Fortunata y Jacinta, tercera parte: I, II y III
Hola a todas y todos, esperando que estéis bien de salud y de ánimo, continuamos con la apasionante lectura de "Fortunata y Jacinta". Hoy iniciamos la tercera parte del libro y, para esta semana, van tres capítulos (dos de ellos bastante cortos). Comencemos.
Capítulo I. Costumbres turcas
Este extenso capítulo nos lleva de la mano a las tertulias de café en el Madrid decimonónico. Galdós debía frecuentar algunas tertulias literarias, desde luego conocía bien cómo eran, cómo funcionaban y cuáles eran los arquetipos de algunos de sus usuarios habituales. Estos mentideros eran fundamentales para el discurrir de noticias, reflexiones, cotilleos... dice Galdós: "El café es como una gran feria en la cual se cambian infinitos productos del pensamiento humano. Claro que dominan las baratijas; pero entre ellas corren a veces, sin que se las vea, joyas de inestimable precio" (p. II, 217).
Por cierto, me han alucinado los horarios (eso de cenar a las doce de la noche, como cuenta en III, da pista de que esos contertulios no debían madrugar mucho... y por tanto no debían trabajar tampoco mucho).
Sorprende también este largo capítulo por inesperado, como rompiendo con toda la línea argumental de la que veníamos (con tantas ganas como tenemos de saber más detalles de Fortunata y Juanito, ¡y de saber de Jacinta!). Es, como en las obras clásicas, un anticlímax total. Obliga al lector a desacelerar la lectura, a llevarlo a otros lugares, a reposar lo leído y vivido. Eso sí, con un nexo de unión: Juan Pablo Rubín. Y ya, de paso, sirve para presentarnos a otros personajes (entre ellos Feijoo, que aparece en los siguientes capítulos de esta semana).
Es un paseo por el Madrid nocturno de Galdós, el Madrid vivo de palabra dicha. Una fiesta de la conversación.
Ahora bien: ¿alguna pista sobre por qué llama a este capítulo "Costumbres turcas"? ¿Podría ser porque habla de algo exótico?, ¿o porque entre las costumbres turcas está la de la nocturnidad? En fin, yo no tengo respuesta, eh, sólo lanzo las preguntas.
Capítulo II. La Restauración vencedora
Muy interesante, una vez más, el paralelismo entre los hechos históricos (restauración de la monarquía) y la situación vivida por los personajes. Va a ser así en este y en el próximo capítulo. Ambos van interrelacionados, por eso he decidido incluir ambos en la lectura de esta semana aunque sumemos algunas páginas más.
En este capítulo nos reencontramos con Jacinta y veremos a Juanito en todo su esplendor (a este gañán hace rato que lo tenemos calado en el club) y del que dice el narrador: "A dos meses de una de las más graves distracciones de su vida, su mujer empezaba a gustarle lo mismito que si fuera la mujer de otro." (p. II 252). Lo siento, pero no quiero desvelar nada de lo que ocurre en estas páginas ¡que no vais a poder dejar de leer desde el punto en el que comencéis!
Fijaos en Jacinta, en lo que piensa, en lo que hace, en lo que dice. Y fijaos en Santa Cruz, y en lo que piensa y en lo que dice. Hay una diferencia muy importante entre uno y otro.
Por otro lado Santa Cruz que le horroriza ser tenido por un hombre vulgar y es el más vulgar de los hombres... En fin. Es que en estos capítulos la cosa se va a descarnar y hasta parece que Jacinta es consciente de todo: "Me parece que en todo lo que has dicho hay demasiada composición. No me fío yo, no me fío, porque para fabricar estos arcos triunfales de frases y entrar por ellos dándote mucho tono, te pintas tú solo." (p. II, 263).
Qué ganas tengo de que leáis este capítulo y lo comentéis para saber vuestra opinión.
Capítulo III. La Revolución vencida
Como ya os anticipaba este capítulo también cuenta con un título que hace referencia al contexto histórico y a la situación que viven los protagonistas del libro.
Es interesante porque el II y el III son, de alguna manera, dos capítulos que se miran de frente: el advenimiento de la Restauración implica vencer a la Revolución. Y eso es exactamente lo que ocurre. Vimos y escuchamos a Jacinta en el capítulo II, veremos y escucharemos a Fortunata en el III. Y ambos capítulos se articulan a partir de un elemento (nunca mejor dicho) común: Juanito.
Además del empujón que supone en la trama, tanto el capítulo anterior como este nos permiten escuchar a nuestras protagonistas. Y entender más y mejor cómo son y cómo piensan. Mirad, de hecho, qué reflexiones de Fortunata en estas páginas: "Lo que Fortunata había pensado era que el amor salva todas las irregularidades, mejor dicho, que el amor lo hace todo regular, que rectifica las leyes, derogando las que se oponen. (...) su buen institno comprendía que toda aquella hojarasca de leyes divinas, principios, conciencia y demás, servía para ocultar el hueco que dejaba el amor fugitivo." (p. II, 279) Maravilloso, ¿no os parece?
Brutal todo lo que sucede y todo lo que se cuentan en estas páginas. Y, como sospecháis, yo no digo más para no destripar nada y os leo en los comentarios.
Qué momentazo.
Saludos
Pep Bruno