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Mujercitas, 6-12

Libro que estamos comentando: 
Mujercitas

Hola a todas y todos, vamos entrando con paso firme en el mundo de la familia March, un mundo que poco a poco va siendo cada vez más grande (me refiero, literalmente, al espacio físico en el que transcurren las historias) pero que no pierde de vista el corazón desde el que se bombea la sangre de esta historia, el modesto salón de las March, donde nuestras protagonistas leen, cosen, charlan, comen... cerca de la chimenea.
Esta semana os propongo que leamos los capítulos 6 al 12, ambos incluidos, que en mi edición van desde la página 103 a la 219. Ya os dije que tengo una edición de letra cómoda de leer, así que estas 115 páginas se leen en un suspiro.
 
ESTA SEMANA: 6-12
Los capítulos que os propongo para estos días son momentos, fotografías de una historia que va avanzando, que nos permiten conocer un poco más a cada una de las hermanas (y a todas en su conjunto). Hablábamos en el post anterior de que los perfiles de las protagonistas estaban tan diferenciados, tan estereotipados incluso, que precisaban pocos matices; sin embargo según va avanzando la lectura los personajes van ganando profundidad. Ocurre, por ejemplo con los capítulos 6 y 7, donde sabemos algo más de la tímida Beth, algo más de la caprichosa Amy; o en el capítulo 9 donde podemos observar atentamente a Meg.
Ya conocíamos con algo más de detalle a Jo, así que ahora, con el tablero más completo, podemos ver cómo funcionan las relaciones entre hermanas, especialmente en situaciones más difíciles. Y esto es lo que ocurre en el capítulo 8, donde Amy y Jo se enzarzan en una trifulca que está a punto de acabar en tragedia. Ni os imagináis lo que me duele lo que hace Amy, grrrrr.
En cualquier caso la autora no pierde oportunidad para ir dejando su carga didáctica (a veces de manera muy explícita) tras cada capítulo. Ocurre en el capítulo 8 cuando Jo habla con su madre (al final, lo recordaréis) y esta explica por qué no pidió a su marido/padre que fuera a la guerra; y ocurre en el capítulo 9 cuando la madre, de nuevo, habla sobre felicidad y dinero: "El dinero es un bien necesario y valioso y, si se hace buen uso de él, se convierte en algo noble, pero no quiero que creáis que es lo más importante o quello a lo que debéis aspirar. Prefiero veros convertidas en esposas de hombres pobre pero felices, amadas y satisfechas, a que seáis reinas en su trono, carentes de respeto y de paz." (p. 163). Supongo que en el momento en el que se escribió este libro estos momentos eran muy relevantes, pero para mí entorpecen algo el curso de la trama. Hay otras autoras (como las Brontë, por ejemplo) que tocan también estos temas sin salirse del carril de la historia, sin el sermón materno. ¿Tal vez por eso este libro ha sido siempre más considerado como una lectura infantil/juvenil, y más concretamente para niñas y jóvenes? De estas cuestiones ya hablaba la semana pasada Olga en los comentarios al post: ¿qué os parece a los demás?
Esto se aprecia con especial detalle en el capítulo 11, el titulado El experimento, que bien podría haber sido un experimento en el que se incluyeran a muchachos (si hubiera protagonistas chicos en esa casa), puesto que es valioso saber que juntos es mejor y más fácil para todos, para la comunidad al completo. Sin embargo así planteado puede leerse también como la importancia de que las niñas vayan aprendiendo de las tareas domésticas. Por eso es tan importante contar con una edición completa (y no versionada o mutilada), porque esas versiones en muchas ocasiones aguaban la trama y cargaban el peso en la carga didáctica (desde su propia perspectiva, claro).
El capítulo 10, el dedicado al club Pickwick, me hizo recordar la lectura del gozoso libro de Dickens, tres volúmenes que me acompañaron a lo largo de 40 días en una gira de cuentos por Iberoamérica (aventuritas muy evocadoras que me resisto a no citar). Si no conocéis el libro os lo recomiendo para este verano, en el parón del club de lectura.
En cuanto al capítulo 12, el del campamento, además de poder ver a las cuatro hermanas en acción fuera del hogar (creo que es la primera vez que esto ocurre) y de poder verlas desde la mirada de otros, de otras (individualmente y en conjunto), hay un momento estupendo que no quiero dejar de señalar: el juego del embrollo (p. 203 y siguientes, en mi edición) o, si se prefiere, sigue la historia. Es fascinante cómo se nota que son personas habituadas a contar y escuchar historias: obviamente son personajes y es una misma mano la que escribe, pero este juego sería habitual en las noches de invierno y una opción de jugar con historias que acabarían resultando disparatadas. Os invito a que probéis a jugar a este juego en casa o con amigos y amigas, veréis las diferencias (extensión de la historia, puntos de interrupción, estilo de la narración...).
Espero que estas notas os hayan resultado de interés.
Os leo en los comentarios.
 
Pasad una buena semana.
Saludos cordiales, 
Pep Bruno