El señor de las moscas : desde Sombras y árboles altos hasta Una muerte anunciada
Hola de nuevo, vamos avanzando en la lectura, vamos viendo como se crean normas, grupos sociales y jerarquías según su edad, sus capacidades y su carácter: cazadores, recolectores, encargados del fuego, de los refugios… Pero como en toda sociedad, lo que en un principio comienza como una aventura llena de ánimo y compañerismo, democracia y armonía, acaba desembocando en celos y disputas por el poder.
La propia novela nos va mostrando cómo, con frecuencia, incluso en una sociedad erigida desde la inocencia infantil, lo idílico da paso a un proceso de animalización y barbarie, un proceso de deterioro de la sociedad que acaba convirtiéndose en un infierno. Se trata, por tanto, de una confrontación entre el mundo civilizado y el mundo salvaje.
Esta semaña añadimos tres nuevos capítulos. Vamos a ello.
7. Sombras y árboles altos
Después de descubrir que la fiera no se encuentra en el Peñón, se dirigen a la cima de la montaña; de camino se encuentran con una manada de jabalíes que son incapaces de atrapar. Tras un pequeño juego, imitando al jabalí siguen un difícil camino hacía la cima de la montaña, a la que solo llegan Roger, Jack y Ralph, ya que el resto se queda durmiendo en una explanada y el único que vuelve al campamento para avisar a Piggy de que no volverían esa noche al campamento, es Simon. Una vez en la cima, ven a la supuesta fiera y salen corriendo.
El intento por comprender lo sobrenatural puede acabar de dos maneras: rendirse al miedo pensando que existe, aún sin poder explicarlo, o superar el miedo y comprobar la realidad.
8. Ofrenda a las tinieblas
La diferencia de valores entre Ralph y Jack, lleva a la división del grupo. Primero se va Jack y a escondidas desaparecen el resto de los mayores, quedándose solos Piggy, Ralph, Simon y los gemelos con los peques, que forman una hoguera en la plataforma. Mientras en el otro grupo se dedican a la caza de un jabalí, dejando la cabeza de éste como ofrenda a la fiera, en el mismo sitio, donde Simon reflexionaba. Simon empieza a hablar con la cabeza, convirtiéndola en ¡el Señor de las Moscas!
Cada grupo de personas tiene una escala de valores más o menos igual. Dos personas con escalas de valores completamente diferentes nunca pertenecerán a un mismo grupo. De ser así, nunca se llevarían muy bien y acabarían separándose.
9. Una muerte anunciada
Simon decide enfrentarse a la supuesta fiera y tras restablecerse de su desmayo se dirige a la cumbre, donde descubre que la fiera es el paracaidista muerto.
Mientras tanto, en la playa, todos disfrutan de la carne a la que Jack les ha invitado, hasta que empieza a llover; en ese momento comienzan su danza y cuando aparece Simon entre los arbustos, para contarles su descubrimiento, todos se lanzan sobre él como salvajes, pensando que se trata de la fiera y acaban con su vida. Este capítulo podría hacernos pensar que toda persona tiene un “instinto” asesino que es sacado a la luz en los momentos en que la misma está alterada.
Continuamos con el algunos símbolos en la obra de William Golding que aparecen en la novela y nos ayuda a entenderla.
La caceria de cerdos: La cacería de cerdos se usa a través de El señor de las moscas para simbolizar no sólo la capacidad que tiene el hombre para la destrucción y la violencia, sino la idea básica de la sed por la sangre, la histeria en masa, y el ritual. En la escena más importante de cacería de cerdos, se nos da una descripción vívida de la masacre que se lleva a cabo con la matanza de un cerdo madre, y vemos que los niños encuentran placer en sus deseos de cazar. Ya no se trata nada más de tener carne para comer (los niños obviamente disfrutan con el poder que sienten sobre el indefenso animal y se excitan por la sangre que se derrama sobre sus manos). A medida que transcurre la historia, vemos a los niños realizando cacerías una y otra vez, en una especie de ritual, con varios niños actuando como cerdos, hasta que este “juego de acción” toma un giro espantoso cuando, en frenética violencia, golpean hasta matar a Simon por una multitud de niños excitados.
El cabello de Ralph: El cabello de Ralph era un símbolo del crecimiento de su salvajismo. Esa maraña de pelos tiene vida. El narrador nos dice que en la cara de Ralph se nota que desearía cortárselo, porque lo hace sentir sucio e incivilizado. Sabemos que el cabello tiene que ser algo importante porque las primeras palabras de la novela son “El muchacho rubio descendió un último trecho de roca…”. El corte de cabello es uno de los beneficios de la civilización, beneficio del cual Ralph y algunos otros han tenido que abandonar. También nos recuerda que los niños han estado en la isla por un buen rato; este no fue una aventura de fin de semana. Al final, hay algo horriblemente perturbador en el crecimiento descontrolado de su cabello, porque no puede pararlo y al parecer no parará nunca, al igual que el crecimiento de la violencia en los niños y el incremento de los salvajismos en la isla.
La ropa: La ropa es otro vestigio del viejo mundo que queda en este nuevo mundo. La ropa puede ser molesta, como cuando Jack y su coro de chicos parecen ser una criatura larga y oscura a medida exploran empaquetados vestidos con sus túnicas negras al comienzo. Primero, los niños necesitan usar su ropa para protegerse del sol (lo que significa que no están listos todavía para el estilo de vida en una isla), pero pronto estarán corriendo por ahí en taparrabos o menos que eso, sus pieles y sus mentes se adaptan a lo que los rodea. Hasta vemos a Ralph pasar de ser un “el chico rubio” a ser completamente “moreno”. El cambio está en el aire, como del aire viene el hombre muerto del paracaídas.
Las imágenes que ilustran este post son de Sam Weber, éstas fueron creadas para una edición ilustrada de El señor de las moscas de William Golding. En palabras de Weber “El uso de la ilustración contemporánea para acompañar a un clásico muy querido fue un desafío emocionante. El señor de las moscas es una de mis novelas favoritas, y en muchos aspectos, esta oportunidad fue un verdadero trabajo de ensueño”
Feliz lectura
Alejandro