Segunda parte: hasta el capítulo 8. La lucha por la supervivencia.

"La piel fría" permite muchas referencias y comparaciones, algunas más evidentes que otras, ya que la literatura, el cine o la televisión no has presentado más de una vez, de forma más o menos épica, la lucha de un personaje por sobrevivir en un ambiente hostil a fuerzas que le superan en número y que buscan obsesivamente su destrucción. 

 

¿No os recuerda nuestro protagonista y Battís Caffó a dos perfectos colonos del oeste americano resistiendo el ataque de los pieles rojas cuando se han internado en territorio desconocido y vedado a los hombres blancos? ¿O tal vez a dos supervivientes de un apocalipsis nuclear que viven acosados por ordas de zombis que se los quieren comer sin contemplaciones? ¿O soldados de la Legión Extranjera que resisten hasta la extenuación  en un fuerte perdido en el desierto los ataques de las tribus rebeldes?

 

Este tipo de hazañas de héroes es la que predomina en esta parte que vamos a compartir. En estos capítulos conocemos la historia del protagonista, el oficial atmosférico, y somos espectadores de un relato de aventuras tras la llegada a la isla y la toma de posesión de su cargo y de la casa en la que ha de permanecer durante un año. Pero esta aparente tierra de nadie es en realidad una frontera en la que se juntan dos mundos distintos y desconocidos entre sí.

 

Albert Sánchez Piñol relata con maestría los ataques nocturnos de los seres submarinos que habitan la isla y consigue transmitir con un ritmo acelerado y vibrante la sensación claustrofóbica y desesperada de alguien que lucha por sobrevivir. El protagonista enseguida es consciente de que la victoria es imposible y milagrosamente no se abandona a la desesperación de un final que parece inminente. Entre las ensoñaciones que le producen su vigilia durante los primeros días, advierte que su única oportunidad de salvación reside en el faro que existe al otro lado de la isla.

 

Ante la negativa de su extraño vecino a acogerle en la seguridad del faro, el descubrimiento del extraño ser que parece servir a Battís, una criatura anfibia de evidentes rasgos femeninos, le permite echar un órdago al farero y asegurarse el descanso y la protección de las gruesas paredes del edificio convertido en fortaleza.

 

 

Bajo el ritmo trepidante de las luchas nocturnas entre los dos hombres y las criaturas submarinas hay lineas argumentales que hacen constantes referencias  a otras lecturas de la novela: a las relaciones de conquistadores y conquistados, al temor al "otro" cuando es un desconocido o diferente, a los perjuicios de la segregación, al hecho de que el ser humano se crea el centro de todas las cosas ....

 

En un interesante giro de la trama, el autor complica el asunto con una especie de relación zoofílica entre la criatura, la citauca, y los dos hombres, poniendo todavía más en evidencia la hipocresía de la sociedad civilizada y los límites de la moral, o tal vez solo sea una cuestión de necesidad fisiológica llevada al extremo.

 

En cualquier caso el trabajo como antropólogo del autor amplía sobremanera las diferentes lecturas de la novela y añade facetas a un argumento que al principio podría parecer simplista. La novela esconde una gran complejidad en cuanto al mensaje, a los temas que trata y las incógnitas que genera.

 

En el apartado puramente literario, son evidentes ecos de los clásicos, de El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad, de Soy leyenda, de Richard Matheson, de Solaris, de Stanislaw Lem, de Lovecraft, de La casa en en confín del mundo, de William Hope Hodgson o de Robinsón Crusoe