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Cien años de soledad: 18, 19 y 20

Libro que estamos comentando: 
Cien años de soledad

Hola a todas y todos, aquí llega la última nota de lectura de este libro con el que hemos disfrutado un mes de lectura fabulosa. Ahora toca descansar unas semanas antes de retomar el club y comenzar con nuevas lecturas. Pero no quiero despedirme aún que quedan unas cuantas páginas maravillosas por comentar, vamos al lío.
Llegan por fin los días en los que Macondo sucumbe a su destino, van yéndose las mayores (Fernanda, Petra Cotes, Pilar Ternera y sus 145 años...) y dejan paso a las últimas generaciones: Amaranta Úrsula, José Arcadio y Aureliano (Babilonia) Buendía serán los protagonistas de estas últimas páginas.
Uno quiere pensar que hay una degradación moral también en el hundimiento de Macondo, por eso las historias que suceden, especialmente la protagonizada por José Arcadio, quien iba para Papa y acabó en fingidor, manirroto y pederasta. En verdad la historia de José Arcadio es cruda y brutal (aunque esté contada con el estilo delicioso de toda la novela), hallando (pura serendipia) el tan buscado tesoro de la estatua de escayola y convirtiendo la casa de los Buendía en un paraíso decadente. Brutal es también es su abrupto final. 
Sin embargo con el regreso de Amaranta Úrsula y su rico esposo Gastón no parece que esta idea de la decadencia (moral de sus personajes como reflejo de la decadencia de Macondo) pueda sostenerse, al menos hasta que llega, una vez más, el deseo y arramble con todo.
Sí, tanto José Arcadio como Amaranta Úrsula y Aureliano Babilonia se ven atrapados por la espiral de deseo que ha ido consumiento (por su fuego o por su contención) a seis generaciones de Buendía. Cada vez estoy más convencido que este libro tiene, como protagonista principal, al deseo, y por lo que leí en vuestros comentarios semanas atrás veo que también muchas de vosotras y vosotros pensáis de manera similar.
Me parece hermosa la aparición de Amaranta Úrsula en las últimas páginas del libro, es como un cascabel en un Oficio de Tinieblas, como una candela en la noche oscura; alegre, reidora, activa, optimista, positiva... parece imposible que nada pueda hundirse habiendo alguien como ella en escena. Pero Macondo hace tiempo que tiene los cimientos socavados y quizás este personaje sea sólo un anticlímax feliz en una imagen similar a la de los músicos tocando mientras el Titanic se hunde. Con ella llega un personaje también bien interesante, Gastón (¡como todos los que aparecen por aquí: cada uno merecería un libro!).
En cuanto a Aureliano Babilonia, qué decir: una vida dedicada al estudio de las lenguas para desvelar el contenido de los viejos papeles que guarda la familia desde Melquiades, un librero catalán, cuatro amigos... ups, da como un trasunto del propio Gabriel García Márquez, ¿verdad? Es de hecho él quien lee finalmente esos manuscritos, conociendo con detalle la vida de la familia y, por eso, pudiendo contarla. Pero bueno, esto es sólo una ocurrencia tras la lectura. En verdad entre los Buendía hay unos cuantos obsesionados por el conocimiento (ya desde la primera generación), aunque el deseo, por lo que se ve, acaba por cobrarse también su parte de vida.
Y finalmente llegan las últimas páginas, el capítulo en el que Aureliano Babilonia desvela el contenido de las últimas páginas, y como si de un libro del Apocalipsis se tratara, tras el conocimiento llega la noche. Y en el repaso general de la saga uno encuentra ecos de muchos mitos fundacionales: desde el dios crucificado (como el José Arcadio Buendía atado al árbol) a la virgen que asciende pura a los cielos (ay, Remedios la bella), desde los gemelos fundadores como Rómulo y Remo (José Arcadio Segundo y Aureliano Segundo) al libro profético del final de los días... Y de pronto el libro cobra un nuevo posible significado. En fin, sencillamente magistral.
 
Espero que la lectura de este libro os haya resultado igual de emocionante e intensa como me ha ocurrido a mí, me ha encantado releerlo y disfrutarlo en vuestra compañía. Aprovechad estas semanas de descanso (al menos de club de lectura); yo, por mi parte, salgo el jueves a trabajar a Colombia, si me topo con Macondo (o sus restos) os diré algo.
Feliz verano
Saludos cordiales
Pep Bruno