El corazón helado, VI
Hola a todas y todos, vamos avanzando en la lectura y el libro va acercándose a los últimos capítulos. En un par de semanas acabaremos, ay. Para estos días vamos a leer desde la página 568 ("A mediados de julio empezó la cuenta atrás.") hasta la página 707 (donde termina el capítulo con la última frase: "y con el tiempo se convertiría en su hijo predilecto."). A este paso nos quedan dos suspiros y empezamos a ver claras todas las tramas con sus enredos y desenredos.
Vamos al lío.
ESTA SEMANA
Avanza ya la historia de Raquel y Álvaro y, claro, vamos a pasar de la miel de la pasión loca (y con un espacio sorprendentemente fácil para un señor casado, todo sea dicho) a un terremoto de dimensiones inesperadas, al menos yo creo que son inesperadas por que van más allá del ámbito familiar. Pero no quiero contaros mucho porque, grrrr, sería destriparos parte de la sorpresa de estas páginas. Aunque por lo que vais contando en los comentarios muchas de vosotras y vosotros estáis con la mosca detrás de la oreja con esa relación que se ha edificado con algunos espacios en sombra, sí, hace mucho que no escuchamos a la Raquel narradora y poco sabemos del punto de partida de toda esta historia. Y no puedo decir más. Ay. Sólo contaros que dos de los cuatro capítulos de estos días avanzan por este proceloso mar, y aunque la cosa no quedará totalmente resuelta, sí os adelanto que no vais a acabar la semana sin algunas respuestas. Eso sí, hay un rato malo malo, caramba.
Hay un capítulo (el segundo de esta semana) que he disfrutado mucho. Lo protagonizan dos personajes que apenas habían asomado hasta ahora, los padres de Raquel (Ignacio y Raquel) en su primer viaje a España siendo dos jóvenes nacidos en Francia y hartos de España porque su familia está "enferma de España". Creo que el capítulo cuenta muchas cosas en muy pocas páginas y por él desfilan momentos magníficos y un personaje que nos da un momento muy brillante, doloroso, poderoso, enorme; se trata de Casilda y su familia. Gracias a Casilda y sus hijos y su marido se nos evidencia de manera explícita el contraste entre lo que se ve y lo que se vive, un contraste que también se podía apreciar entre la España de los turistas y la España de... Moratalaz. Es uno de los momentos más potentes del libro, creo. Y me resulta fascinante que esté protagonizado por secundarios, aunque en una historia de generaciones tal vez no exista esa figura propiamente de los secundarios; aunque en una historia océana como esta en la que todo fluye y cada gota suma para hacer el mar todo cuenta, todo.
El último de los capítulos de estos días nos muestra la ejecución del plan de Julio Carrión tras su llegada de París. Vemos todo el proceso y cómo va cercando a su presa: es una serpiente que se come a un ratón que, directamente, la ha invitado a su casa a merendar. Pero vemos algo también que se sale del plan previsto por Julio, otro personaje que apenas ha asomado por las páginas (aquí y allá), presente desde el principio de esta historia y que en este capítulo vive, sin duda, unos momentos estelares. Quien sabe, dios los cría y ellos se juntan.
Seguro que disfrutáis de la lectura de esta semana.
Os leo en los comentarios (que me he callado unas cuantas cosas y espero que aparezcan por ahí).
Pasad buena semana.
Saludos cordiales,
Pep Bruno