2ª parte. Hasta el capítulo 9.
Ya hemos comentado que la primera parte de la novela principalmente proporciona una descripción de los funcionarios que trabajan en La Casa de la Ciénaga, cómo han llegado a trabajar allí y las tareas que realizan en ese centro, tan alejado del centro de poder del MI5 en Regent´s Park. Un hecho, en principio bastante confuso, altera las rutinas de Jackson Lamb y su grupo: ya sabemos que una célula terrorista secuestra en Leeds a un joven de diecisiete años, difunde las imágenes por las redes sociales y amenaza con decapitarlo, sin ninguna condición o reivindicación.
Los sucesos, los enigmas o las incógnitas que van surgiendo a lo largo de la novela en muchos casos se van resolviendo capítulos después, por lo tanto, creo que resulta más acertado y coherente plantear el estado de la cuestión de la novela al final de cada parte en la que dividimos la lectura. Por ejemplo, del joven conoceremos que es de origen paquistaní y sobrino de un alto cargo de la policía de Pakistán, y de los secuestradores, que se autodenominan La Voz de Albión, que están vinculados con el Partido Nacionalista Británico, un partido real de orientación ultranacionalista de ultraderecha.
De esta forma, las conjeturas que en el servicio de inteligencia se plantean en los primeros momentos, cambian totalmente de perspectiva y el secuestro pasa a ser una venganza por los crímenes de los grupos islamistas, entre ellos los sucedidos en el metro de Londres el 7 de julio de 2005.
¿Es casualidad que a Sid y a River se les encargue buscar información sobre Richard Hobden, un periodista en épocas bajas que comenzó su trayectoria profesional relacionándose con movimientos de izquierda y ahora colabora con grupos de terrorismo de ultraderecha? No lo parece. Como tampoco es lo que parece todo lo relacionado con este mundo de espías que gira alrededor del MI5 y La Casa de la Ciénaga.
Hay que resaltar el gran trabajo de Mick Herron para trazar personajes creíbles y, sobre todo, coherentes. Todos los que trabajan en La Casa son espías y todos están allí porque hicieron en algún momento algo que puso en peligro la seguridad de la institución para la que trabajan. No son profesionales perfectos ni en su vía laboral ni personal, pero todos demuestran a su manera tener el mismo orgullo que cuando ingresaron en el cuerpo.
A Mick Herron también hay que agradecerle que cuente el argumento con mucho ritmo y maestría. Cuando un personaje, un dato o una situación modifica la trama principal, el resto se ve afectado y ofrece al lector las respuestas oportunas para que sigamos la acción a la vez que sus protagonistas. Un ejemplo: cuando uno de los de La Casa, Jed Moody, se da cuenta de que dos de sus compañeros, Sid y River, han estado realizando trabajos alejados de su tareas habituales y están participando en una operación de seguimiento de Richard Hobden por orden de su jefe Jackson Lamb (cuando en La Casa nunca se realizan “operaciones” como tal), acude a comunicárselo a su antiguo jefe de Los Perros. Este se lo comunica a la "segunda mesa" del MI5, Diana Tavener, y esta no parece sorprenderse, más bien, sabemmos que está al tanto de todo. En ese momento los lectores tenemos la sospecha de que el secuestro del joven Hassan ha sido organizado por los servicios secretos o Diana tiene algún topo en el grupo La Voz de Albión que la tiene informada.
El autor hace un pequeño homenaje a las novelas y a los autores de novelas de espías, en las que los escritores británicos son verdaderos maestros. Hace referencia a "Ashenden o el agente secreto", de William Somershet Maugham y a Le Carré. Sobre este pone en boca del abuelo de River una frase muy popular: "Todo (en las novelas de espías) es inventado, pero eso no significa que no sea cierto".
Ni los políticos británicos ni el MI5 quieren que se produzca la amenaza de los secuestradores de cortar la cabeza del joven de origen paquistaní. Las relaciones del Reino Unido con Pakistán son buenas y un hecho como este puede enfrentar gravemente a ambos países y convertirse en la espoleta que vuelva a incendiar de nuevo los conflictos raciales con la sociedad musulmana. Quieren evitar que reine el caos en las calles. Es inevitable relacionar muchos de los argumentos y de los supuestos que se plantean sobre los conflictos raciales en el Reino Unido y las actividades de los grupos ultranacionalistas, que el MI5 mantiene bajo vigilancia, con los sucesos que estos días están teniendo lugar en España, en Torre-Pacheco en concreto. Los partidos de ultraderecha están alimentando la violencia y la xenofobia contra miembros de la comunidad musulmana, por lo que los servicios de seguridad nacional están aumentando su vigilancia sobre estos grupos para poder prever sus movimientos y recabar las pruebas que determinen si sus actos o manifestaciones pueden ser constitutivos de delito.
Las relaciones de Diana Tavener y Jackson Lamb parecen ir más allá de las propias de subordinado y superior, son más antiguas y tienen algunas servidumbres de las que nos iremos enterando. A Lamb se le permite reinar en un territorio propio, La Casa de la Ciénaga, y, por contra, hace algunos trabajos que serían inadecuados e impropios para los servicios secretos oficiales.
De lo que más nos sorprendemos los ciudadanos de "a pie" es de la utilización por parte de los responsables de los servicios de seguridad de los recursos que hoy se llaman "las cloacas del estado". Eso mismo es lo que va a hacer Tavener con el personaje de Jed Moody. Moody, un antiguo Perro, está acostumbrado a saltarse la ley y los procedimientos legales, así que será el encargado perfecto para entrar una noche en el piso de Richard Hobden, mientras Sid y River estaban realizando una vigilancia de la casa por iniciativa propia.