Primera parte. Hasta el capítulo 7, incluido
Queridas viajeras, queridos viajeros:
Iniciamos nuestro viaje lector de julio con “Ir a La Habana”, de Leonardo Padura. Se trata de un viaje a Cuba, no solo geográfico, histórico y social, sino también un viaje biográfico y literario. Sobre todo esto último, un viaje a la vida de Leonardo Padura en Mantilla, el barrio habanero donde nació, se crió y vivió (y vive) y desde donde descubrió toda la ciudad, barrio a barrio, y, luego, todo el mundo. Y hablar de la vida de Padura es hablar de su literatura.
“Ir a La Habana” se titula así porque...
“en mi casa a cualquier desplazamiento desde Mantilla hacia los centros comerciales, institucionales e históricos de la ciudad se le decía “Ir a La Habana”.
La expresión, que todavía uso, debió de haberse acuñado al menos un siglo antes, cuando Mantilla era apenas un caserío extraviado a la vera del Camino Real que conectaba el mar del norte y el del sur de la provincia (la maldita circunstancia del agua por todas partes) y ni siquiera tenía categoría de término municipal, y mucho menos una iglesia o cualquier entidad oficial”.
La obra se compone de dos partes: la primera son textos que dibujan la vida de Padura y la vida en y de La Habana, que se completan con fragmentos de sus novelas en las que los protagonistas reflexionan sobre lo que ven, lo que sienten, el paisaje y el paisanaje habanero. Muchas de estas novelas están protagonizadas por el detective Mario Conde, trasunto del propio autor, aunque su bibliografía es muy extensa y nos encontramos con textos de otras obras. La selección la ha realizado su esposa, Lucía, compañera de vida y colaboradora activa y esencial en la obra de Padura:
“Lucía, que ha visto nacer y crecer todos mis empeños literarios, supo cuáles eran los más apropiados al fin que cumplen en el cuerpo del volumen, y lo hizo de manera muy satisfactoria. Y en la realización de ese trabajo, mientras yo escribía lo que sería el texto central y ella lo iba revisando, también fue Lucía quien me propuso la estructura que ahora tiene su contenido (...)”
Y es que la segunda parte está formada por reportajes periodísticos que el autor ha ido escribiendo, durante toda su vida, sobre La Habana.
Creo que leer este libro de este escritor que lo es porque el gobierno decidió que ya había demasiados periodistas y no le quedó otra que matricularse en Filología, pero que quería ser pelotero (aunque era malísimo y se desengañó del sueño), nos encenderá la curiosidad por su obra, si es que no nos hemos acercado a ella hasta ahora.
Y, en este sentido, no puedo por menos que recomendaros la saga de Mario Conde (una de las novelas protagonizadas por Conde se leyó en el club Letras Rojas), y, también, que os acerquéis a ellas desde esta serie que adapta sus cuatro primeras novelas que, en mi opinión, es fantástica. La tenéis, gratuitamente, en RTVE Play:
Cuatro Estaciones en La Habana, RTVE
Como sin duda ya habéis descubierto, en estos primeros capítulos hay un análisis reflexivo sobre el cambio que supuso en Cuba la Revolución, y las derivas económicas, sociales, políticas, etc. que comenzaron a vivirse, cuyos efectos no dejan de prolongarse hasta hoy. Pienso que este escritor, Premio Princesa de Asturias (en 2015), que nunca ha dejado de vivir en la casa en la que nació, es testigo esencial de la vida y las circunstancias cubanas.
¿Nos leemos?