PRIMERA PARTE: lo ocurrido en febrero de 1953. Hasta el capítulo "Tres semanas después"
Libro que estamos comentando:
El niño 44
"Como María había decidido morir, su gato tendría que arreglárselas solo". Con esta frase tan desoladora comienza el libro, como una ráfaga helada que se remonta a uno de los momentos más crueles de la historia de la Unión Soviética. En 1933 la política de colectivizaciones había sumido al país en una atroz hambruna en la que la búsqueda de alimento se había convertido en la principal actividad de la población. En esa situación un niño, el primero de la novela, muere asesinado.
Años después, en la Unión Soviética de 1953, por decreto el crimen no existe. Por eso la muerte de un niño en las vías del tren solo puede deberse a un accidente, a una fatal casualidad debida a la falta de juicio en un pequeño de 5 años.
La historia de ese país estuvo sin embargo plagada de víctimas de la represión política del estado, que utilizaba cualquier método, incluido el terror, para tener controlados y sometidos a los ciudadanos.
La novela nos muestra la paradoja de un sistema que, por una parte, propugnaba la felicidad universal y que solo admitía la crueldad y las privaciones como males menores para conseguir la prosperidad de las personas, y que, por otro lado, ejercía un ferreo control hacia los que consideraba disidentes.
A investigar la desaparición de este niño es enviado Leo Stepánovich Demídov, miembro del MGB, la policía política soviética, aunque en aras de la ortodoxia comunista acude a acallar las sospechas de la familia y a convenceles de que todo fue un desgraciado accidente.
Enseguida esta primera parte del libro abandona la trama de los niños desaparecidos y se centra en la figura de Leo, en su trabajo como oficial de la cheka, y en su vida personal. Rápidamente las dos se entremezclan y ponen en peligro su vida, la de su esposa y la de sus padres. La novela de Tom Rob Smith recuerda por momentos a los argumentos de las novelas de espías de John Le Carré ambientadas en la guerra fría.
Las espeluznantes descripciones de la maquinaria policial, de las torturas y deportaciones que se aplicaban a los sospechosos y presuntos culpables de crímenes contra el comunismo ponen los pelos de punta y nos hacen partícipes del horror de una época en la que la vida de las personas pendía de la arbitrariedad de un sistema político brutal y corrupto. "La crueldad era la llave que abría las puertas del estado perfecto".
Leo se enfrenta al dilema de obedecer las órdenes de sus superiores, acusar de espionaje a su esposa y garantizar su supervivencia y la de sus padres, o bien apoyar la inocencia de su mujer y sellar su destino al de ella.