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El libro de la almohada 26-74

Libro que estamos comentando: 
El libro de la almohada

Hola a todas y todos, seguimos con la lectura de este sorprendente y hermoso libro, pero antes unos avisos:

  • Como ha sido difícil encontrar la edición recomendada de esta lectura, he añadido en el post de la primera semana (la anterior) el índice de mi edición para que pudierais seguir con más facilidad la lectura que vamos haciendo. Podéis descargar el PDF allí.
  • Estamos cruzando el ecuador del libro y la próxima entrada será la última, por lo tanto os anticipo la siguiente lectura por si queréis ir buscando: Tristán e Iseo, versión de Alicia Yllera (en Alianza Editorial). 
  • Ah, y como hicimos en la pasada lectura, si os apetece, cuando terminemos el libro podemos hablar sobre él en una Sala de audio en Twitter, la experiencia pasada creo que fue muy gratificante.

Dicho esto, al lío.
 
CAPÍTULOS 26-74
Apenas unas sesenta páginas en mi edición que se leen en un suspiro. Uno acaba embriagado por la belleza contada y, al mismo tiempo, no deja de viajar, de lo cotidiano, cercano y reconocible (todavía hoy, 11 siglos después) a lo sorprendente y fascinante de algunos detalles y modos de vida de la época. Os comento algunas cosas a vuelapluma en este picoteo de flor en flor que es para mí esta lectura.
 
En primer lugar la belleza del texto y de las imágenes. Una belleza deslumbrante en no pocos momentos: "En cualquier hora y en cualquier lugar me conmueve la luna" (p. 88).  Pero también una belleza por encima de todo, como cuando habla de lo inconveniente que es la "nieve sobre los tejados de la plebe. Esto es especialmente desagradable cuando brilla la luna." (p. 74), y es desagradable porque la plebe no es capaz de apreciar la belleza y es injusto que esta se muestre en todo su esplendor a ojos de nadie. La belleza imprime una huella en el alma, y para esta autora es sorprendente que la belleza no afecte a todos, como dice aquí: "conté a la gente lo bello que había sido todo eso. Lo que más me impresionó fue que nadie se impresionara." (p. 98). Es decir, para la autora la belleza está por encima de todos los problemas que pueda acarrear una gran nevada, por ejemplo, ver la nieve como algo hermoso minimiza cualquier otro asunto, aunque para mucha gente la nieve pueda ser un gran, grandísimo problema (no hace falta recordar la visita de Filomena a media península hace unos meses, ¿verdad?, donde pasamos de la fascinación y el juego al hastío y la preocupación). ¿Qué os parece? ¿Qué pensáis vosotros, vosotras?
 
Por otro lado, algo de lo que hablamos ya anteriormente. No deja de resultar sorprendente el trasiego de amantes y la vida noctura de susurros y caricias en palacio, incluso la información relativa a los mismos: "Para encontrarse con su amante nada mejor que el estío." (p. 78) Es muy entretenido todo esto que cuenta, ¿no os parece? E instructivo. Y también da mucha sensación de libertad, ¿no os parece? Un ejemplo: "Lo que más me agrada en una casa es que a nadie le importe el portón ni a medanoche ni al alba y donde una esté libre para recibir a sus visitas, ya sea un príncipe imperial o un caballero del palacio." (p. 120). Por cierto, en estos capítulos aparecen bastantes referencias a Tadanobu y a Nobukata, que son amigos y, parece, amantes de Sei Shonagon. Aunque si no he entendido mal a Tadanobu lo rechaza. ¿Cómo lo interpretáis vosotros, vosotras?
 
Ahora, fuera de las mieles del amor, la realidad cae sobre nosotros ahora igual que hace once siglos, pues dice Sei Shonago que es infrecuente "un yerno que es alabado por su suegro; una joven esposa que es querida por su suegra" (p. 80), bien, me diréis que esto no es tan así. Vale. Veamos otro ejemplo: "¡Qué vegüenza cuando un hombre seduce a una indefensa dama de la corte y dejándola encinta la abandona sin que le importe nada de su futuro!" (p. 96), bueno, puede que esto tampoco sea ya tan así. Permitidme otro ejemplo porque creo, honestamente, que hay cosas que verdaderamente no han cambiado tanto: "Un ignorante que en presencia de personas instruidas asume un aire de autoridad y habla sobre la gente del pasado." (p. 86) o sobre cualquier tema, la verdad, ¿esto también os parece que ya no es tan así? Y por último, para recoger todo lo anterior y a pesar de esa sensación de libertad de la que hablaba cuando hablaba de los amantes, te tropiezas no pocas veces con señales de que algunas cosas ya estaban torcidas desde hace mucho tiempo: "lo peor les toca a las mujeres. (...) Las mujeres de buena familia se dan por bien servidas si se casan con un gobernador y se instalan en la provincia." (p. 132) 
 
Os leo en los comentarios.
Pasad buena semana.
Saludos cordiales
Pep Bruno