PRIMERA PARTE: LA CRIATURA. Hasta el capítulo 5

Libro que estamos comentando
Mary Shelley (1797-1851) recoge en sí misma gran parte de los nuevos valores románticos que afloraban a su alrededor y  conocía desde niña los grabados del  poeta, pintor y grabador inglés William Blake (1757-1827), que como tantas celebridades frecuentaba la casa de sus padres. Ella se había criado entre proclamas de anarquismo y feminismo, era hija de la Revolución Francesa y sus cadáveres decapitados en la guillotina, había sabido de los experimentos del doctor Dippel, teólogo, médico y químico, que muchos años antes había experimentado con cadáveres y manifestaba que  poseía la clave para el "principio vital" que le permitiría crear vida a partir de materia inanimada (y que había nacido en el castillo de Frankenstein ¡qué casualidad!). Todo eso se fue agolpando en el interior de Mary hasta precipitar, la noche del 16 de junio de 1816, en un ser hecho de fragmentos de cadáveres.
La historia es conocida: en una noche de truenos y tormenta los convocados en Villa Diodati se confabularon para escribir una historia de miedo, y allí, al lado del lago Leman, nació un mito de la novela de terror, el "monstruo de Frankenstein".
Sorprende a los que leen por primera vez la novela de Mary Shelley que en los primeros capítulos solo se vislumbre pálidamente la figura de un ser creado con pedazos de otros hombres e insuflado de vida por el doctor Victor Frankenstein. Nada que ver con el mito que nos ha llegado hasta hoy de un científico loco que, con la ayuda de la electricidad y las descargas de los rayos, está convencido de que puede dotar de vida a una figura formada con pedazos de  cadáveres de convictos que han sido sacados recientemente de sus tumbas. Ese origen detestable, según vemos en las películas, es la causa de que la maldad habite en lo más profundo del monstruo y se convierta en una amenaza para la humanidad. 
La parte del libro que hemos seleccionado para comentar esta semana, más o menos la cuarta parte del texto, finaliza al principio del  capítulo 4 con una frase críptica y demoledora: "... vi como la criatura abría sus ojos amarillentos y apagados. Respiró profundamente y un movimiento convulsivo sacudió su cuerpo. ¿Cómo expresar mi sensación ante esa catástrofe, o describir el engendro que con tanto esfuerzo e infinito trabajo había creado?". Acaba de nacer la abominación más célebre de la historia de la literatura.
Hasta llegar a ese momento la novela original de Mary W. Shelley está alejada de la imagen que nos ha grabado el cine. Con una gran dosis de romanticismo y una narración gótica y llena de referencias a los libros de aventuras, los personajes se mueven por impulsos afectivos y por cargas morales que escapan al conocimiento de la razón.
En las cuatro cartas que Robert Walton envía a su hermana descubrimos a un aventurero romántico, en busca del conocimiento y la sabiduría, obsesionado con los secretos y descubrimientos que esconden las frías tierras del Polo Norte. En ellas hace unas leves referencias a las existencia de dos personajes que se encuentran misteriosamente recorriendo en trineo los fríos hielos del Ártico. Uno de ellos, rescatado casi al límite de su resistencia física , establece una verdadera amistad con el capitán Walton y empieza a contarle su vida y la causa de su presencia en un escenario tan inhóspito. Aquí es donde verdaderamente empieza el relato del doctor Victor Frankenstein.
 
 
A continuación varios capítulos abarcan la descripción de la infancia del doctor en Ginebra, su familia, su amigo Henry Clerval, sus hermanos y su amiga Elisabeth. Enseguida nos encontramos con Victor estudiando "filosofía natural" en la Universidad de Ingolstadt y demostrando un especial interés, casi sobrehumano, por las causas que permiten conocer el origen de la vida.
En toda la novela, y en ésta especialmente en la que se nos describen las relaciones de Victor con sus profesores  y con el ámbito académico de la Universidad, hay unas descripciones muy someras de los aspectos científicos que tienen relación con los experimentos en el laboratorio del joven. Así lo cuenta la autora: "Tras noches y días de increíble trabajo y fatiga, conseguí descubrir el origen de la generación y la vida; es más, yo mismo estaba capacitado para infundir vida en la materia inerte". Este sorprendente descubrimiento supone el punto de partida de un proyecto para llevar a la práctica la capacidad de" infundir vida a un animal tan maravilloso y complejo como el hombre".