La fiesta del Chivo, II

Libro que estamos comentando
Mario Vargas Llosa

Hola a todas y todos, continuamos con la lectura de La fiesta del Chivo, y como es habitual en los inicios de toda novela en el club, lo hacemos tratando de no tomar mucha distancia (en cuanto al número de páginas) para que los más rezagados en apuntarse puedan sumarse al ritmo sin problema.

La primera semana leímos unas 50 páginas (aquí tienes las notas de lectura de esos días), los tres primeros capítulos; y esta semana os propongo leer un poco más, los capítulos IV al VII, ambos incluidos, que en mi edición son poco más de 80 páginas.

¡Al lío!

 

ESTA SEMANA

Como os decía, os propongo leer un poco más para estos días, pero no por nada en especial, sólo porque pienso que algunas andáis ya tan enganchadas al libro que si os pongo menos páginas vais a leer más igualmente. En cualquier caso insisto en que es una lectura muy amena (y enganchosa) y no será problema ir dándole ya un empujoncito al libro.

En esta semana, y como ocurrió la pasada, las tres líneas narrativas van avanzando y parece que, de alguna manera, van confluyendo: la historia de Urania no parece tan personal, tan ajena al resto de historias, sino que se abre y se amplía y se llena de recuerdos e imágenes que suman para darnos una visión más general del total. Todos los capítulos avanzan en su línea temporal, pero en todos ellos se despliega una suerte de momentos que, como teselas, van dibujando el mosaico general del relato, van sumando personajes y detalles, van anudando historias y entrelazando tramas. 

Si en los primeros capítulos ya quedamos enredados a la prosa de Vargas Llosa, en estas páginas que siguen es imposible no quedar deslumbrado por el manejo (y el oficio con el que lo hace) de todos estos hilos que se van abriendo (y cerrando), de la galería de personajes y las distintas situaciones en las que van apareciendo.

 

En el capítulo IV, y de la mano de Urania, nos encontramos con otro de los protagonistas, Agustín Cabral, que se convierte en escuchador (a su pesar; y sin posibilidad de réplica) de la historia que su hija va desgranando. Qué interesante cómo entrar en esa casa supone entrar en Urania y conocer lo que (incluso sin ella saberlo) ha venido a contar a su padre. Pero también es muy interesante esta voz narradora femenina, por la mirada que aporta y por el relato que trae, ¿no os parece? 

En el capítulo V volvemos a fijar el foco en Trujillo y lo vemos en la reunión matinal con Johnny Abbes. Yo, la verdad, después de este capítulo no he podido dejar de buscar en internet fotos de ambos personajes, es increíble cómo la manera de contar, tan desapasionada, hace más espeluznante la maldad (y, de nuevo, la frialdad) de lo que se cuenta, ¿os da a vosotras, a vosotros, una sensación similar?

Del capítulo VI, más coral (igual que ocurría la pasada semana en el capítulo III, el del momento previo al atentado de Trujillo), creo que lo que más me ha fascinado es toda la historia de Octavio de la Maza y su hermano Antonio. La historia de cómo pasa de la guerra de oposición al equipo de Trujillo y de cómo se paga la lealtad. Brutal.

Y, por último, el capítulo VII nos lleva de nuevo a la historia de Urania y la mirada sobre la mujer, las mujeres (y las niñas y jóvenes) en ese país, en ese momento, donde unos cuantos tienen, por lo que se ve, carta blanca para hacer lo que les parezca. Y ninguna mujer parece estar a salvo. Lo de Ramfis y Rosalía Perdomo es horrible. 

 

Poco a poco, tesela a tesela, insisto, se va conformando la imagen de un tiempo y de un país en manos de gente poderosa e impune. El relato es fascinante y escalofriante, ¿no os parece?

Os leo en los comentarios.

Pasad una buena semana de lecturas.

Saludos cordiales, 

Pep Bruno