1º parte. Hasta el capítulo XII

Libro que estamos comentando
La novela que vamos a leer, calificada de genialidad por sus editores en Siruela, va indisolublemente unida en España al Premio Princesa de Asturias de la Letras que le fue concedido a la autora en el mismo año de publicación de esta novela, en 2018. Este galardón incitó a la editorial a centrar la campaña publicitaria en considerar a "Cuando sale la reclusa" como una obra que supera el género negro. "En la última entrega de Vargas sobre el intuitivo e inclasificable comisario Adamsberg se asiste a la novela policiaca total.", se alaba en El Español ,  olvidando que con este premio se reconoce a "la persona, grupo de personas o institución cuya labor creadora o de investigación represente una contribución relevante a la cultura universal en los campos de la Literatura o de la Lingüística." (Wikipedia) y no a una obra en concreto.
 
Unas loas tan desmesuradas contrastan con el comentario crítico de Vargas Llosa acerca de la idoneidad de Fred Vargas (los dos se llaman Vargas, curiosamente) y que podéis escuchar en la voz del escritor peruano en la misma noche de la entrega de los premios. https://tinyurl.com/yae772r3 
Vamos a suponer que nadie de los que estamos participando este mes en Letras Rojas ha leído alguna de las otras ocho novelas protagonizadas por el comisario Adamsberg. Si elegimos leer este libro sin ninguna contaminación previa, es porque así podremos encontrarnos todos en el mismo punto de partida y enfrentarnos a "Cuando sale la reclusa" sin ningún tipo de prejuicio.
 
Alguno de vosotros o vosotras seguro que sabrá qué ha llevado a Adamsberg a Islandia si ha leído las novelas anteriores de la serie creada por Fred Vargas en 1991. Nosotros nos encontramos con un personaje oscuro y confundido. "(Danglard) Había considerado seriamente que, por efecto de una fusión química entre las brumas de un ser y las de un territorio, Adamsberg pudiera acabar engullido en Islandia y no volviese jamás". De esta manera pensaba  su superior en la Brigada Criminal del Distrito 13 de París.
 

No parece que le haya dado tiempo a que la cura de reposo solucione sus dilemas existenciales. Una llamada de París reclama su presencia para ayudar a resolver un crimen que se presenta complicado: una mujer atropellada, un marido y un amante. Un asunto que enseguida se percibe como un caso menor, con poco recorrido, pero que sirve para adentrarnos en la compleja personalidad de nuestro protagonista. 
Mientras que sus compañeros son proclives a aceptar las pistas que acusan al amante como causantes del atropello mortal, Adamsberg aplica otra vuelta de tuerca a la investigación, poniendo en duda la validez de unos pelos de perro y de un hilo de alfombra como pruebas de la culpabilidad de un mecánico de máquinas tragaperras que, encima, es árabe. El marido, un prestigioso abogado, concentra todas las opiniones negativas de la policía, pero goza de una coartada muy firme. Adamsberg prepara una estrategia que le permita confirmar o desechar las sospechas que el caso le produce. 
 
Somete al marido y al presunto amante a una serie de pruebas dirigidas a detectar reacciones que delaten al culpable, demostrando un profundo conocimiento de la personalidad humana y de la importancia de desvelar los fallos del subconsciente ante situaciones que pensábamos tener controladas. Todos sabemos que nadie conduce un coche igual que otro, pero ese conocimiento, empleado en ratificar las evidencias sobre el cadáver de la mujer, le permite deducir, para asombro de su compañeros de Brigada, que el culpable es el marido y que el árabe ni siquiera conocía a la difunta.
 
Este primer acercamiento al pequeño universo que forma la Brigada Criminal del Distrito 13 somos testigos de las dificultades en sus relaciones personales y laborales. Sus subordinados en la Brigada lo respetan y lo veneran pero sus superiores muestras muy reticentes con sus métodos.
Desconocemos cómo eran las relaciones en la Brigada en las novelas anteriores, aunque alguna pequeña referencia nos aparece en el texto. Tendrán ventaja los seguidores de Adamsberg, porque obtendrán su explicación de los pequeños gestos o los sobreentendidos que abunda en la novela, sobre todo al principio. 
 
En una historia con tantos personajes como esta, despistarse no es difícil. Da la impresión que los compañeros, Danglard, Mordent, Veyrenc, Mercadet ..., con los que trabaja, representan o están dotados de  distintas cualidades que los diferencian y los complementan. 
 
Adamsberg es el centro y el protagonista de todo un sistema que gira alrededor de él. Organiza el trabajo mientras permanece aparentemente ensimismado hasta que sus intuiciones van despejando los interrogantes que acaban por resolver los casos.
 
Y entre toda la agitación de la sede de la Brigada, se cuela una noticia insignificante, de las que solo se ocupan los periódicos de provincias: unos ancianos han fallecido inesperadamente, víctimas de la picadura de una araña que raramente es mortal. 
 
Aprender algo sobre arañas, y más concretamente sobre la reclusa, va a ser obligatorio para acompañar y completar la lectura de este libro: