4ª parte. Hasta el final.

Libro que estamos comentando
Cubierta de una edición en italiano de A cada cual lo suyo.

El catastrófico apagón y los problemas técnicos que estamos sufriendo los usuarios de varias compañías proveedoras de Internet, ha retrasado unos días que colgara aquí el remate y final de "A cada cual lo suyo". En compensación, la posibilidad de comentar la novela de Leonardo Sciascia se alargará hasta el final del domingo 4 de mayo.

El encuentro en las escaleras del Palacio de Justicia de Palermo con el abogado Rosello, el diputado Abello y su misterioso acompañante, fumador de puros Branca, no lo olvidemos, es un momento clave en la novela. Sciascia atribuye el encuentro al azar, pero, si habéis visto la película, una misteriosa llamada de teléfono incita a Laurana a que acuda al Palacio para que contemple una situación inesperada y sorprendente; esa situación extraordinaria para los intereses de Laurana es poder ver a los tres hombres juntos. Ya será la perspicacia y la inteligencia del profesor la que le haga unir cabos e identificar los motivos de la confraternización de los tres individuos. Al director de la película no le pareció que el azar fuese motivo suficiente para que apareciese un fumador de puros Branca relacionado con Rosello, por lo que en beneficio de la comprensión de la escena decidiese advertir a Laurana con una llamada de teléfono.

"Por lo que sabía, el hombre que fumaba puros Branca tanto podía ser un sicario como un `profesor universitario de Dallas que hubiera venido a mamar del pecho de su señoría Abello. Tan solo el instinto, agudizado en él como en todo siciliano por una larga serie de experiencias, de miedos, lo avisaba del peligro". Saltaron las alarmas y los miedos en la cabeza de Laurana, peor, aun así, no es capaz de advertir que el verdadero peligro le va a llegar de donde menos se lo espera. 

Unas averiguaciones le sirven para recoger algún dato del misterioso personaje; se llama Ragana y es oriundo del pueblo de Montalmo. Recuerda Laurana que en Montalmo tenía un viejo amigo y allí acude para averiguar algo más que le asegure lo que él ya presiente. Su amigo no está. pero le atiende su hermano mayor, un personaje muy peculiar que rodea los últimos años de vida de libros y de ensoñaciones. Irónico y, como él admite, un poco loco, le hace al profesor un análisis muy crítico de la personalidad siciliana y una descripción de Ragana: "Uno de esos criminales limpios, respetados, intocables." También le cuenta, a modo de ejemplo de la desidia de los políticos italianos, el desastre de la presa de Vajont. https://es.wikipedia.org/wiki/Desastre_de_la_presa_del_Vajont, en Longarone, que, aunque no ocurrió en Sicilia, debía estar muy fresco en la mente de los italianos, porque en 1963  su derrumbamiento causó 1300 muertos.

En el casino, con la excusa de encontrar entretenimiento y pasar el rato, los habituales empiezan a despellejar a la viuda Roscio con más mala uva que gracia. ¿Qué ha hecho Luisa salvo ser una mujer de bandera a la que todos admiran y desean? Al igual que su tío, el arcipreste, no pueden imaginarla viuda y sin un nuevo marido que la consuele, y para eso ya tiene la solución cerca: su primo, el abogado. Los casinos son, posiblemente, iguales en todo el mundo, lugares donde se critica a los ausentes y donde domina el machismo más rancio. Y eso que todos los asistentes conocen la influencia y el poder de los Rosello, pero el chismorreo puede con todo.

A Laurana esas charlas le divertían y las escuchaba con cierta lejanía, pero ahora, con la certeza de la participación de Rosello en la muerte del médico Roscio, algunas de las suposiciones que le venían a la cabeza no acababan de encajarle. . ¿Luisa era la causa del enfrentamiento entre el abogado y el médico y el móvil del crimen? 

  • ¿Por qué Roscio quería atacar a Rosello utilizando al diputado comunista, y por qué no lo hizo finalmente?
  • ¿Cómo supo este último lo que Roscio tramaba contra él?
  • ¿Luisa era infiel a su marido con su primo y aquel llegó a enterarse?
  • ¿Roscio quería vengarse, pero no utilizó la escopeta de caza contra su primo, o prefirió hundir su carrera política y profesional?

En los últimos capítulos se suceden situaciones equívocas y ambiguas, en las que no se aprecian claramente las relaciones causa-efecto. Laurana las intuye y, poco a poco, las convierte en certezas, aunque su protagonismo lo sitúa, como se dice en algún lugar de la novela, "entre la policía y el criminal". Sin duda, para sus intereses, esa es la peor situación de todas, ya que muestra a los implicados que puede descubrir los detalles del doble asesinato si acude a la policía, algo que no tiene intención de hacer. Lo que realmente le mortifica es imaginar que el abogado ocupe el lugar del médico difunto en la cama de Luisa Roscio.

Lo que Laurana no llega a imaginar, posiblemente porque su percepción de peligro desaparece cuando se encuentra frente a frente con la viuda, es que será ella, y con su colaboración, la que venderá la vida del profesor a los mismos que acabaron con la vida de su marido. En una maravillosa elipsis, dejaremos al profesor intentando volver a casa tras una cita fallida en el café Romeris y lo recuperamos cuando Sciascia nos informa que el cuerpo del profesor yacía sepultado bajo una montaña de piedras en una azufrera abandonada.

Triste destino el de un personaje al que los lectores, sin duda, le habíamos cogido cariño y al que, por su empeño y honestidad, le desearíamos que le hubiese ido mejor, por lo que eso hubiese significado también para Sicilia e Italia.