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Libro que estamos comentando: 
El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha

Hola a todos y todas, cambia la hora pero no cambian las buenas costumbres y aquí llegan las recomendaciones de lectura para esta semana, espero que las disfrutéis.

 

Si os ha resultado poco verosímil que tanto personaje y enredo se haya encontrado y resuelto en la venta, en el capítulo XLII aparece la figura del oidor que viene a sumarse al cúmulo de casualidades (que se lo digan si no al cautivo) y a traer una última (y muy pequeña) historia intercalada, la de don Luis y doña Clara, yesca para esta lumbre (¡y no son casualidades todos estos encuentros, que no para de decir el de la Triste Figura que esta es venta encantada!, ¿es que aún no le creéis?). Afortunadamente don Quijote y Sancho ya están de nuevo en el centro de la escena y en el capítulo XLIII nos encontramos con uno de los momentos más celebrados del libro, la guardia que hace por la noche don Quijote y lo mal parado que queda por culpa de dos semidoncellas (qué maravillosa palabra, ¿verdad?), la hija del ventero y la ya muy conocida Maritornes. Uno de mis pasajes favoritos (ay, no puedo dejar de reír recordándolo, sobre todo cuando le ofrece la mano y la describe. Es mucho).

 

 

En los capítulos XLIV y XLV entra en la venta el barbero cuya bacía fue trocada en yelmo y sustraída en justa batalla por nuestro caballero, por si éramos pocos a estas alturas del libro, y la que se monta es fina: algarabía y broma, enfado y mamporros, todo contado de manera magistral por Cervantes, con un lenguaje rápido en el que mantiene en pie a un buen puñado de personajes que componen un hermoso cuadro (de puro vodevil o títere de cachiporra), un fin de fiesta estupendo para ir plegando velas y volver a centrar la trama en nuestro protagonista. En estos pasajes nuestro querido Sancho inventa el término baciyelmo (quién le iba a decir a él que acabaría entrando en el Diccionario de la RAE) tratando de explicar lo que sucede, y nace así el objeto en el que realidad y ficción se abrazan, símbolo y metáfora de la misma novela que vamos leyendo, donde la pura ficción de los libros de caballería se hace carne en don Quijote y acaba paseando por los reales campos de La Mancha. Ese concepto, esa idea, ese objeto, esa propuesta deslumbrante de Cervantes, ese hallazgo: ese baciyelmo.

Ah, y también en el XLV no os perdáis la defensa que el propio don Quijote hace de cuando liberó a los cautivos. ¿No creéis que a estas alturas la libertad se articula como uno de los ejes fundamentales de este libro?, ¿podríamos hacer un repaso de personajes y situaciones?

 

En los capítulos XLVI y XLVII don Quijote resulta encantado y transportado (de un extraño modo: pues no es por los aires ni en maravilloso artificio, que es un un carro de bueyes) hacia su destino, qué extraño encantamiento es este y a qué se debe lo sabréis en cuanto os adentréis en estos capítulos. Ah, antes de ser encantado hay buenos ratos de charla con su escudero (está desatado Sancho) y durante el encantamiento se topa con más gente curiosa con la que Cervantes incide en el objetivo inicial del libro, ¿lo recordáis?, la crítica a los libros de caballería. Una estupenda manera para ir cerrando el círculo.

La próxima semana terminamos la primera parte del libro. No queda nada para hincar el diente a la segunda parte y disfrutar de una novela completamente distinta (sin una sola historia intercalada, eh) y muy llena de aventuras y risas. 

Feliz semana de lecturas

 

 

 

Crédito de las ilustraciones. La de don Quijote atado y encima de Rocinante está sacada de esta edición (que cuenta con muchos ilustradores y no he podido determinar cuál es el autor exacto de esta). La ilustración de don Quijote con el "baciyelmo" es de Yakovlev Shalyapin (tomada de la Wikipedia). La ilustración de don Quijote encantado y enjaulado es de Dorè.