" (p. 143); o esta otra: "unos candelabros desangelados iluminaban débilmente la habitación o quizás sería más exacto decir que perturbaban su oscuridad." (p. 164)

Estas visitas se convierten en un espejo donde Pip se mira: "Iba pensando en todo lo que había visto y lamentando el ser un vulgar labriego; el tener las manos toscas, las botas tan recias; el haber caído en el vergonzoso hábito de llamar mozos a las sotas, el ser mucho más ignorante de lo que me había creído la noche anterior y, en general, mi humilde modo de vida." (p. 144) y toma la decisión de "aprender de Biddy todo lo que ella sabía" (p. 152). Biddy, en la escuela del señor Wopsle.

Mención aparte merece el momento en el que Pip, acuciado por su hermana y el sr. Pumblechook se inventa unos detalles insólitos de la visita a la casona; o el día en el que coincide con las visitas de la señora Havishan por su cumpleaños (qué pasaje más lóbrego). 

En cualquier caso todo esto termina y lo hace de una buena manera para Pip. Y es justo ahí donde lo dejamos esta semana.

Os leo en los comentarios.

 

Pasad buena semana.

Saludos

Pep Bruno