Lorenzo Silva está acostumbrado a mover a sus personajes, los guardias civiles Bevilacqua y Chamorro, por toda la geografía española, resolviendo casos de lo más variopinto.
La primera novela de la serie, "El lejano país de los estanques" ocurría en Mallorca, la segunda "El alquimista impaciente", aunque no se cita expresamente, tenía lugar en la central nuclear de Trillo y sus alrededores, las Islas Canarias son el escenario de "La niebla y la doncella", y así hasta esta novena entrega de la serie, "Donde los escorpiones".
Han pasado casi treinta años desde la primera novela y la pareja protagonista ha ido ascendiendo en el escalafón, han envejecido con cada libro y se han vuelto un poco más cínicos sobre la condición humana, auque siguen realizando su trabajo de la forma tan profesional como siempre.
Esta vez son enviados a la base de Herat, en Afganistán, un lugar que Lorenzo Silva conoció de primera mano cuando fue invitado en 2014 a pasar una semana en la Base de Apoyo Avanzado de Herat, centro de operaciones de las tropas internacionales en el noroeste de Afganistan.
Allí tienen que resolver el caso de la muerte de un sargento español que ha sido asesinado en la base, supuestamente con un cuchillo de grandes dimensiones que se utiliza en la zona para segar la amapola de la que se extrae el opio.
Comprobaréis que en muchos aspectos Lorenzo Silva plantea esta novela como si fuese un reportaje sobre la fuerza militar internacional en un pais en guerra, un reportaje periodístico en el que se nos cuenta qué hacen nuestros militares allí, qué otros ejércitos son nuestros vecinos, cómo se vive dentro del campamento, cómo son las instalaciones, cuales son las relaciones entre los soldados y los mandos, también con los civiles afganos y con los soldados de otros países.
La investigación para descubrir la causa y los culpables de la muerte del sargento aparecerá ya bien avanzada la novela, después del límite que nos hemos marcado para esta primera semana de lectura. Comentaremos hasta el capítulo que lleva el título de CAMP ARENA, justo cuando el equipo formado por los cuatro guardias civiles encargados de realizar la investigación llegan al aeropuerto de la base militar.
Hasta entonces no hay lugar para el aburrimiento. La novela comienza con una de las escenas de acción más logradas en las novelas de Silva. El ya brigada Bevilaqcua y la sargento primero Chamorro se ven envueltos en una operación para desarticular a una banda de traficantes de droga en las chabolas de la Cañada Real madrileña. Órdenes y mensajes en la noche, policías y guardias civiles que esperan impacientes la orden para entrar en el poblado, helicopteros que sobrevuelan la zona, todo preparado para capturar finalmente al jefe de la banda. Aunque el éxito de la misión está a punto de escapársele de las manos a nuestro héroe de apellido casi impronunciable. Tendremos en este primer capítulo más acción que en toda la estancia de los guardias civiles en Afganistán.