3ª parte. Hasta el capítulo 15.
Libro que estamos comentando:
La chica que vive al final del camino
Frank Hallet vuelve a la casa. Ha estado vigilando fuera mientras el policía Ron Miglioriti ha estado hablando con los chicos. En realidad, él había avisado a la policía cuando su madre, que quería pasar a recoger los frascos para la mermelada, no había vuelto a su domicilio.
Para su sorpresa y su disgusto, Rynn no está sola en su casa. En seguida, comprende que los chicos han preparado una cena especial, con vino y todo, y que la situación había cambiado desde su última visita.
Piensa Rynn: “¿Qué esperaba (Frank) de ella? ¿Qué esperaba que hiciera?” Como un sabueso, olfatea el salón intentando encontrar lo que fuera que buscaba: ¿el olor de los cigarrillos del padre?
Nosotros nos imaginamos lo peor. A pesar de que pregunta por el padre, suponemos que no se cree que está durmiendo en la habitación contigua. Se mueve con total impunidad, adoptando actitudes chulescas y despectivas hacia los niños.
Lo peor es la secuencia tan cruel e innecesaria con la rata, la mascota de Rynn. Creo que Mario y Rynn saben que Frank no se irá hasta que consiga lo que quiere, que, en primera instancia, es quedarse a solas con la niña.
Los chicos intentan zafarse del juego del gato y el ratón al que los está sometiendo Frank. Hay gritos y amenazas de violencia hasta que Mario saca un estilete secreto de su bastón de mago con el que amenaza a Frank si no abandona la casa.
Cuando se quedan solos, Rynn empieza a descubrir a Mario los secretos que le había ido ocultando y que se esconden, como ya suponíamos, en el sótano. "Tienes derecho a saber lo que pasó", le dice Rynn.
Durante la lectura, habíamos estado imaginando que era el padre el que podía estar guardado/escondido en el sótano, pero, para nuestra sorpresa, es el cuerpo de la madre y el ya conocido de la señora Hallet. Mientras le cuenta cómo ocurrió la muerte de la madre, tan lejos de la Inglaterra en la que vivía, sucede una escena desconcertante. Toman el té con pastas de almendra mientras Rynn le relata cómo envenenó a su madre con cianuro y cómo ocultó el veneno con el peculiar sabor de las almendras amargas. Hay un momento de tensión mientras nos planteamos la posibilidad de que utilice el mismo método para deshacerse de Mario, que, aunque la ha ayudado mucho, ya sabe demasiado.
El aprecio de la niña por Mario parece ser sincero y lo demuestra en cualquier ocasión. No solamente lo necesita para que le resuelva problemas materiales como llevar el coche al pueblo o defenderla del acoso de Frank Hallet, también le sirve de apoyo emocional para combatir la soledad en la que la niña se desenvuelve. Porque también es el momento en el que se nos revela las causas de la ausencia del padre, motivada por la enfermedad que lo amenaza y la estrecha unión con su hija y, sobre todo, por la intención de que ella sea capaz de ser independiente y no verse obligada a vivir de la forma en que los adultos y las instituciones establecidas tengan prevista para ella.
"En voz baja me dijo que yo era diferente al resto del mundo y que algunas personas no lo comprenderían. Que no querrían que fuera como soy. Que querrían hacerme cambiar.... Como yo seguía siendo una niña, habría poco que pudiera hacer más que estar sola, no meterme en problemas y no hacerme notar." Es un argumento muy controvertido y no parece que pueda llevarse a cabo con facilidad. La vida solitaria de Rynn que nos propone el autor chirría por muchos lados, aunque a mí me parece que el principal inconveniente es que entre padre e hija hayan decidido que la pequeña no tiene que acudir al colegio.
La desaparición de la señora Hallet había creado un ambiente de sospecha en todo el pueblo. Aunque nadie había molestado a Rynn en los últimos días, el agente Miglioriti no dejaba de rondar la casa, así que no iba a ser fácil llevar a cabo el plan que los dos niños habían ideado, que no era otro que subir los dos cuerpos guardados en el sótano y enterrarlos en un lugar cercano a la casa, fuera de los ojos del policía y de los curiosos.