De la boca de un león: hasta cap 9

Libro que estamos comentando

Un hermano torturador, un padre autoritario y un adolescente obligado a derribar la fachada de su familia 

Inés Garland no elige un tema en concreto para comenzar a crear una historia, sino que ve una imagen en su cabeza y, como si fuera la punta de un hilo, comienza a tirar y tirar de ella sin interponerse a los personajes que hay en su interior, que le van guiando por una apasionante historia. Así nació el primer capítulo de De la boca de un león,

La novela cuenta la historia de Tadeo, un adolescente que vive en una familia disfuncional y violenta en Buenos Aires. Su hermano mayor, Jano, murió en un misterioso accidente, del que nadie habla ni explica. Su madre está deprimida y apenas sale de su habitación. Su padre es un tirano que los maltrata física y verbalmente. Su hermana Lucrecia está loca y habla en clave con su muñeca. Su otro hermano, Iván, lo golpea y lo humilla constantemente. Tadeo se siente solo, asustado y confundido. No entiende por qué su familia es así, ni quién es él mismo.

Tadeo se refugia en el río, donde conoce a Vera, una chica que le muestra otra forma de ver el mundo y de enfrentar sus problemas. Vera vive con su abuela y su tío, que son muy diferentes a la familia de Tadeo. Son cariñosos, divertidos y libres. Vera le enseña a Tadeo a nadar, a reír, a soñar y a amar. Con ella, Tadeo descubre el amor, la amistad y la esperanza. Sin embargo, también tendrá que lidiar con los secretos de su pasado, que amenazan con destruir su felicidad.

Tadeo tendrá que encontrar su propia voz y su propia identidad, rompiendo el silencio que lo ha oprimido durante años. Tendrá que enfrentarse a la verdad sobre la muerte de Jano, la locura de Lucrecia, la identidad de Leo y el destino de Chiqui. Tendrá que superar sus miedos, sus culpas y sus fantasmas. Tendrá que elegir entre seguir siendo el testigo silencioso de su familia o ser el protagonista de su propia vida.

-En palabras de la autora, Tadeo es ese personaje que observa a toda la familia.

“Siempre hay en las familias uno que mira. Tadeo cuenta hasta donde él puede ver, lo que va entendiendo de las cosas que escucha. Yo siempre hablo de la mirada de la infancia. Creo que muchas personas creen que escribir desde la infancia es escribir con el vocabulario de la infancia y no es eso, es más bien escribir desde todo eso que no se sabía en la infancia y que se va pudiendo dilucidar al ir creciendo. La escritora canadiense Mavis Gallant dice: “Inconscientemente, cualquier niño de menos de 10 años sabe todo. Antes de los 10 entra a una habitación y percibe de inmediato todo lo que se siente, todo lo que se calla, todo lo que se reprime relativo al amor, al odio y al deseo, aunque pueda no tener las palabras adecuadas para todos esos sentimientos. Es parte de la clarividente inmunidad a la hipocresía con que nacemos y que se desvanece justo antes de la pubertad”. Me encanta esa cita aunque creo que a mí no se me desvaneció la inmunidad a la hipocresía. La pesco siempre y es algo que me obsesiona. Me interesa la verdad emocional de las personas y en este libro me metí mucho con eso.”

-Y con la familia como gran censora de esas verdades…

-Sí, porque todos nosotros tenemos un cuento que nos contamos. Las familias arman el cuento y te lo cuentan. Mucho de lo que hay que desentrañar en la vida es eso: ¿cuál era el cuento de tu familia y cuál el cuento que vos te creíste? Tadeo trata de saber cuál es el cuento. En la adolescencia una empieza a salir del cuento de la propia familia y entra en los cuentos de otras familias y descubre que hay familias que tienen cuentos muy distintos a la propia. Me parece algo muy atractivo y muy perturbador de la adolescencia.

Eso es lo que hace Tadeo descubrir que hay otras familias, la familia de Vera no es comparable a la suya.

En De la boca de un león Tadeo sabe que hay cosas que no se pueden decir, es consciente de lo poco que conoce de lo que sucede en su casa, porque de las conversaciones le llegan rastros, pistas, y alertas que lo incomodan y lo mueven a hacerse preguntas. Solo en un entramado familiar oclusivo, busca hacia adentro y hacia afuera y lucha por mantener a raya la impotencia que le provocan los abusos y la violencia de su hermano y de su padre. Busca dejar de temerse a sí mismo.

La prosa de Garland es sensorial, está sembrada de detalles que dan calor a la escena, a veces esos detalles obligan a contener la respiración y otras a inspirar profundamente, como cuando Tadeo se sienta a la orilla del río con su amiga Vera o cuando se tira al sol en el campo y escucha el gorjeo de los pájaros en las copas de los árboles. Se siente, en la prosa, el ondear de los yuyos secos en la brisa, el olor a grasa y transpiración de los recados, la herida que deja en el paladar la deglución apresurada de un bocado de pollo seco cuando la tensión se sienta a la mesa.

En la novela se abordan todos los temas que son pilares en la adolescencia: el crecimiento, la madurez, la búsqueda de la identidad… y el primer amor.

La autora en sus propias palabras nunca piensa en los temas. Encuentra la punta de un hilo, que en este caso fue la imagen del primer capítulo: un hermano mayor que obliga a su hermano menor a sostener enciclopedias pesadísimas con los brazos abiertos en cruz y las palmas hacia arriba, y no le deja bajarlas a pesar del cansancio y el ardor de los músculos.

Esa fue la punta del hilo y empezó a tirar. Cuando llegó al final del capítulo sabía que el maltrato era cotidiano y que los padres no hacían nada, no se enteraban o miraban hacia otro lado. A partir de esa punta fueron apareciendo los otros hermanos, el silencio en esa casa, el padre autoritario y todo el resto de la novela.

Son los personajes los que traen los temas. Si está en la cabeza y en la vida de un adolescente, los temas de la adolescencia —algunos de ellos, como la violencia, el maltrato y el sometimiento o la libertad, no son solo de la adolescencia— aparecen porque mientras escribe se siente como ese adolescente.

En el transcurso de los capítulos ocho y nueve lo acompañaremos en un proceso de crecimiento, no exento de dolor, que romperá el asfixiante silencio de su infancia. La adolescencia va a despertar muchas sensaciones nuevas en Tadeo, algunas desagradables, otras empoderantes. Vera y su especial familia lograrán que el niño inseguro se vaya soltando. Que no tema a no hacer pie. Y pierda, y descubra, y acepte. La vida puede guardar momentos de tiniebla, pero es también luz.

Feliz semana de lecturas

Alejandro López