Ardiente secreto, y II

Libro que estamos comentando
Stefan Zweig

Hola a todas y todos, sé que muchas y muchos de vosotros os habéis aguantado las ganas de seguir leyendo el libro y no terminarlo en un suspiro. Aquí vienen unas breves notas para que podáis poneros con ello en cuanto queráis. Y, os recuerdo, la semana que viene empezamos con otro libro de la misma época escrito por la novelista Irmgard Keun y titulado Niña de todos los países, ya podéis apuntaros.

Vayamos al lío.

 

ESTA SEMANA

Esta semana terminamos con el libro, 60 páginas (de la 61 a las 121 en mi edición), es decir, desde el capítulo "Silencio" hasta el final. Pero antes de nada, insisto una vez más en lo fascinante que es la prosa de este autor, en la sutileza de los cambios, en la hondura de las descripciones, en la manera tan (aparentemente) fácil de tocar temas complejos.

En estas páginas nos encontramos con otro Edgar, este cambio (que empieza con el silencio) es mucho más profundo y altera la manera como mira, o más bien, como ve el mundo. La realidad pasa a ser percibida de otra manera. Pero no de una manera adulta. Es tan maravilloso cómo está mostrado: creo que el momento culminante es justo ante del rifirrafe del pasillo del hotel, cuando el lector está entendiendo claramente lo que ocurre y el niño está entendiendo otra cosa (desde sus lecturas infantiles, desde su mirada infantil, pero, al mismo tiempo, desde su preocupación adulta).

Por otro lado, hay muchos momentos con un gran espesor metafórico: como cuando sigue en la noche a la pareja (una manera de mostrar ese interés por entender, por entrar en el mundo adulto), que contrasta con el momento tras el viaje en tren cuando espera en el parque (y ahora ve pero no parece tener especial interés); o cuando se escapa y hace ese viaje, remedo de una transición de la infancia a la juventud, pero que llega a un puerto cómodo, al abrazo de los seres queridos, a un lugar reconocible por el niño (no por el joven).

Es interesante ver el papel que juega el padre (basta con ser nombrado) yo el reajuste que ocurre con su mera presencia (y, por ende, el papel de la madre y la abuela).

Por último, hay una cosa que me ha recordado a un libro que leímos hace ya algunos años en el club, se trata de Ficciones, de Borges. En este libro hay un cuento titulado "La secta del Fénix", un cuento en el que habla de la gente que pertenece a una secta secreta, que está en todas las culturas y en todos los momentos de la historia, una secta sin libros sagrados cuyos adeptos se mezclan con el resto de la humanidad. Bien, pues igual que sucede allí, aquí Edgar, el protagonista, no termina de entender, cierra el libro sin saber cuál es el ardiente secreto (que te hace entrar o no entrar en la secta del Fénix): hemos leído todo el libro, han pasado muchas cosas, ha habido muchos cambios (en los personajes), pero el pobre Edgar se queda tras la palabra "fin" sin saber cuál es el maldito secreto ardiente (de momento, Edgar, seguirá sin pertenecer a la secta del Fénix). Articular toda la novela a partir de este pequeño misterio (que nosotros, lectores, sabemos, y el protagonista no sabe y quiere saber y entender) es maravilloso, pero es que, además, hacerlo sin que se resuelva para el protagonista, es fascinante.

En fin, una novelita magnífica de un autor que espero volver a traer al club más adelante, ha sido maravilloso leer a Zweig con vosotras y vosotros.

Nos vemos la semana que viene en otro libro.

Saludos cordiales, 

Pep Bruno