SEGUNDA PARTE: EL MONSTRUO, ASESINO, Y LA INOCENTE JUSTINE. Hasta el capítulo 3 del volumen 2.
Libro que estamos comentando
Ya hemos comprobado que FRANKENSTEIN, el libro, no es exactamente una historia de miedo, en contra de lo que la cultura popular suele sugerir, sino que principalmente desarrolla un concepto de carácter científico, moral y filosófico sobre el derecho del ser humano a crear vida inteligente, no meramente mediante la reproducción (el concepto de "principio vital", muy de moda en la época), y las consecuencias que se derivan de un acto de esa envergadura.
La semana pasada acabamos la lectura de la primera parte con la obsesión, las horas de trabajo y estudio, y el aislamiento que caracterizan el ambiente opresivo en el que el doctor Frankenstein crea vida y el lugar del que después, horrorizado no se sabe muy bien si por el aspecto repulsivo de la criatura o por lo terrible del acto que acaba de cometer, huye y abandona a su suerte a su creación.
Al volver a su casa el monstruo ha desaparecido y solo tendremos desgraciadas noticias de él en el capítulo 6, cuando Victor vuelve a su casa de Ginebra apesadumbrado por las noticias de la muerte de su hermano y vislumbra en la noche la figura de su criatura, algo que en la linea temporal de la historia se supone que ocurre dos años después.
La narración de Mary Shelley avanza con un estilo plenamente romántico, rompiendo con los elementos, temas y enfoque que caracterizaban la novela gótica, con los castillos, criptas y cortinajes de autores como Ann Radcliffe o Walpole. Sin embargo utiliza otras técnicas, como la de incluir pequeñas historias que desarrollan la vida de algún personaje dentro de la trama general, muy características de la novela gótica. En los primeros capítulos es el culebron que relata la vida de Elisabeth, la sobrina de los Frankenstein y en esta semana la de Justine Moritz, la joven que queda huérfana de padre y a la que la madre, mientras tanto, aborrece y maltrata. Es otra vida desgraciada a la que se acusará erroneamente del asesinato del joven William.
La autora también aprovecha para hacer crítica social: la sociedades pequeñas y republicanas (es decir, Suiza) son más eficaces, sencillas y felices que las grandes monarquías. Las diferencias en estas condiciones entre las clases sociales se difuminan. Pero al tiempo somos testigos de una de las escenas más moralmente injustificables que yo haya podido leer en mi vida. Con motivo de incluir en el argumento unas elevadas dosis de dramatismo y de reflejar cómo los sentimientos pueden superar a la razón, Justine es condenada a muerte por asesinato, mientras Victor, conocedor de su inocencia, silencia una declaración que podría salvar a la joven, pero que le obligaría a reconocer públicamente su responsabilidad en la creación de su monstruo, el verdadero asesino de William.
Atormentado por los remordimientos, Victor inicia con su familia un viaje a las montañas suizas. Mary Shelley utiliza el paisaje para abundar en los estados anímicos de los personajes y pone en boca de Victor oscuros pensamientos potenciados por las montañas y la naturaleza. " Espíritus errantes, si de verdad existís y no descansáis en vuestros estrechos lechos, concededme esta pequeña felicidad, o llevadme con vosotros como compañero vuestro, lejos de los goces de la vida".
Finalmente, en una de sus excursiones, tendrá por fin un encuentro con quien considera culpable de todos sus males, con la criatura que creó y que abandonó cuatro años atrás.
Comienza entonces un diálogo entre los dos que sorprende tanto por la forma en que ambos asumen la responsabilidad de sus actos como por la mezcla de odio y venganza que anidan en los corazones de los dos personajes.