1ª parte. Hasta el capítulo 7.
Libro que estamos comentando:
El accidente en la A35
He buscado, y no he encontrado, alguna entrevista en castellano a Graeme Macrae Burnet en la que el autor hable de sus novelas protagonizadas por el inspector Georges Gorski, de la policía de la ciudad francesa de Saint-Louis. Me hubiese gustado saber por qué un escritor escocés, que vive actualmente en Glasgow, y con una obra todavía no muy extensa, sitúa su saga más conocida en una pequeña ciudad francesa ubicada en el trifinio (punto donde convergen las fronteras de tres países) formado por las lindes de Francia, Alemania y Suiza. Por el un poco confuso prólogo podemos deducir que la acción de esta novela sucede en los años finales de la década de 1990, cuando la ciudad ya había iniciado el despegue demográfico y económico (19.500 habitantes en 1990 y más de 23.000 en la actualidad), pero no había dejado de ser una ciudad de provincias, abrumada por la cercanía de una gran urbe como Basilea.
Esta curiosidad me la provoca los comentarios que de Saint-Louis, de sus calles, de sus locales y de sus gentes hace el propio inspector Gorski, que la define como una ciudad aburrida, alejada de urbes con una vida más dinámica y donde no pasa nada. "Saint-Louis es un lugar anodino que se halla ubicado en el Dreiländereck .... La población del municipio puede clasificarse en tres categorías: los que no tienen aspiraciones de vivir en un lugar menos deprimente; los que carecen de medios para marcharse; y aquellos a los que, por razones que solo ellos conocen, les gusta vivir allí." Y comentarios de este tipo los vamos a encontrar abundantemente a lo largo de esta novela. Burnet podría haber inventado una ciudad ficticia, con elementos recogidos de ciudades situadas aquí o allá, y nada ni nadie le podría reprochar que mostrara una realidad mucho más negativa de lo que es en realidad.
Lo que está claro es que a Burnet no lo van a nombrar hijo predilecto ni le van a poner su nombre a una calle, al menos por lo que hasta ahora ha dicho de la ciudad.
En esa aburrida cotidianidad sucede un hecho desgraciado, pero absolutamente banal: en las cercanías de la ciudad sucede un accidente en la autopista que une Saint-Louis con Estrasburgo, en dirección sur, en el que fallece un reconocido abogado de la ciudad, maître (título de abogado en Francia) Barthelme. El accidente no presenta ningún detalle que no haga pensar en otra cosa que no sea un despiste o una salida de la carretera por el sueño o por el cansancio. Todo muy normal, salvo por el comentario de la mujer del fallecido, que sugiere su extrañeza porque Bertrand Barthelme no debería haberse encontrado en ese momento conduciendo en la autopista ni en esa dirección. Se supone que ese día, y desde hace muchos años, el abogado cenaba con un grupo de amigos en un local de la propia Saint-Louis.
Que Gorski acepte preguntar más de lo habitual en casos como este, en el que no se ha producido ningún delito y cuando la autopsia no ha determinado todavía que haya algún elemento que haga necesario realizar una investigación criminal, se debe en gran medida al sugerente recibimiento que la viuda del señor Barthelme le prodiga cuando va al domicilio familiar a comunicar la muerte de su marido. El matrimonio de Gorski parece que está a punto de deshacerse, por lo que no es extraño que el inspector se sienta atraído por la sensualidad de la señora Barthelme.
Con parsimonia, y alternando con los recuerdos que le provocan sus desganadas averiguaciones, conocemos algunos detalles de la vida de Gorski y su familia. También los distintos personajes que van apareciendo en la novela aportan detalles de sus vidas que dotan de sentido y complejidad a un caso que, en principio, resulta anodino.
Raymond Barthelme, el hijo de diecisiete años, enseguida adquiere una importancia que lo va a convertir en un personaje relevante. Lo mismo ocurre con los socios/amigos del difunto; a las preguntas del inspector responden con impostadas vaguedades que sugieren que las relaciones del grupo transcurrían más allá de quedar a cenar o mantener una mera relación laboral. Todo muy normal para una tranquila ciudad de provincias, pero la relevancia del abogado Barthelme y de su grupo de amigos introducirán razonables sospechas en la mente de Georges Gorski.