El beso número 8: hasta pág. 170

Libro que estamos comentando

A modo de resumen:

Amanda —Mads—, tiene 16 años, vive en una arquetípica comunidad estadounidense a las afueras de la pequeña ciudad de Meadville —Pensilvania— y estudia en un instituto católico. Sus dos mejores amigas de la infancia son también sus vecinas, sus compañeras de clase y, además, muy distintas: Laura es muy seria, correcta y algo aburrida; Cat, sin embargo, es extrovertida, atrevida con los chicos y juerguista, por lo tanto, la compañera ideal a la hora de divertirse.

A Mads le sigue gustando ver series y pelis comiendo chucherías con su padre Jim, y los domingos los dos son fieles seguidores de un equipo de beisbol de veteranos. Con su madre, Mads no lo lleva tan bien. Pero las relaciones en familia van a cambiar. Una llamada al móvil de Jim de la que prefiere no hablar, y una carta dirigida a Amanda que su padre no le quiere entregar, ponen a la adolescente sobre aviso de que algo está pasando, algo que le están ocultando y que también implica a su madre.

¿Qué leeremos esta semana?

Mads confía sus temores a Cat y Laura. A Cat no podría importarle menos, pero Laura acepta ayudar a Mads a investigar lo que realmente está pasando, sobre todo después de que Mads reciba una carta con la foto de un abuelo perdido hace mucho tiempo llamado Sam que ha muerto recientemente y le ha dejado una herencia de 30.000 dólares. Lo que descubren es un secreto familiar guardado durante mucho tiempo: la madre de su padre salió del armario como trans, pero cuando la familia no pudo aceptarlo, abandonó la familia para convertirse en Sam, un abogado de gran poder y activista de los derechos de los trans. Dina, la mujer con la que el padre de Mads hablaba por teléfono, es la viuda de Sam. Había llamado para informar a la familia de la muerte de Sam e intentar conectar con su hijastra.

El dibujo de Crenshaw, a lápiz y tinta negra, se luce al transmitir las emociones de los personajes: el trabajo con sus rostros y cuerpos es realmente expresivo, y dinamiza un guion bien construido que mantiene la tensión de principio a fin. Su ambientación es especialmente llamativa, pues se sitúa en un momento entre dos épocas, a comienzos de siglo, cuando conviven Messenger, los SMS y las llamadas telefónicas entre personajes.

Esta novela gráfica consigue ser reivindicativa a la vez que se asienta en ese lugar tan vulnerable que es el descubrimiento personal: está empapada de emoción en cada instante y el trabajo de construcción de unos personajes muy grises y sus relaciones es impecable.

El beso número 8 equilibra muy bien sus fuertes: el dibujo es detallado y refleja muy bien las emociones, su trama es compleja y está bien delineada, los personajes y su caracterización son inolvidables y el viaje de su protagonista es tierno y emotivo a partes iguales. Además, su mensaje es verdaderamente importante para un adolescente: cada beso viene cargado de oportunidades.

El beso número 8 es una hermosa historia sobre la búsqueda de la identidad, la sexualidad y los verdaderos amigos. Sería una gran incorporación a cualquier biblioteca y sería especialmente útil para exposiciones, programas y actividades de concientización sobre la comunidad LGBTQ+.

Feliz semana de Lecturas

Alejandro López