Capítulos 8, 9 y 10.
Avanzamos en el viaje de Javier Reverte a través de la lectura de su obra Canta Irlanda, y, antes de comentar (intentaré que sea brevemente) el argumento de los capítulos, quisiera plantearos tres cuestiones que han sobrevolado de alguna manera en nuestras conversaciones y en la obra.
La primera es el viaje en solitario. Javier Reverte viaja solo por la isla esmeralda (si bien en otras expediciones y viajes lo hace en compañía, porque hay itinerarios en los que se precisa ayuda: para trasladar la carga, para vadear ríos, para cruzar largas extensiones blancas en el Polo…). Pero Irlanda se puede recorrer en soledad y así es como decide hacerlo nuestro autor, tanto en 2004, como en 2012. Algunos compañeros lectores han comentado que no han viajado en solitario, que es su asignatura pendiente; otros que sí lo han hecho… ¿Cuál es vuestra experiencia? ¿Pensáis que, al viajar solos, la comunicación es más fluida, se hacen más relaciones, se producen más conversaciones interesantes? ¿Y, qué sucede si necesitamos ayuda? ¿Y, hay diferencia si eres un hombre, o una mujer? Contadnos.
La segunda son los parques temáticos. Pese a que Reverte (en el documental de Imprescindibles lo dice), no reniega de la palabra turista (al contrario, la reivindica), en muchos momentos del libro, dice cosas como ésta: y, por fortuna, no había ese día cruceros para europeos ni tampoco autocares con turistas japoneses.
De hecho, utiliza la expresión parque temático a lo largo de muchos capítulos, para referirse a cómo se explotan los recuerdos de El hombre tranquilo, por ejemplo, o el islote del Gato, la Innisfree de Yeats.
La tercera son los souvenirs. ¿Sois de comprar objetos más o menos típicos en vuestros viajes? ¿Tomáis algún elemento de la naturaleza: una piedra, una hoja (Reverte se lleva una hoja de acebo en su paseo por las orillas del lago de Innisfree), arena, etc.?
Capítulo 8. El país de William Yeats.
Este capítulo me ha gustado muchísimo (¿a vosotros?). Llamadme romántica, pero el amor insistente y desesperado de Yeats por Maud me ha tenido en vilo. Leyendo todas las reiteradas negativas de Maud Gonne, pensé en si el poeta no estaba más enamorado de la idea de estar con Maud que de la propia mujer. Lo de pedirle matrimonio a la hija de su amada, no sé ni cómo calificarlo. He buscado a Maud, y era bella, sí, pero igual es que la adornaban otras cualidades. (¿No es absolutamente descabellado que saliera en defensa del honor de su marido McBride, el maltratador, borracho y cruel, un hombre que trató de abusar sexualmente de su hija? Este comportamiento dice mucho de ella y de sus convicciones sociales. Era un héroe independentista y nacionalista, y parece que eso lo borraba todo. Que se le perdonaba todo. ¡Pobre Yeats! Por cierto que McBride fue el padre de Sean McBride, junto con Maud, un Premio Nobel de la Paz, qué paradójico).
Realmente lo interesante de este artículo son, por ejemplo, cómo influyó en su obra Maud, (su Helena de Troya), las casas en las que pasaba largas temporadas: Elsinor, donde vio un hada con ocho años, o la mansión Lissadell de la familia Gore-Booth, tan hermosa y con un entorno tan bello. Las hermanas Eva y Constance son dos mujeres con historias extraordinarias, y aquí Reverte nos amplía la biografía de Constance, la condesa que tuvo un papel muy importante en el Alzamiento de Pascua. Con esta familia, empezamos a entender a esa clase alta protestante denominada la Ascendencia, que en su caso, estaba imbuida de altos valores sociales, nacionalistas, independentistas, feministas e izquierdistas.
En este capítulo paseamos por los lugares de Yeats, (os dejo este artículo con fotos de sus lugares, en El País) la isla de Innisfree, las mansiones, el condado de Sligo, el pueblo marinero de Rosses Point, y el cementerio donde reposan sus restos junto con los de su esposa, (¿sabría ella de su amor no correspondido hacia Maud?).
Cabe destacar en este capítulo la comparación entre Joyce y Yeats, como personas y como creadores. Creo que también podríamos comentarlo.
Capítulos 9 Llora Irlanda y 10. La costa de las lágrimas. Estos dos capítulos son para releerlos con calma y consultar otras fuentes y otros libros.
En ellos, Reverte vuelve a hacer esas idas y venidas, esos flashbacks a los que nos tiene ya acostumbrados, entre la historia reciente de Irlanda y los orígenes de los conflictos entre los irlandeses y los ingleses. Resulta difícil aprehender su esencia en una primera lectura, quizás lo más importante sea las ganas de seguir leyendo e investigando.
Respecto a los Troubles, aquí hay que hacer mención al libro No digas nada (una historia real de crimen y memoria en Irlanda del Norte), de Patrick Radden, que nuestra compañera de viaje Esther nos recomendó en un comentario. Sobre este libro, hay dos episodios del podcast La ilusionista. Este, es una guía en la que no se desvela nada de la trama, y este otro, no lo escuchéis si no habéis leído el libro.
Sobre el trabajo periodístico que Reverte realizó en Irlanda, cubriendo el Bloody Sunday , en la propia obra nos realiza una narración muy exhaustiva, y en el documental que vimos al principio de nuestra lectura, también. (Imprescindibles, Javier Reverte).
En estos capítulos, conocemos a varios personajes históricos, algunos de comportamiento verdaderamente deleznable, como el político y militar inglés Cromwell, la saga de los O’Donnell (curioso que Red Hugh O’Donell terminase sus días en Valladolid), Alonso Martínez de Leyva, de la Felicísima Armada Invencible, pero con una suerte tristísima, o los escritores Patrick Kavanagh (el creador del Bloomsday), y Seamus Heaney.
Sin duda, junto con los irlandeses, la literatura y la música, se alinean los paisajes. Creo que cualquier persona se vería tentada de ser artista (aunque fuese malo), contemplando La Calzada de los Gigantes, o el Monte de Ben Bulben, (¿qué os sugiere a vosotros el monte?) … ¿Qué otros paisajes, de estos capítulos, os han emocionado?
Sé que me dejo algunas cosas anotadas en mi cuaderno de viajes, y que espero que vosotros escribáis, por ejemplo, la compañía de teatro de Yeats, o su gran amiga lady Gregory, a la que Joyce detestaba… pero…
Irlanda es un país despeinado, dice Reverte. Y yo escribo: lo que nos despeina es lo que merece la pena.
Me despido con este tema de U2, Sunday Bloody Sunday, porque como dice Reverte, Irlanda, hasta cuando llora, canta.
Salud y largo viaje, lectores.
(La foto de la entrada, By JoachimKohler-HB - Own work, CC BY-SA 4.0, )