Desde "Rumbo a Raqqa" hasta el final
Queridas viajeras, queridos viajeros:
Finalizamos el viaje lector Ven y dime cómo vives, de Agatha Christie. En estos últimos capítulos, acompañamos a la escritora, su esposo el arqueólogo Max Mallowan, miembros de su equipo, criados, chófer, etc., en dos despedidas: el cierre de la casa de Chagar Bazar y la despedida de Oriente Medio.
Como sucede a lo largo de todo el libro, el humor aparece una y otra vez, suavizando las aristas de un viaje y una estancia repleta de algo más que incomodidades, pero todas se sobrellevan con una carcajada, una taza de té y alguna que otra aspirina:
Me siento del todo desinteresada por la arqueología. Quiero tener donde tumbarme, montones de aspirinas y una taza de té. (...) De pronto, Max se me acerca con la ansiada taza de té. Me pregunta tan alegre si me encuentro mal. Respondo que sí, sujeto la taza y me trago cuatro aspirinas. El té me sabe a néctar. ¡Nunca, nunca, nunca he disfrutado tanto de algo!
Entre las páginas del libro emerge la figura del arqueólogo Max Mallowan como un hombre decidido, apasionado, obsesionado con la arqueología, que sabe desenvolverse en situaciones enojosas y hasta peligrosas, como las negociaciones de los relojes de oro con el jeque, o cuando mantiene el orden en el desplome del yacimiento. Mallowan se mantiene inflexible, pero conocedor de las costumbres, sabe cómo utilizar la mano izquierda para conservar las buenas relaciones con las autoridades locales y, así, lograr lo que quiere, continuar sin problemas sus excavaciones.
Agatha Christie soporta (y hasta disfruta) de esta vida de rigores y carencias, aunque por momentos se la ve dichosa con la idea de volver a Londres y tener agua corriente, camas blandas, ropa seca, calefacción... y otros lujos de la vida moderna.
Con todo, de esta parte, me quedo con la reflexión final de nuestra autora, plasmada en su epílogo:
“Inicié esta crónica intrascendente ants de la guerra y por las razones apuntadas.
Lugo la guardé. Ahora, después de cuatro años de guerra, he notado que mis pensamientos vuelan cada vez más a menudo hacia aquellos tiempos pasados en Siria; asimismo, sentí el impulso de rescatar mis notas y diarios, para concluir lo que había comenzado y dejado de lado. Me parece positivo recordar que existieron esos días y esos lugares, o que en ese mismo instante mi suave cuesta de caléndulas está en flor, que unos ancianos de barba blanca arrastran los pies detrás de sus burros, quizá sin ni siquiera saber que se libra una guerra. “Aquí no nos tocó...”
Siria está inmersa en una guerra civil que ya dura trece años... Aquellos lugares plácidos, aquella paz que evocaba nuestra autora, se ha roto en mil pedazos. Por eso, tal vez sólo por eso, haya merecido la pena recordar aquellos tiempos que fueron felices para Agatha, los que tanto añoró, y los avatares y aventuras que protagonizó que, vistos desde la prisma de una guerra (de cualquier guerra) son intrascendentes, resultan divertidos y dan lugar a la añoranza.
Os enlazo este pódcast sobre Agatha Christie y “Ven y dime cómo vives”:
¿Qué os ha parecido la lectura de este librito (como lo calificó su autora)?
¿Nos leemos?