Mujercitas, 39-47
Hola a todas y todos, aquí llegamos al final de Mujercitas. Esta semana leeremos los últimos capítulos (39 al 47), unas 130 páginas. Y, la próxima semana, como os anticipé, comenzaremos con la lectura de La marcha Radetzky, de Joseph Roth (ya está la información en la web y a media semana ya podréis apuntaros).
Pero antes de nada, terminemos con las notas de lectura de Mujercitas.
ESTA SEMANA: 39-47
Ojo que estos comentarios traen spoiler (doy por hecho que el 99,99% de lectores y lectoras conocen esta historia, este libro).
Esta semana terminamos un libro que lleva más de 150 años en en manos y ojos de lectoras (sobre todo lectoras) y lectores. Un libro muy vivo que recupera vigor tras las nuevas ediciones (completas) y traducciones, pero también un libro por el que, pienso, sí han pasado los años. Un libro con un marco social que ha quedado bastante desfasado (bueno, o al menos eso pienso, porque con la ola de conservadurismo que recorre Occidente, yo qué sé).
En cualquier caso, al final la trama se me ha caído un poco, es todo demasiado perfecto, demasiado redondo, demasiado demasiado. La suelta de lastres de Amy y Teddy para poder volar juntos (o navegar juntos); la marcha de Beth mediante esa desaparición paulatina, como transparentándose, resignándose a su destino; la situación de Jo atrapada entre una historia y unos ideales y con un señor que viene al rescate. No sé, se me ha desinflado algo todo el castillo en estas últimas páginas. Creo que el problema no es tanto que el final sea redondo sino que es previsible, porque según vamos leyendo parece que el guion se va escorando para dirigir a cada personaje hacia un preciso y anticipado final. Eso resulta algo antinatural, algo forzado y, en mi opinión, le resta verosimilitud. ¿Os ha pasado a vosotras lo mismo?
Meg pasa ya a un segundo plano una vez ha sido útil para las clases de maternidad (idem para su marido). Nada que comentar.
La historia de Amy y Lauri sí tiene, en mi opinión, algo de interés: ese intento por justificar lo que sucede, por explicarlo sin que parezca que una hermana sustituye a otra y eso no afecta a la relación entre hermanas ni entre Jo y Amy. Fijaos en la cantidad de páginas de estos capítulos que la autora dedica a esto. Y, por otro lado, fijaos en cómo va haciendo cambiar a Amy y a Lauri, para que Amy no se case con un rico (sino que lo haga por amor, aunque sea con un rico) y Lauri no sea un patán rico más. No es la sencilla historia de dos que se enamoran en un viaje por Europa, no, es la historia de dos que se convierten en personas perfectas para un perfecto matrimonio. Y eso, a mí, me chirría. Es lo que os comentaba al principio de estos comentarios. Es demasiado. Pero claro, entiendo que este libro iba exactamente de esto, de enseñar modelos de comportamiento para que las niñas y las mujeres pudieran tener referentes a la hora de actuar, de pensar, de ser.
Por otro lado Jo vive casi un pasaje del terror. Parece como si tuviera que ocupar el lugar de Beth y acabara siendo la hija que cuida a sus viejos padres. Una solterona pero no por elección. Hemos visto a Jo tocar el cielo varias veces y ahora la vemos sola y triste en la casa de los March, una casa nunca hasta ahora tan sombría. Me entristece el final de Jo, pero sobre todo me entristece ese cambio en ella que pasa de ser una mujer libre e independiente a una mujer triste y amargada. Veo ese final con la llegada de Baher y la muerte de tía March como una doble pirueta perfecta para que se ajuste al guion. ¿No querías tener una vida con aspiraciones? Ahí tienes aspiraciones. ¿De verdad una escuela?, ¿no puede seguir escribiendo y vivir tranquila y feliz?, con Baher si quiere. O sin él, lo que le apetezca.
En fin, reflexiones últimas de un libro que, por otro lado, me ha tenido muy entretenido estas semanas.
Os leo en los comentarios.
Y, recordad: la próxima semana comenzamos con La marcha Radetzky.
Pasad una feliz semana.
Saludos cordiales,
Pep Bruno